Un nuevo Pentecostés…


Nos aproximamos a la fiesta de Pentecostés, recordando la venida del Espíritu Santo sobre María y los Apóstoles. Un Espíritu renovado que llega para unificar, sin uniformar.

Es el espíritu que el mismo Jesús había prometido que enviaría del seno del padre: “Y Yo pediré al Padre y os dará otro Paráclito para que esté con vosotros para siempre” (Jn. 14,16). Es así como la promesa de Jesús “Yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo” (Mt. 28,10) se cumple en su espíritu.

¿Y esto, que tiene que ver con nosotros?

Mucho nos concierne. La proximidad de esta fiesta es el contexto ideal para recordar y repetir constantemente que Pentecostés no es una gracia reservada para algunos , sino que ella es para toda la Iglesia.

El mismo espíritu que se manifiesta  en Pentecostés con dones extraordinarios  es el mismo espíritu que se ha revelado en toda la historia de la salvación, hasta el sentir de nuestros días y nos debería interpelar para hacernos reflexionar ante la realidad de una fe vivida sin sustancia en contraposición al camino guiado por el soplo del espíritu.

Juan XXIII, al convocar el Concilio Vaticano II, pedía oraciones para lo que el llamó “Un Nuevo Pentecostés en la Iglesia” y hoy se precisa la importancia de este nuevo soplo  que salga de las paredes y que disipe las incertidumbres, los conflictos y los miedos.

Porque como dice el Papa Francisco, es preferible una Iglesia accidentada que una Iglesia enferma; una Iglesia que esté sujeta a los desafíos de estar en la calle con la gente, y no una Iglesia encerrada y enferma por la falta de aire.

Isabella Orellana

Venezolana. Locutora Católica. Esposa. Mamá

@isaorellanal