Un establecimiento en Mainqué, provincia de Río Negro, registró la muerte de 220 mil gallinas por la infección sumado al “despoblamiento sanitario”, es decir aquellas aves que deben ser sacrificadas para evitar la propagación de la enfermedad.
En tanto, en la localidad de Mar del Plata, otra granja de las mismas características reportó el deceso de más de 20.000 aves. El establecimiento está ubicado en el paraje La Polola, cercano a la ruta 88, según confirmaron fuentes del Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (SENASA).
Al ser consultado, el veterinario Fernando Navarro, de Avicultores Mar y Sierras (Avimars), declaró a la prensa local que no se trata de una marca de la ciudad de Mar del Plata, sino que “alquilaba los galpones”.
El especialista indicó que “se realizaron muestras, e incluso las aves que están vivas se enviaron a Buenos Aires. Estamos trabajando y haciendo rastrillajes en la zona”, señaló, al tiempo que detalló que, por lo general, cuando hay casos positivos se debe sacrificar a todo el galpón, pero que en este caso se pudieron salvar a 20 o 30 aves.
Respecto de las muertes en la granja de La Polola, el veterinario detalló que las aves presentaron cuadros agudos y padecieron muerte súbita y aseguró que es algo que ocurre “muy rápido” ante la aparición del virus.
Por su parte, desde el organismo de control aseguraron que, de las más de 200 notificaciones analizadas por el Laboratorio del SENASA, a la fecha suman 40 los casos confirmados en aves de traspatio (32), silvestres (4) y sector comercial (4) distribuidos de la siguiente manera: 16 en Córdoba, 9 en Buenos Aires, 4 en Neuquén, 4 en Santa Fe, 2 en Río Negro, 1 en Chaco, 1 en Jujuy, 1 en Santiago del Estero, 1 en San Luis y 1 en Salta.
En base a este dato, informaron que la alta tasa de mortandad de aves se originó por el contagio de la enfermedad, que se da de manera rápida en los animales.
En esta línea, el ente sanitario intensificó el pedido a los productores para que refuercen sus medidas de bioseguridad que consisten en establecer barreras para que el virus no tome contacto con las aves de la granja.
Por este motivo, quienes tengan aves deben seguir las siguientes recomendaciones: mantener a las aves encerradas para que no tomen contacto con aves silvestres, evitar visitar otros establecimientos avícolas, utilizar ropa y calzado exclusivos para trabajar, disponer el alimento y bebida en lugares cerrados, colocar en el predio elementos que contribuyan a disipar a las aves silvestres (espantapájaros, globos, dispositivos sonoros o que reflejen la luz), revisar diariamente la salud de las aves, entre otras recomendaciones.
Asimismo, remarcaron que es indispensable notificar de inmediato al SENASA al teléfono (11) 5700-5704, ante los siguientes signos clínicos: aumento de mortalidad o muerte repentina, plumaje erizado, decaimiento y falta de apetito, respiración dificultosa, estornudos, tos y/o secreciones nasales, hinchazón de cabeza, cara, crestas, barbillas y patas, hemorragia en piel y patas, incoordinación, diarrea, menor producción de huevos, huevos de cáscara blanda o deforme, postración y muerte.
Cabe recordar que la enfermedad ingreso al país en febrero, por las rutas migratorias de aves silvestres que vienen del norte, específicamente de Estados Unidos y Canadá, donde hace varios años tienen está enfermedad.
Esta semana se habían confirmado tres casos positivos de influenza aviar. Dos de ellos en aves de granjas comerciales, uno en la provincia de Buenos Aires y el otro en Neuquén, mientras que el restante era un ave de traspatio en Chaco.
El miércoles 1 de marzo se confirmó el primer caso positivo en aves de corral y Argentina perdió temporalmente su estatus de “libre de gripe aviar”. Esto significa que, para cumplir con las normas internacionales, el país decidió suspender la exportación de productos avícolas.
Según destacaron desde el Gobierno, la producción aviar para el consumo interno continuará desarrollándose con normalidad “ya que la IAAP (Influenza aviar de alta patogenicidad) no se transmite por el consumo de carne de pollo y huevos”, sino que sólo es transmisible al ser humano “si se manipula un ave enferma”.
Según el protocolo vigente, al lugar en que se detecta el virus se lo declara “zona de foco” y se bloquea por completo. “Se elimina el 100% de la producción: pollo, huevo, lo que sea. Hay que hacer enterramiento y encalado, obviamente que se impermeabiliza el pollo para no contaminar las napas, se tapa con tierra y se encala con cal viva. Terminado ese proceso la granja queda bloqueada por dos períodos de incubación”, lo que significa “unos 60 días de inactividad”, señalaron especialistas del SENASA.
Cabe recordar que la enfermedad ingreso al país en febrero, por las rutas migratorias de aves silvestres que vienen del norte, específicamente de Estados Unidos y Canadá, donde hace varios años tienen está enfermedad.
Esta semana se habían confirmado tres casos positivos de influenza aviar. Dos de ellos en aves de granjas comerciales, uno en la provincia de Buenos Aires y el otro en Neuquén, mientras que el restante era un ave de traspatio en Chaco.
El miércoles 1 de marzo se confirmó el primer caso positivo en aves de corral y Argentina perdió temporalmente su estatus de “libre de gripe aviar”. Esto significa que, para cumplir con las normas internacionales, el país decidió suspender la exportación de productos avícolas.
Según destacaron desde el Gobierno, la producción aviar para el consumo interno continuará desarrollándose con normalidad “ya que la IAAP (Influenza aviar de alta patogenicidad) no se transmite por el consumo de carne de pollo y huevos”, sino que sólo es transmisible al ser humano “si se manipula un ave enferma”.
Según el protocolo vigente, al lugar en que se detecta el virus se lo declara “zona de foco” y se bloquea por completo. “Se elimina el 100% de la producción: pollo, huevo, lo que sea. Hay que hacer enterramiento y encalado, obviamente que se impermeabiliza el pollo para no contaminar las napas, se tapa con tierra y se encala con cal viva. Terminado ese proceso la granja queda bloqueada por dos períodos de incubación”, lo que significa “unos 60 días de inactividad”, señalaron especialistas del SENASA.
NA.