Mons. Martínez: “Si no se pisa la cabeza de la víbora, el narcotráfico no se detiene”


En su habitual participación en Radio Tupambaé, el obispo de Posadas, monseñor Juan Rubén Martínez, abordó con firmeza la crisis social que atraviesa el país. Advirtió sobre la expansión del narcotráfico ante la ausencia del Estado, denunció la corrupción, el nepotismo y la complicidad de sectores del poder, y llamó al compromiso cristiano frente a la desigualdad y la desesperanza. También reflexionó sobre el impacto del frío en viviendas precarias y celebró la masiva participación en el Corpus Christi.

Monseñor Martínez inició su intervención destacando la multitudinaria participación en la celebración de Corpus Christi, que tuvo lugar en la cancha de Guaraní Antonio Franco: “Fue una tarde magnífica. Queremos agradecer al presidente del club y al intendente de Posadas. Miles de personas participaron. Fue un testimonio de fe y comunidad. Recordamos nuestras raíces, como en las reducciones, donde se ponían los instrumentos de trabajo y pasaba el Santísimo”.

“Si el Estado se corre, entra el narcotráfico”

El eje central de su reflexión estuvo en el documento reciente de la Comisión Ejecutiva de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA) titulado “Si el Estado se corre, entra el narcotráfico”. Monseñor Martínez señaló que ese mensaje recoge preocupaciones que él mismo viene expresando desde hace tiempo: “Si el Estado no acompaña, se le abren las puertas al narcotráfico. Esto lo hemos dicho aquí, en este espacio, muchas veces”.

Criticó duramente la corrupción, el nepotismo y la complicidad de sectores del poder. Aclaró que no se trata de defender un Estado omnipresente, pero sí de exigir que cumpla su rol subsidiario. “Un Estado omnipresente como el de Cuba es esclavizante, pero uno ausente es irresponsable. No quiero ni uno ni otro, sino uno racional que trabaje por el bien común”.

Nepotismo, corrupción y desigualdad

Sobre el nepotismo, explicó: “Es cuando se ponen parientes en cargos públicos sin meritocracia. Pasaba antes en la Iglesia también. Hoy se ve en muchas escuelas y municipios, donde el empleo público tapa la desocupación, pero sin eficiencia”. Alertó que, muchas veces, los recursos se agotan en sueldos y no quedan fondos para obras esenciales: “Si el Estado no se ocupa de los caminos, estamos fritos”.

Denunció además que “la motosierra” como política de eliminación total del Estado es una falacia: “El Estado tiene que existir. Sin él, nos arreglamos a la buena de Dios. Pero tiene que funcionar bien”.

Narcotráfico: los jóvenes como principales víctimas

Con preocupación, el obispo trazó un diagnóstico de la situación: “El problema del narcotráfico está en todos los barrios y clases sociales. Muchos chicos, por falta de oportunidades, terminan siendo usados como ‘delivery’ de droga. La plata fácil los atrapa, pero después viene el encierro, el consumo y la muerte”.

Y añadió: “Los de arriba, los grandes narcos, están libres. Muchos tienen vínculos con la política y la justicia. No podemos seguir cortando pedacitos a la víbora. Hay que pisarle la cabeza, como hizo María en el Génesis. Si no se mata el corazón del problema, el negocio seguirá creciendo”.

También cuestionó las muestras mediáticas de rigor en cárceles al estilo Bukele: “Se sacan fotos con presos, pero los verdaderos responsables están libres. Es una mentira. Presos los pibes, pero no los grandes capos”.

“Nuestros jóvenes están perdiendo el rumbo”

El obispo diocesano mostró su preocupación por el crecimiento del consumo también en sectores medios y altos: “No es solo un problema de los pobres. En nuestros colegios también hay consumo. Jóvenes sin figuras paternas, con vacíos emocionales. Algunos hasta lo hacen por presión o para rendir más”.

Se refirió a Rosario como un caso paradigmático, retomando expresiones del Papa Francisco y recuerdos de su propio padre: “El Papa habló de Rosario como una ciudad narco. Mi papá me decía que era la Chicago argentina”.

“Estamos frente a un Estado que no protege”

“El Estado a veces está ausente en la prevención y la educación. Así, los chicos quedan atrapados por redes delictivas que les prometen una vida mejor por unos días, pero les acortan la vida para siempre. Esto lo vemos también en nuestras escuelas”, advirtió.

Cuestionó también el rol de ciertos funcionarios: “Hay personas con grave inmadurez que tienen roles protagónicos en el Estado. Quizás haya que hacer psicodiagnósticos antes de asumir cargos. Es peligroso cuando se tiene el revólver en la mano sin madurez”.

“No queremos una Argentina del 20 y el 80”

Sobre la situación económica, Martínez alertó por el crecimiento de la desigualdad: “Está bueno que baje la inflación, pero la recesión es grave. La clase media está cada vez peor. Hay un 20% que viaja en yate, y un 80% que no puede pagar una cena. Esa Argentina no la queremos”.

Finalmente, llamó a no caer en la desesperanza: “La peor pobreza es la desesperanza. Tenemos que comprometernos con nuestra fe cristiana. No podemos resignarnos a pensar que esto no cambia más. Comprometámonos para revertir esta realidad”.