Las grandes bancos centrales del mundo se apuraron en anunciar este fin de semana la conformación de una red de liquidez global, que permita asegurar la provisión de dólares a las entidades que lo precisen. Esto, junto a la compra del Credit Suisse por parte de su rival suizo UBS, debería sacar a los mercados del “modo pánico”. De rebote, la Argentina podría beneficiarse con un alivio en el mercado de bonos y una reducción del riesgo país.
La deuda argentina fue mucho más castigada en comparación con los mercados emergentes. La pérdida en marzo ya llega al 20%, contra el 10% que sufrieron estos últimos. Como consecuencia, la mayoría de los títulos volvió a caer por debajo de los USD 30, más parecido a los precios de un país en default que a uno que está pagando sus deudas, como sucede actualmente.
Algo parecido sucedió con las acciones. Es comprensible, ya que los inversores prefirieron salir primero de los activos mas riesgosos. Por otra parte, muchos aprovecharon para tomar ganancias luego de un fuerte rally en los últimos meses. La acción de YPF, por caso, se había cuadruplicado en seis meses, pasando de USD 3 a USD 12, aunque ahora volvió a niveles de 9 dólares.
Tembladeral
El tembladeral que vivieron los bancos norteamericanos a partir de la caída de Silicon Valley Bank hizo recordar a muchos la crisis desatada por las hipotecas subprime y la caída de Lehman Brothers a mediados de 2008. Por eso, desde la Reserva Federal norteamericana apuraron medidas para evitar un efecto contagio no solo entre entidades estadounidenses sino en el resto del mundo. No era para menos: el banco que estaba en el puesto 16 por tamaño se fundió en solo 24 horas ante un retiro récord de depósitos, del orden de los USD 42.000 millones.
Si hay un alivio de la crisis financiera que se desató en el mundo a partir de la caída de SVB y el derrumbe del Credit Suisse, habrá un impacto positivo para la economía argentina, pero será marginal.
Una mayor calma en los mercados no perjudica a la Argentina, pero tampoco evitará ninguna de las penurias que le esperan para este año, al menos desde el punto de vista económico. Ni siquiera la posibilidad de una menor suba de tasas en EEUU, en buena medida como consecuencia de esta crisis, es algo que llegará a sentirse en la actividad de las empresas o de los bolsillos locales.
El estricto cepo cambiario y la casi ausencia total de inversiones internacionales implica que la Argentina está prácticamente aislada del mundo económico y sobre todo del financiero. Esto hace que una crisis como la desatada en los mercados desarrollados solo tenga un efecto marginal.
Tres factores
En cambio, el año económico estará dominado por tres factores estrictamente locales: la sequía histórica con la consiguiente falta de dólares, la elevada inflación (que amenaza con superar la del 2022) y las expectativas que pueda despertar un cambio de Gobierno a partir de las elecciones presidenciales. Esto último, sin embargo, llegaría bastante más adelante en el año.
El impacto que tendrá la perdida de no menos de USD 20.000 millones de la próxima cosecha aún se está dimensionando, porque es mucho peor que lo proyectado por los analistas y el próximo gobierno hace apenas 30 ó 45 días.
Por lo pronto, la economía tendría un piso de caída de 3,5%, nivel que no se veía desde 2009, cuando el país sufrió otra sequía de grandes proporciones. El consumo privado, que el año pasado había resistido aún en medio de los aumentos de precios, ahora caería 4%. La inflación tampoco dará tregua y le pegará a los bolsillos de las familias de menos recursos. El aumento de 11,7% de la canasta alimentaria es un golpe durísimo a los niveles ya altos de pobreza que sufre el país.
El Banco Central acumula en marzo una intervención que ya le costó USD 900 millones. Las reservas netas seguirían cayendo en lo que resta del año, al punto que será muy difícil cumplir con la nueva meta de acumulación pactada con el FMI. Según los trascendidos, a fin de año el Central deberá contar con unos USD 10.000 millones, pero a este paso es muy improbable que lo logre. En todo caso ya le tocará a la próxima administración lidiar con el Fondo y llegar a un nuevo acuerdo, que sería el punto de partida para un plan de gobierno totalmente diferente al actual.
Fuente: Infobae: Por, Pablo Wende.