En el programa Caminando juntos de Radio Tupa Mbae, el Padre Alejandro Cañete y Humberto Ferreira, coordinador de la Comisión Justicia y Paz de la Diócesis de Posadas, reflexionaron sobre el rol de la Iglesia y los laicos ante los desafíos sociales, políticos y éticos que enfrenta Argentina. A través de los principios de la Doctrina Social de la Iglesia, destacaron la importancia de una ciudadanía activa y comprometida, haciendo hincapié en el papel fundamental de los valores evangélicos para lograr una verdadera justicia social.
En este marco, el Padre Alejandro Cañete profundizó en el compromiso pastoral de la Iglesia en la actualidad, respaldándose en los documentos fundamentales del Concilio Vaticano II, como Lumen Gentium y Gaudium et Spes. Durante el diálogo, invitó a Humberto Ferreira a ofrecer una reflexión crítica sobre el panorama político y social de Argentina, con especial énfasis en las elecciones de 2025.
“La política está cambiando y exige ciudadanos comprometidos”
En Caminando juntos, Humberto Ferreira, comenzó recordando una frase reiterada por el Papa Francisco y tomada previamente por Juan Pablo II: “No estamos en una época de cambios, sino en un cambio de época”. A partir de esta idea, sostuvo que el país está atravesando una transformación profunda que excede lo político. “Estamos viviendo una nueva forma de hacer política, nos guste o no. Hay un cambio profundo en la Argentina que genera desconcierto en todas las estructuras tradicionales”, señaló.
El referente diocesano analizó el modelo impulsado por el actual gobierno, al que describió como “una visión liberal que promueve el individualismo y descarta conceptos como la justicia social”. En este sentido, advirtió: “La justicia social no es un invento político, es un principio evangélico que nace con el Papa León XIII y está en la base de la Doctrina Social de la Iglesia”. Y añadió: “No se trata de fomentar la dádiva, sino de garantizar que todos tengan la oportunidad de ganarse la vida con dignidad”.
Ferreira también señaló que este giro político no es exclusivo de la Argentina, sino parte de un fenómeno global. “Hay una ola de individualismo que ha llegado a los gobiernos. Eso entra en tensión con valores cristianos como la solidaridad y la caridad”, explicó.
Respecto al rol del Estado y los subsidios, afirmó con contundencia que “ayudar al que más necesita no es una dádiva, es una obligación del Estado según el principio de subsidiariedad”. Aclaró que “nadie justifica la corrupción en el manejo de fondos públicos” y que, cuando hay fallas en los controles, “eso debe ser penado por la ley”.
Ferreira citó un documento de la Conferencia Episcopal Argentina titulado “Hacia un Bicentenario en Justicia y Solidaridad (2010)”, donde se afirma que la crisis del país no es sólo económica o política, sino esencialmente ética. “Es una crisis moral que requiere de dirigentes honestos, comprometidos y también de ciudadanos activos que exijan y participen”, expresó.
En esa línea, cuestionó que se siga discutiendo si personas condenadas por la Justicia pueden o no ser candidatos: “Eso no debería estar en debate, es inmoral. No podemos darle legalidad a lo inmoral”.
Sobre el escenario electoral, Ferreira se mostró crítico con la debilidad tanto del oficialismo como de la oposición. Señaló que, aunque La Libertad Avanza (LLA) obtuvo un triunfo, fue con un porcentaje bajo de participación: “Solo votó el 52% del padrón, y el oficialismo fue votado por uno de cada cinco ciudadanos. No hubo un crecimiento real. Lo que hay es una gran crisis del arco opositor, con dirigentes que ya deberían haberse retirado”.
Finalmente, subrayó la importancia de que la ciudadanía asuma un rol más activo: “Tenemos que pasar de ser habitantes a ser ciudadanos, involucrarnos, exigir, participar. No todos pueden ser dirigentes, pero todos podemos comprometernos desde nuestro lugar. Es la única manera de construir una sociedad más justa”.
Con un mensaje firme pero esperanzador, Ferreira dejó en claro que la transformación social y política debe estar acompañada por valores éticos sólidos y una ciudadanía comprometida, en consonancia con los principios de la Doctrina Social de la Iglesia.