La Eucaristía fuente y culmen de la vida cristiana lleva al encuentro con Dios y el prójimo con el alimento del mismo Cristo que se queda con nosotros y nos envía al anuncio del Evangelio. Este mes, el Papa Francisco invita a rezar para que los católicos coloquen en el centro la celebración eucarística, y se viva el encuentro cercano con el Señor.
El Santo Padre dedicó una serie de catequesis sobre la Santa Misa, en una de ella recordó que “La eucaristía nos lleva siempre al vértice de las acciones de salvación de Dios: el Señor Jesús, haciéndose pan partido para nosotros, vierte sobre ustedes toda la misericordia y su amor, como hizo en la cruz, para renovar nuestro corazón, nuestra existencia y nuestro modo de relacionarnos con Él y con los hermanos” (22 noviembre 2017).
Así exhorta a dirigir la mirada a la cruz de Cristo, y en ella, contemplada también en el sacrificio de la Eucaristía encontrar cada día el supremo sacrifico de amor por la salvación de la humanidad, el alimento de su Cuerpo y su Sangre y su Palabra que hace comunión.
De allí se comprende que “la comunión eucarística con Jesús, Resucitado y Vivo para siempre, anticipa el domingo sin atardecer, cuando ya no haya fatiga ni dolor, ni luto, ni lágrimas sino solo la alegría de vivir plenamente y para siempre con el Señor” (13 diciembre 2017), que nos hace sus discípulos y testigos de su Evangelio que “en la misa no leemos para saber cómo fueron las cosas, sino que escuchamos el Evangelio para tomar conciencia de lo que Jesús hizo y dijo una vez; y esa Palabra está viva, la Palabra de Jesús que está en el Evangelio está viva y llega a mi corazón. Por esto, escuchar el Evangelio es tan importante, con el corazón abierto, porque es Palabra viva” (7 febrero 2018).
Se comprende entonces la preocupación del Santo Padre para que los miembros de la Iglesia, cuerpo de Cristo, vivamos la celebración de la Eucaristía como centro de la vida, sin ella no hay testigos del amor de Dios manifestado en la fracción del pan partido y compartido con sus discípulos.
Hoy los bautizados con el compromiso de la vida eucarística, son conscientes de que “llevando el tesoro de la unión con Cristo en vasijas de barro (2 Corintios 4, 7), necesitamos continuamente volver al santo altar, hasta cuando, en el paraíso, disfrutemos plenamente la bienaventuranza del banquete de bodas del Cordero (Apocalipsis 19, 9)”. (4 abril 2018).
Acompañemos al Santo Padre en su oración para que por medio de la celebración eucarística se pueda verdaderamente vivir un encuentro con Jesús y el prójimo en el caminar de una Iglesia en salida que celebra, se alimenta y vive la adoración de Eucaristía.
Fuente: Vaticannews