La eliminación de River en los cuartos de final de la Copa Libertadores ante Palmeiras dejó no solo desazón futbolística sino también un clima de alto voltaje en el Allianz Parque. Tras el 3-1 en contra que selló la serie, los jugadores del Millonario se cruzaron duramente con el árbitro uruguayo Andrés Matonte, a quien acusaron de haber tenido un desempeño polémico.
El delantero Maximiliano Salas fue el más exaltado: con gritos e insultos, increpó al juez y debió ser contenido por sus propios compañeros, miembros del cuerpo técnico y hasta efectivos policiales. La escena reflejó el malestar generalizado en el plantel de Marcelo Gallardo, que entendió que varias decisiones arbitrales influyeron en el resultado.
Entre las jugadas más discutidas se destacó la sanción de un penal en el minuto 88. Matonte cobró una supuesta mano de Facundo Colidio, que no pareció intencional y fue protestada por toda la visita. En la rápida reanudación, Palmeiras quedó mano a mano y tras un leve contacto de Marcos Acuña sobre Facundo Torres, el árbitro marcó penal y expulsó al defensor argentino por doble amarilla. José Manuel López convirtió y prácticamente liquidó la llave.

La bronca se desató con el pitazo final. Varios futbolistas y asistentes de River fueron a reclamarle a Matonte, mientras Gallardo intentaba calmar a los más exaltados. El propio entrenador, sin embargo, también mostró su enojo: primero en el campo de juego, donde le reprochó que “condicionaste el partido al pedo por una jugada chiquitita”, y luego en la conferencia de prensa. “El árbitro sintió la presión y en el segundo tiempo cambió”, cuestionó el DT.
Con la eliminación consumada y los ánimos caldeados, River se marchó del Allianz Parque entre frustración e impotencia, mientras Palmeiras celebraba su pasaje a las semifinales de la Copa Libertadores.

