Cuando un menor es diagnosticado con Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH), el miedo, la angustia y la incertidumbre asolan a la familias. «Pero ese niño tiene muchas cosas positivas», recuerda Ana María Madrigal Nieto, coordinadora del título ‘Máster de Formación Permanente en Trastornos y Dificultades de Aprendizaje’ de la UNIR, quien aconseja a los progenitores poner el foco en las fortalezas.
«El TDAH es un trastorno neurobiológico caracterizado por la dificultad de mantener la atención porque no controla sus impulsos», explica la experta a ABC justo este 13 de julio, Día Internacional del Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad. Se trata de un querer y no poder pero no por voluntad propia sino «porque hay algo interno que no te lo permite».
Suele decirse que estos menores son «muy movidos», «no paran», «no atienden», «dan guerra» o «están en las nubes» pero según Madrigal, lo que hay que hacer es tener presente que actúan así por una razón y, por tanto, es fundamental preguntarse cómo ayudarles.
«Es fundamental la mirada con la que miramos a los niños y mayores diagnosticados con TDAH porque se trata de un trastorno crónico y que es para siempre porque es neurobiológico. Por tanto, se puede mejorar pero no quitar.«.
Es en situaciones como esta cuando la empatía se pone a prueba, tanto por parte de la familia como de todos los profesionales que rodean al menor, es decir, profesores, psicólogos o pediatras. «Es vital -continua- que reciban miradas de cariño, de apoyo, de ‘no pasa nada’, ‘no te preocupes’… Es vez de decirles ‘qué malo eres’, ‘no has hecho esto’, etc.».
«Y una vez que entendemos cuál es su realidad, hay que poner el foco en los aspectos positivos porque también los tienen y nunca se cuentan», puntualiza la docente. «Son niños divertidos, optimistas, con un gran espíritu de lucha, enérgicos… porque su debilidad se transforma en fortaleza».
De hecho, tal y como recuerda Madrigal, numerosas personas famosas tienen TDAH: la gimnasta Simon Biles, el nadador Michael Phelps o la empresaria Amelia Bono.
«Un niño con TDAH lo va a pasar mal durante su etapa escolar pero la vida va mucho más allá», recuerda la docente, que insiste en la necesidad de que familias y profesionales doten a los niños de las herramientas necesarias para afrontar su realidad.
«Hay que dedicarles tiempo. Son niños que, como todos, necesitan cariño y tiempo. Toca hacer muchas actividades al aire libre, pasarlo bien, jugar y disfrutar», aconseja.
Porque, al fin y al cabo, «el pegamento del aprendizaje es la motivación y cuando un niño se siente querido y feliz, todo sale». Además, la experta no aconseja llenar de deberes el verano aunque hayan acabado regular o mal el curso. «El cerebro necesita tiempo de esparcimiento y no van a mejorar por hacer más», asegura.
PorANA I. MARTÍNEZ para ABC.es