Qué dice la Biblia sobre el valor de la amistad


La amistad es un valor fundamental que se encuentra en el corazón de la enseñanza de Jesús. A través de sus relaciones cercanas, como con los discípulos y Lázaro, Jesús nos mostró el verdadero significado de la amistad. Esta se basa en el amor, la confianza y el apoyo mutuo. En la Biblia, encontramos versículos que revelan que Jesús es nuestro amigo más fiel y cercano.

En el Antiguo Testamento, poseemos infinidad de textos relacionados con la amistad, por citar solo algunos:

“Los buenos consejos del amigo son dulzura del alma” (Prov. 27, 9), “Un amigo fiel es poderoso protector, el que le encuentra halla un tesoro. Un amigo fiel es remedio saludable: los que temen al Señor lo encontrarán. El que teme al Señor es fiel a la amistad, y como fiel es él, así lo será su amigo” (Ecle. 6, 14-17), “Ama a tu amigo como a ti mismo” (Lev. 19, 18), “ama en todo tiempo, como un hermano en los días tristes” (Pr 17:17). El libro del Eclesiástico dedica a la amistad una parte del cap. 6, y dice: “El dulce hablar multiplica los amigos y la lengua afable es bienvenida. Antes de tener un amigo, ponlo a prueba, no confíes en él de inmediato. Un amigo fiel es refugio sólido, quien lo encuentra, ha encontrado un tesoro. Algunos son amigos cuando les conviene, pero que no se manifiestan en el día de la angustia. También el que se dice amigo se convierte en enemigo y se descubre como tal para tu deshonra en las peleas. No es el amigo el compañero en la mesa, que no se interpondrá en el día de la angustia. Un amigo fiel no tiene precio, es invalorable”, “Un amigo ama en todo momento; Él nació para ser un hermano en la adversidad”. (Pr 17:17), Si has abierto su boca contra tu amigo, no temas, porque puede haber reconciliación. Sin embargo, la indignación, la arrogancia, el secreto y la traición ponen en fuga al amigo. (Sir 22:22).

También en el Antiguo Testamento tenemos muchas parejas de amigos fieles, que se nos presentan como ejemplo:

Noemí y Ruth: Cuando se encontraron solas, estas dos mujeres cuidaron la una por la otra. Probablemente el pasaje más conocido cuando se habla de la lealtad entre amigas es Rut 1:15-17. Dice: “Noemí le dijo entonces: ‘¿Por qué no te vas también tú con tu cuñada, y así regresas a tu casa y a tus dioses?’ Rut le replicó: ‘No me obligues a dejarte yéndome lejos de ti, pues a donde tú vayas, iré yo; y donde tú vivas, viviré yo; tu pueblo será mi pueblo y tu Dios será mi Dios. Donde tú mueras, allí también quiero morir y ser enterrada yo. Que el Señor me castigue como es debido si no es la muerte la que nos separe.’”

David y Jonathan: Se hicieron amigos casi instantáneamente. Jonathan fue príncipe de Israel, hijo del rey Saúl, enemigo de David. Puso su propia vida en riesgo para ayudar a su amigo a escapar la persecución de su padre. Leemos en 1 Sam. 18, 1; 3-4: “Cuando David terminó de hablar con Saúl, el alma de Jonatán estaba ya tan estrechamente asociada con el alma de David, que lo amó Jonatán como a sí mismo. Jonathan llego a un acuerdo con David, porque lo amaba como a sí mismo. Jonathan se quitó el manto que llevaba y se lo dio a David, y añadió su ropa, la espada, el arco y la cinta”.

Daniel, Sadrac, Mesac y Abednego: Cuando fueron exiliados a Babilonia, estos cuatros jóvenes propusieron en sus corazones no contaminarse con la cultura pagana del imperio para así no ofender a Dios.

Ya en el Nuevo Testamento, Jesús, hará referencia muchas veces a la amistad y a su valor; como leemos en Juan 15: 12-17: “Este es mi mandamiento: que se amen unos a otros como yo los he amado. No hay amor más grande que dar la vida por sus amigos, y son ustedes mis amigos, si cumplen lo que les mando. Ya no les llamo servidores, porque un servidor no sabe lo que hace su patrón. Los llamo amigos, porque les he dado a conocer todo lo que aprendí de mi Padre. Ustedes no me eligieron a mí; he sido yo quien los eligió a ustedes y los preparé para que vayan y den fruto, y ese fruto permanezca. Así es como el Padre les concederá todo lo que le pidan en mi Nombre. Ámense los unos a los otros: esto es lo que les mando.” O también la relación que tenía con Marta, María y Lázaro, en los evangelios vemos a Jesús en la casa de estos tres hermanos por lo menos en dos o tres ocasiones. Luego vemos a Jesús compartir en el dolor de estas hermanas cuando Lázaro muere. Jesús llora por su amigo y lo resucita. Lo podemos leer en Juan 11:5 “Jesús quería mucho a Marta, a su hermana y a Lázaro.”

Aún después de la muerte de Jesús, sus discípulos crearon firmes vínculos de amistad: Felipe y Natanael, Pablo y Silas.

Como hemos visto, la amistad es un don. Y como diría Roberto Carlos, yo quiero tener un millón de amigos.