El 20 de mayo de 325 se inauguró en la ciudad de Nicea (hoy İznik, Turquía) el primer Concilio Ecuménico de la historia. Diecisiete siglos después, su eco sigue resonando en cada misa dominical y en buena parte de la legislación canónica que todavía rige la vida católica.
¿Por qué se reunió el Concilio?
Tras el Edicto de Milán (313) que legalizó el cristianismo, el emperador Constantino I buscó poner fin a las divisiones doctrinales que amenazaban la paz del Imperio. A instancias del obispo hispano Osio de Córdoba y con la aprobación del papa Silvestre I, convocó en su palacio de verano a algo más de 300 obispos —la mayoría procedentes de Oriente— para deliberar durante dos meses y doce días.
La controversia arriana
El tema nuclear era la enseñanza del presbítero Arrio de Alejandría. Arrio afirmaba que:
- el Hijo fue creado de la nada por el Padre;
- hubo un momento en el que «el Hijo no era» (ἦν ποτε ὅτε οὐκ ἦν);
- por tanto, carece de la misma eternidad, gloria y divinidad que el Padre;
- el Hijo es un ser intermedio —más que los ángeles, pero menos que Dios— y sólo de manera honorífica puede llamarse «Dios».
Esta postura subordinacionista parecía salvaguardar la trascendencia de Dios Padre, pero minaba la lógica de la salvación: si quien se encarna no es plenamente Dios, la humanidad no queda verdaderamente divinizada. Frente a Arrio, Alejandro de Alejandría y su joven archidiácono Atanasio defendieron que el Hijo es engendrado, no creado, y comparte sin división la misma naturaleza (ousía) del Padre.
El Símbolo Niceno: “consubstancial al Padre”
Tras intensos debates (y con la presión moral de los confesores aún marcados por las persecuciones) el Concilio proclamó el Credo que todavía recitamos los domingos. La palabra decisiva fue homoousios (“de la misma sustancia”), insertada para dejar claro que el Hijo es verdadero Dios. Sólo dos obispos se negaron a firmar; Arrio y sus textos fueron condenados y enviados al exilio. El Credo niceno se convirtió en el “documento de identidad del cristiano”, perfeccionado en Constantinopla I (381) con la plena confesión del Espíritu Santo.
Armonizar la fecha de la Pascua
Nicea abordó también la dispersión litúrgica: decretó que la Pascua se celebre el primer domingo después de la primera luna llena tras el equinoccio boreal, independizando la fiesta de los cálculos rabínicos y buscando una celebración universal. La cuestión sigue viva: en 2025, la coincidencia de la Pascua entre católicos y ortodoxos el 20 de abril se considera un signo providencial hacia la unidad.
Los veinte cánones: el primer cuerpo de derecho disciplinar
Además de la doctrina, los padres conciliares promulgaron veinte normas cuya temática puede agruparse así:
Bloque temático | Cánones | Contenido esencial |
---|---|---|
Vida y moral del clero | 1-3, 17-18 | Prohíben la autocastración, regulan la convivencia con mujeres, vetan la usura clerical y precisan la relación diácono-presbítero. |
Elección y movilidad episcopal | 4, 6-7, 15-16 | Ordenaciones válidas sólo con tres obispos y aprobación del metropolitano; ratifican la jurisdicción histórica de ciertas sedes; prohíben los “traslados de diócesis” por ambición. |
Disciplina penitencial | 5, 9-14 | Gradúan la readmisión de excomulgados, lapsi y catecúmenos que abjuraron en persecuciones; prescriben viático aun a los excomulgados in articulo mortis. |
Herejías particulares | 8, 19 | Condiciones para integrar a novacianos y paulianistas (con rebautismo de estos últimos). |
Liturgia | 20 | Ordena que los domingos y durante Pentecostés se rece de pie como signo de victoria pascual. |
Estos cánones —que se citan aún hoy en el Código de Derecho Canónico para casos análogos— muestran la preocupación por la santidad de los ministros, la cohesión eclesial y la adecuada celebración del misterio pascual.
Recepción y legado
Aunque el arrianismo continuó influyendo en la corte imperial durante décadas, el Concilio de Constantinopla I (381) ratificó la fórmula nicena y cerró definitivamente el debate en la Iglesia imperial. Escritores como Atanasio, Basilio, Gregorio Nacianceno e Hilario de Poitiers defendieron con brillantez la doctrina conciliar, mientras que los pueblos germánicos la mantuvieron viva hasta su conversión definitiva al catolicismo en el siglo VI.
Bibliografía
- Kurt Koch, “El Concilio de Nicea, después de 1700 años, todavía habla” (Vatican News, 18-I-2025).
- “El Credo de Nicea, documento de identidad del cristiano” (Vatican News, 10-IV-2025).
- “Concilio de Nicea, fuente y dirección de la unidad” (Vatican News, 27-II-2025).