UNA EXPRESION DE NUESTRA FE POPULAR por Mons. Canecin


El Obispo de Goya, Mons. Alfredo Canecin, recalcaba hace unos años las siguientes cuestiones sobre el Gauchito Antonio Gil y la Cruz Gil:

 

1.- Entre las muchas expresiones de nuestra fe popular, en la Provincia de Corrientes, sobresalen dos: la veneración a la Virgen de Itatí y al “Gauchito Antonio Gil”. Miremos la que llamamos “La Cruz Gil”.

2.- Existen varias cruces y tumbas famosas que, en distinto grado, todas ellas, son objeto de un culto particular. En general, se trata de una creencia en el poder de intercesión de las almas de los difuntos.

3.- Los dos principales argumentos son: uno, el modo de su muerte, violenta y casi siempre signada por la injusticia, que el pueblo sencillo une espontáneamente a la muerte de Jesús; otro, el testimonio de los que se consideran beneficiados con dicha intercesión, y la comentan y agradecen públicamente.

4.- Esta creencia popular de “la intercesión” considera al difunto “poderoso” o “milagroso”, pero no llega a considerarlo o definirlo como “santo”. Se expresa concretamente en el lugar de su muerte, junto a su Cruz y en las ermitas, fácilmente identificables por sus banderas rojas.

5.- Las principales expresiones de veneración son: Oraciones, individuales o grupales, con rezadores propios o contratados, las tradicionales o de invención propia; y Promesas (“mandas”), que incluyen: peregrinación, ofrenda y recordatorios. El ritual tradicional incluye: rezo, música, baile y convite.

6.- Estas expresiones están basadas en la certeza de que nuestros difuntos viven y están cerca nuestro, y es posible, de algún modo, comunicarnos con ellos. Estamos seguros de que, si “ya están en la gloria” o “junto a Dios”, podemos también nosotros contar con su ayuda.

7.- Ahora bien, el pueblo sencillo expresa sus creencias a través del lenguaje de su propia cultura. Y esto significa que lo hace de un modo simple, emocional, simbólico y colectivo. Sus expresiones, casi siempre vienen de un sustrato cultural y religioso guaraní, sumado a elementos heredados de la Primera Evangelización franciscanajesuítica.

8.- La falta de una adecuada presencia pastoral que asuma, aclare y purifique, permitió que al presente se haya llegado a una mezcla de expresiones de fe popular con manifestaciones de magia y superstición, En una “tierra de nadie” donde el dinero y la lucha por la subsistencia, imponen sus leyes y su criterio del “vale todo”, ahogando cada vez más el espacio de oración.

9.- El Obispo de Goya, Ricardo Faifer, nos escribía, para el 8 de enero: “En la “Cruz Gil” es muy importante priorizar el espacio religioso… Bendigo a Dios por ese sentido casi innato de lo sagrado y de lo trascendente, de muchas personas que se acercan a ese lugar, porque manifiesta sed de Dios y un sentido de su paternidad, de su providencia y de su presencia amorosa y constante…

Les recomiendo: Que no inventen ni exageren sobre lo que se sabe. Son muy pocos los datos históricos que tenemos sobre Antonio Gil, y es por tradición oral: Se dice que fue un hombre bueno… que compartía lo que tenía… que no aceptaba la injusticia… que se negó a pelear contra sus hermanos… y que fue degollado por gauchillo y desertor… que vivió en tiempos de luchas fratricidas, muy cercano al genocidio de la Guerra con el Paraguay, cuando al que no quería ir a pelear, se lo declaraba “traidor a la patria”… en ese tiempo, también en otras provincias, muchos fueron los que se negaron y fueron ajusticiados… Les deseo que vivan una profunda experiencia religiosa, que riegue las raíces de su fe, fortalezca su esperanza y los haga buenos cristianos y mejores ciudadanos”.