El viernes se celebró la “Pasión de Cristo” en el Parque Temático de la Cruz en Santa Ana.


En dicha Celebración, se trata, a su vez, del único día del calendario litúrgico en el que no se celebra misa y, por eso, el Obispo Juan Rubén Martínez y su clero solamente escucharon y reflexionaron sobre la homilía del Presbítero Francisco Javier Alegre, Párroco de la Parroquia Loreto-Santa Ana.

 

En este contexto, el sacerdote Francisco Javier Alegre expresó que “Estos días son muy fuertes para nosotros como cristianos, ya que tenemos la gracia y la posibilidad de celebrar este triduo pascual, este Viernes Santo, en este lugar tan emblemático que nos tiene que llevar a nosotros a acompañar al Señor”.

 

Seguidamente el Presbítero Alegre mencionó que “El Viernes Santo es el día de la Pasión y Muerte del Señor, en donde toda la Iglesia mira con atención, con amor, con agradecimiento profundo y un sentimiento de adoración; especialmente a la Cruz de Dios, a la Cruz del Señor. Donde hoy llega al punto culminante de su entrega por nosotros, por cada uno de ustedes y por mí”, agregó.

 

Además reflexionó, “Como Pablo: ´Me amó y se entregó a sí mismo por mí’, todo el dolor, todo el sufrimiento, todo el sin sentido, nuestra flaqueza, nuestros pecados; todo nuestro dolor está sumido en la Cruz por Jesús. Él, nos ha cargado a cada uno de nosotros haciendo suya nuestra debilidad para sepultarlo en el abismo inmenso de su amor y desde ahí, resucitarnos a una nueva vida”.

 

Respecto de la presencia de los cristianos ante la Cruz de Jesús, manifestó que “No cabe hoy muchos discursos, solo cabe la respuesta creyente del amor de aquel que cuelga del madero, convirtiendo su costado abierto, en hogar de salvación y puerta abierta para la Misericordia”.

 

Por último, el Párroco de la Parroquia Loreto-Santa Ana, pidió que “Acompañemos al Señor en esta tarde, donde un día como hoy, Él entregó su vida por amor a cada uno de nosotros. Que podamos vivir esto en oración, y que podamos recordarle al Señor lo que Él nos pidió: ´Ámense los unos a los otros, como yo los he amado´. Porque Él nos amó tanto a cada uno de nosotros, que murió en la cruz, para que nosotros tengamos nueva vida” concluyó.

 


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