La Pastoral Social traza estrategias para fortalecer su labor en comunidades vulnerables


Delegados diocesanos de todo el país se reunieron en Buenos Aires para definir prioridades y preparar la Semana Social en Mar del Plata.

Representantes de la Pastoral Social de las diócesis argentinas, junto a la Comisión Episcopal de Pastoral Social (CEPAS), se congregaron en Buenos Aires los días 29 y 30 de marzo para analizar la realidad social del país y delinear estrategias que permitan fortalecer su misión en comunidades vulnerables. El encuentro estuvo presidido por monseñor Dante Braida, obispo de La Rioja y presidente de la CEPAS.

La jornada de cierre comenzó con una misa celebrada por monseñor Carlos Tissera, obispo de Quilmes, quien destacó la figura del beato Eduardo Pironio como un «profeta de esperanza» en tiempos difíciles. En su homilía, animó a los agentes pastorales a convertirse en «misioneros de esperanza» en los espacios más golpeados por la crisis social y económica.

Reflexión y planificación para la Semana Social

Durante el encuentro, se presentó la Comisión Nacional Justicia y Paz, que expresó su intención de trabajar en sinergia con la CEPAS. Luego, mediante el método de conversación espiritual, los delegados diocesanos intercambiaron ideas sobre el contenido y la metodología de la Semana Social, que se llevará a cabo en Mar del Plata del 8 al 10 de agosto. Uno de los temas centrales propuestos fue el décimo aniversario de la encíclica Laudato si’ y el cuidado de la Casa Común.

Principales problemáticas sociales abordadas

Entre los temas emergentes en la conversación espiritual, se destacaron:

  • Pobreza y exclusión: acceso limitado a alimentación, vivienda, salud y educación; precarización laboral y desempleo; abandono de jubilados y personas con discapacidad.
  • Violencia e inseguridad: violencia intrafamiliar, de género e institucional; impacto del narcotráfico; trata de personas; inseguridad en barrios vulnerables.
  • Adicciones y salud mental: consumo de drogas, ludopatía, adicción tecnológica y sus efectos en la juventud; falta de contención familiar e institucional.
  • Cuidado del ambiente: contaminación, mal uso del agua, deforestación, impacto del extractivismo y falta de políticas de prevención ante inundaciones.
  • Crisis institucional y participación social: debilitamiento de la representación política y social; corrupción y fragmentación de las organizaciones.
  • Educación y cultura: baja calidad educativa, deserción escolar, desigualdad en el acceso a oportunidades y violencia en las aulas.

Líneas de acción y compromiso pastoral

Frente a estos desafíos, la Pastoral Social propuso diversas líneas de acción:

  • Fomentar espacios de diálogo y articulación: generar encuentros con movimientos sociales, universidades y autoridades para buscar soluciones conjuntas.
  • Fortalecer la formación en Doctrina Social de la Iglesia: organizar foros, cursos y jornadas para profundizar en los principios de justicia social y compromiso comunitario.
  • Acompañamiento territorial: reforzar el trabajo con Cáritas y otras organizaciones, promoviendo iniciativas concretas en comunidades vulnerables.
  • Sensibilización y visibilización: impulsar campañas de concientización sobre problemáticas sociales y ambientales.
  • Espiritualidad y compromiso social: reforzar la dimensión espiritual del servicio, motivando a los agentes pastorales a ser signos de esperanza y transformación.

El rol del agente de Pastoral Social

En la última jornada se definió el perfil del agente pastoral, destacando su vocación de servicio, capacidad de diálogo y compromiso con la comunidad. Se lo concibe como un «puente» entre distintos actores sociales, con una actitud de escucha, empatía y discernimiento desde la fe. Además, se enfatizó la importancia de la formación continua y el testimonio creíble como pilares de su labor.

La Pastoral Social reafirmó su compromiso de seguir trabajando con una mirada integral, promoviendo la justicia, la paz y el bien común en una sociedad atravesada por profundas desigualdades. AICA