¿Qué define a las personas? ¿Y qué tan peligrosas son las interfaces entre humanos y máquinas? El Papa abordó esta cuestión ante la asamblea general de la Academia Pontificia para la Vida.
El Papa Francisco celebró recibió a los participantes en la Asamblea General de la Academia Pontificia para la Vida, que se centró en el tema: “El ser humano. Significados y desafíos”.
En su discurso, el pontífice destacó la importancia de los esfuerzos de la Academia para explorar “lo que es distintivo del ser humano”. Al reflexionar sobre la prevalencia de la tecnología en todos los aspectos de la vida humana, señaló que es imposible rechazar la tecnología de plano en contraposición al florecimiento humano.
«Lo que se necesita», dijo el Papa, «es situar el conocimiento científico y tecnológico dentro de un horizonte de significado más amplio, y así evitar la hegemonía de un paradigma tecnocrático».
Uniformidad de pensamiento versus diversidad de opiniones
Francisco ofreció el ejemplo de la tecnología que reproduce diversos aspectos de la persona humana, como los esfuerzos por utilizar el código binario como lenguaje digital capaz de expresar todo tipo de información.
Observando el paralelo obvio con la historia bíblica de la Torre de Babel (Génesis 11:1-9), el Papa Francisco dijo que la respuesta de Dios al deseo humano de crear un idioma único no es un mero castigo.
Más bien, señaló, Dios confundió el lenguaje humano con “una especie de bendición” con el propósito de contrarrestar la tendencia a obligar a todas las personas a pensar exactamente igual que los demás.
“De esta manera”, dijo, “los seres humanos se enfrentarían cara a cara con sus limitaciones y vulnerabilidad, y serían desafiados a respetar las diferencias y mostrar preocupación unos por otros”.
Profundidad de las relaciones más allá del lenguaje
El Papa invitó a los científicos e investigadores a ejercer siempre su oficio con responsabilidad y saber que su acto creativo está siempre subordinado a la creatividad de Dios.
La inteligencia artificial, o “máquinas parlantes”, como las llamó, nunca puede estar dotada de “espíritu”, por lo que los avances tecnológicos deben realizarse de tal manera que impidan “la desfiguración de lo humano”.
El Santo Padre continuó diciendo que la principal tarea de los antropólogos es desarrollar “una cultura que, integrando los recursos de la ciencia y la tecnología, sea capaz de reconocer y promover al ser humano en su especificidad irreductible”.
Hay un plano más elevado en las relaciones humanas que el lenguaje, que se encuentra en la esfera del “ patetismo y las emociones, el deseo y la intencionalidad”, dijo.
Sólo los seres humanos, añadió, pueden percibir y convertir estos intercambios empáticos en relaciones positivas y beneficiosas con los demás, ayudados por la gracia de Dios.
Plantar árboles cuyos frutos otros cosecharán
Francisco elogió a la Academia Pontificia para la Vida por buscar crear un diálogo interdisciplinario donde los investigadores puedan intercambiar sus puntos de vista sobre el desarrollo tecnológico y destacó la similitud de la iniciativa con el proceso sinodal en curso en la Iglesia.
«Este proceso es exigente», afirmó, «ya que implica atención cuidadosa y libertad de espíritu, y disposición para emprender caminos inexplorados y desconocidos, libres de intentos inútiles de ‘mirar hacia atrás'».
En conclusión, el Papa dijo que el cristianismo puede ofrecer un aspecto con visión de futuro al diálogo tecnológico-cultural: «El cristianismo siempre ofreció contribuciones significativas», aseguró, «absorbiendo elementos significativos de cada cultura en la que se ha arraigado y reinterpretándolos a la luz de Cristo y del Evangelio, apropiándose de los recursos lingüísticos y conceptuales presentes en los diversos contextos culturales».
AICA