El 13 de marzo de 2013, a las 19:06, Jorge Mario Bergoglio fue elegido obispo de Roma y sucesor número 265 de San Pedro. El Pontífice argentino es el primer Papa latinoamericano de la historia, y desde el principio imprimió un estilo diferenteen el gobierno de la Iglesia católica.
Durante su pontificado se ha convertido en uno de los líderes mundiales más escuchados por la clase política internacional y uno de sus protagonistas indiscutibles. En ámbito público, ha subrayado la fuerza de la propuesta cristiana en lugar de reivindicar espacios privilegiados en las legislaciones o en la esfera institucional. En ámbito espiritual, ha reivindicado una propuesta cristiana abierta a priori a todo tipo de personas. Se trata de «una Iglesia facilitadora, y no una Iglesia admonitora».
Un Papa del fin del mundo
Después de 25 horas y media de cónclave, a las 19:06 del 13 de marzo de 2013, la «fumata» blanca adelantó que había sido elegido un nuevo obispo de Roma. Una hora más tarde, el cardenal protodiácono Jean-Louis Tauran salió al balcón central de la basílica de San Pedro. «Annuntio vobis gaudium magnum: Habemus Papam!». Se trataba del cardenal Jorge Mario Bergoglio, arzobispo de Buenos Aires, de 76 años. Decidió tomar el nombre de «Francisco», con el que adelantaba un programa de pontificado bajo el signo de la novedad.
«Parece que mis hermanos cardenales han ido a buscar un nuevo Papa casi al fin del mundo…», fueron sus primeras palabras. A continuación, recordó a Benedicto XVI, y describió la nueva etapa como «un camino de fraternidad, de amor, de confianza entre nosotros». «Buenas noches y que descanséis», se despidió.
Francisco paga su factura
El Papa emprendió su «reforma» desde el primer minuto. Una noche después de su elección, a primera hora del 14 de marzo de 2013, salió del Vaticano para rezar en la basílica de Santa María la Mayor, donde se custodia la imagen de la Virgen María más popular de Roma. Se desplazó en un Ford Focus, y no con uno de los automóviles de servicio del garaje papal.
Desde allí, se trasladó a la «Domus Internationalis Paulus VI», la «residencia» propiedad del Vaticano a pocos pasos de piazza Navona, en la que se había alojado durante el pre-cónclave. El nuevo Pontífice retiró sus pertenencias y, ante el estupor general, pagó personalmente la factura de la habitación. «No quiero que piensen que utilizo el papado para mi proprio interés», habría explicado a sus acompañantes.
Dos Pontífices en el Vaticano
El 23 de marzo de 2013, diez días después de la elección, Francisco se trasladó en helicóptero a Castelgandolfo para saludar a su predecesor Benedicto XVI, quien le esperó en la pista de aterrizaje. En la capilla, el Papa emérito le cedió el lugar de honor, pero Francisco le pidió que se quedara a su lado. «Somos hermanos», le dijo, invitándolo a arrodillarse en el mismo banco.
Casi un año más tarde, el 22 de febrero de 2014, el Papa Francisco convocó un consistorio de creación de nuevos cardenales, e invitó a la basílica a Benedicto XVI. Como gesto de respeto, cuando llegó Francisco, el Papa emérito se quitó el solideo blanco antes de abrazarlo.
Durante diez años convivieron con total serenidad los dos Papas, aunque no faltaron momentos delicados. La histórica etapa se prolongó hasta el 31 de diciembre de 2022, cuando falleció Benedicto XVI en el monasterio en el que residía en los Jardines Vaticanos. Francisco celebró su funeral el 5 de enero de 2023.
Una Iglesia para los pobres
«Cómo quisiera una Iglesia pobre y para los pobres», dijo en uno de los primeros discursos de su pontificado. No era una metáfora. Ha repetido esa misma idea con palabras, pero también con gestos.
El Papa ordenó que fueran dispuestas duchas para personas sin techo en las inmediaciones de la plaza de San Pedro, también dos casas de acogida para personas sin hogar. Les regala a menudo tarjetas telefónicas, sacos de dormir, les ha invitado a visitar el circo y los Museos Vaticanos. Ha instituido la Jornada Mundial de los Pobres, en la que invita a almorzar al Vaticano a miles de personas sin recursos. Además, cada 17 de diciembre, para celebrar su cumpleaños se sienta a desayunar en Casa Santa Marta con varias personas sin hogar.
El Papa argentino que intenta reconstruir Europa
El 24 de marzo de 2017, en vísperas del 60 aniversario del Tratado de Roma, el Papa se reunió en la Capilla Sixtina con los 27 jefes de Estado y de gobierno de la UE, un encuentro al que faltó la británica Theresa May en plena pesadilla del Brexit.
Francisco, que había viajado a Estrasburgo en 2014 para intervenir en el Parlamento Europeo y que en 2015 recibió el Premio Carlomagno, invitó en esta ocasión a los líderes a regresar al sueño de los padres fundadores de la UE y a rechazar «la tentación de reducir los ideales fundacionales de la Unión a las exigencias productivas, económicas y financieras».
Recordó que la UE ha hecho posible «el periodo de paz más largo en Europa de los últimos siglos». La otra cara de la moneda es que «para muchos la paz es un bien que se da por descontado, y así no es difícil que se acabe por considerarla superflua». Palabras que resonarían el 24 de febrero de 2021, cuando los tanques rusos atravesaron las fronteras de Ucrania.
El Papa invita a la esperanza en el momento más duro de la pandemia
En plena pandemia, Francisco decidió salir del Vaticano el 15 de marzo de 2020 para rezar ante un crucifijo del siglo XVI ante el que los romanos imploraron en 1522 el fin de la «gran peste». Luego se lo llevó al Vaticano.
Volvió a mostrarlo el 27 de marzo de 2020, quizá en el momento más oscuro de la pandemia, cuando Italia y España atravesaban el pico de Covid-19, (Italia registró ese día 919 fallecidos, y España 769 -un día después serían 832-). Esa tarde parda y lluviosa, el Papa impartió una bendición «Urbi et Orbi» desde la plaza de San Pedro: una escena inédita, pues lo hizo ante una plaza completamente vacía.
«Densas tinieblas han cubierto nuestras plazas, calles y ciudades; se fueron adueñando de nuestras vidas llenando todo de un silencio que ensordece y un vacío desolador», describió el Papa mientras cientos de millones de fieles seguían su oración en directo por Internet, radio y televisión.
Como respuesta al miedo, propuso «mirar a tantos compañeros de viaje que son ejemplares, pues han reaccionado dando la propia vida». «Nuestras vidas están tejidas y sostenidas por personas comunes -corrientemente olvidadas- que no aparecen en portadas de revistas, ni en las grandes pasarelas del último show pero que están escribiendo hoy los acontecimientos decisivos de nuestra historia», añadió en referencia a los sanitarios, las cajeras, los limpiadores, las fuerzas de seguridad y los sacerdotes.
Impulsar la colaboración con el mundo islámico
Durante su viaje a Irak, el 6 de marzo de 2021, el Papa Francisco atravesó a pie las callejuelas de la ciudad santa de Najaf para llegar hasta la casa de uno de los principales líderes musulmanes chiitas, Ali al-Sistani. Hablaron durante 45 minutos en la modesta habitación en la que el líder recibe a las visitas.
La diplomacia de la ternura
Uno de los logros políticos más relevantes del pontificado ha sido mediar entre EE.UU. y Cuba para poner fin a años de embargo en el Caribe.
Tanto Barack Obama como Raúl Castro, agradecieron a Francisco su delicada colaboración para iniciar el deshielo. En octubre de 2014 el Vaticano acogió en secreto a las delegaciones de ambos países, que anunciaron el acuerdo el 17 de diciembre de ese año, coincidiendo con el cumpleaños del Pontífice.
Por eso, simbólicamente, en septiembre de 2015, el Papa Francisco realizó un único viaje con dos etapas, una en Cuba y otra en EE.UU. Una visita que incluyó un diálogo privado con Fidel Castro, y un discurso del Papa, el primero de la historia para un obispo de Roma, en el Capitolio de Washington.
Fuente: ABC.es