Una posadeña en Brasil: entre la nostalgia, el mate y una nueva vida en Paraty


Hace 17 años, Mónica Idzi dejó su tierra natal en Misiones para radicarse en la ciudad brasileña de Paraty. Desde entonces, construye su hogar en un entorno paradisíaco, entre aprendizajes, desafíos y el compromiso constante con la educación.

En una cálida entrevista en el programa “Cultura en diálogo” de Radio Tupambaé, Mónica Idzi, una docente posadeña radicada en Brasil, compartió su experiencia de vida en Paraty, una ciudad histórica y turística ubicada en el estado de Río de Janeiro. Su testimonio es una postal de migración cargada de emociones, adaptaciones culturales, nostalgia por los sabores misioneros y la construcción de un nuevo proyecto familiar y profesional lejos de casa.

En mayo se van a cumplir 17 años desde que llegamos a Paraty. Es un paraíso, aunque el comienzo no fue fácil”, contó Mónica, quien emigró en 2008 junto a su pareja y una bebé de seis meses. “Pasar la frontera con un bebé y sin red de contención fue un acto de coraje y mucha voluntad”, recordó emocionada.

Uno de los principales desafíos que enfrentaron fue el idioma. Aunque el portugués no es ajeno para muchos misioneros por la cercanía con Brasil, Mónica reconoció que “pensábamos que sabíamos hablar portugués, pero en la práctica fue otra historia. El idioma tiene una carga cultural, entonaciones y modos que solo se aprenden en la convivencia cotidiana”.

A pesar de la distancia, Mónica mantiene vivas sus raíces. En su desayuno no puede faltar el mate, aunque reconoce que es un lujo debido al costo de la yerba misionera en Brasil. “Hacemos un solo mate por día, como un gustito especial”, relató, y agregó que adoptaron el café brasileño y la tapioca como parte de su rutina. “La tapioca acá es como nuestro almidón de mandioca, pero más tamizado. Me encanta comerla con queso”, contó.

Respecto a la crianza de sus hijos y la educación, destacó el acceso a una escuela con pedagogía Waldorf, que a pesar de ser conocida por su costo elevado, en Paraty cuenta con un sistema de becas. “Eso permitió que más chicos de distintos sectores puedan acceder a una formación alternativa”, explicó. Su hija mayor realizó allí la primaria y luego continuó el secundario en una escuela pública brasileña.

Comparando los sistemas educativos, Mónica reconoció la calidad de la educación pública argentina. “Cuando me fui, la formación académica en Argentina era muy buena. Acá, la pública todavía tiene algunas carencias”, señaló. En Brasil, explicó, la primaria se extiende hasta el noveno año y la secundaria dura solo tres, con algunas orientaciones prácticas como administración o formación docente.

En cuanto a la vida familiar, reveló que el idioma portugués fue ganando terreno en casa, al punto de desplazar momentáneamente el español. “Al principio hablábamos solo en español, pero cuando nuestra hija cumplió tres años nos dimos cuenta de que no conocía ni una palabra en portugués. Así que tuvimos que adaptarnos y empezamos a hablar en los dos idiomas”, relató. Hoy están intentando recuperar el uso cotidiano del español para no perder el vínculo con sus raíces.

Consultada sobre la presencia argentina en Paraty, Mónica contó que al principio eran pocos. “Cuando llegamos sabíamos cuántos argentinos vivían aquí. Ahora hay muchísimos, sobre todo desde el año pasado, por la situación política y económica del país”, dijo. También mencionó que otras dos familias amigas emigraron junto a ellos y aún continúan viviendo en la ciudad.

El sostén económico fue otro proceso de adaptación. Su esposo, originario de la Patagonia, encontró rápidamente oportunidades en el rubro gastronómico, aprovechando su experiencia familiar en restaurantes. “Se hizo conocer por su habilidad en la cocina y eso nos permitió establecernos con más tranquilidad”, señaló.

Sobre el final de la entrevista, Mónica expresó su deseo de retomar la psicopedagogía, profesión que la conecta con su primer amor: la educación. “Nunca me desvinculé del todo. Actualmente trabajo en una escuela y sigo apasionada por los procesos educativos”, aseguró.

Cerró el diálogo con un cálido saludo para sus padres, hermanas, amigos y toda la comunidad posadeña: “A pesar de la distancia, el afecto sigue intacto. Siempre los llevo conmigo”.

Una historia de migración tejida entre el amor por la tierra natal, los desafíos del desarraigo y la fortaleza de reconstruirse en un nuevo país sin olvidar las raíces.