Al polvo volverás
A una semana del Miércoles de Ceniza recordemos estas palabras: “Recuerda que eres polvo, y al polvo volverás”, que el sacerdote nos dice en ese día mientras nos unta la frente. Este sigue siendo uno de los días más concurridos en la Iglesia católica, junto con Pascua y Navidad.
Pero, ¿cuál es significado del Miércoles de Ceniza? ¿Podría ser que como seres humanos tengamos el instinto natural de saber que estamos quebrantados, pecadores y que necesitamos arrepentimiento, como lo es tan claramente el mensaje de este día?
La realidad de la muerte
Lo cierto es que la Cuaresma es un tiempo propicio para contemplar nuestra fugaz existencia. En el fondo esto fascina a todos, pero sin fe también puede resultar tremendamente aterrador. Si bien el mundo nos dirá que vivamos el momento, la fe católica se enfrenta a la realidad: la realidad de la muerte y un destino eterno. En un mundo privado de verdad, descarriado por el hedonismo y en gran medida desprovisto de propósito, hay algo singularmente atractivo, o al menos pragmático, en la tradición católica de prepararse para la muerte.
¿Qué significa que tu alma es inmortal?
Entonces, profundicemos. Mira a tu alrededor. Todo lo que ves eventualmente morirá. Ni siquiera tu propio cuerpo es lo suficientemente digno de confianza como para durar más de un par de décadas. La clave para comprender por qué esta vida importa, es creer en algo que no pasará, y esa es tu alma.
Este artículo no es el lugar para debatir si el alma es inmortal o no, sino más bien para explorar cuáles son las implicaciones si, como católicos, creemos en nuestras almas: inmortalidad. Si crees en la inmortalidad de tu alma, te invito a contemplar lo que eso realmente significa. Que, mientras tu cuerpo se descompone, tu alma continuará ad infinitum.
En las experiencias difíciles de la vida, la eternidad es una realidad extremadamente importante para ayudarnos a reenfocar prioridades.
Volver a Dios
Esto no quiere decir que no podamos cometer errores, que Dios no tendrá misericordia; Él nos dice que lo hará si acudimos al Sacramento de la Reconciliación y realmente nos arrepentimos (Juan 20:21-23). Pero podemos evitar muchos dolores de cabeza para nosotros y para Él si recordamos esas palabras, “y al polvo volverás”, refiriéndose, por supuesto, a nuestros cuerpos y (lo que es más importante) no a nuestras almas.
Así que hoy aprovechemos la Cuaresma como una oportunidad para recordar la conciencia de nuestra naturaleza inmortal. Piensa en tu vida en el contexto de tu muerte y posterior destino eterno. Entonces hazte la pregunta fundamental: ¿la forma en que estoy viviendo mi vida ahora se alinea con el lugar donde quiero pasar la próxima, para siempre?
Si la respuesta es ‘no’, vuelve corriendo a Dios. Deja todo lo que te aleja de Él, recurre a la oración, a los sacramentos, a la comunidad y no mires atrás. Si la respuesta es “sí”, probablemente, no estás diciendo la verdad del todo. Todos tenemos espacio para crecer.
Elígelo
No demos por sentado el regalo que Dios nos ha dado de poder vivir con Él para siempre, pero recordemos que tenemos que elegirlo. Mientras nos preparamos para revestirnos de nuestras cenizas en forma de cruz y contemplar la naturaleza efímera de esta vida, oremos a nuestra Madre Celestial por una muerte santa:
Santa María,
Madre de Dios,
ruega por nosotros pecadores ahora
y en la hora de nuestra muerte.
Amén