La Junta de Educación Católica de la Diócesis de Posadas resalta la importancia del trabajo como medio de dignificación humana y señala la desigualdad en la retribución laboral, instando a la sociedad y a sus líderes a garantizar un salario justo y condiciones dignas para todos los trabajadores.
Junta de Educación Católica
Diócesis de Posadas
Que a nadie le falte el trabajo y lo necesario para vivir
Con su trabajo el hombre ha de procurarse el pan cotidiano, contribuir al continuo progreso de las ciencias y la técnica, y sobre todo a la incesante elevación cultural y moral de la sociedad en la que vive en comunidad con sus hermanos (San Juan Pablo II Laborem Exercens nº1) Hoy como sociedad vemos la situación de miles de trabajadores que con su trabajo no logran procurar el pan necesario para sus hogares y ante esta triste realidad en la que se encuentra sumergida nuestra casa común cabe preguntarnos ¿hemos hecho lo suficiente? ¿cuándo hemos dejado de ver al otro como alguien sagrado y lo hemos comenzado a ver solamente como un medio?
Como ciudadanos nos cabe una responsabilidad en el cuidado y el bienestar de la polis, por ende todos, dirigentes y ciudadanos, hemos de buscar por el camino del diálogo, del respeto mutuo y dejando de lado intereses partidarios o sectoriales, los caminos, instrumentos y políticas que permitan resolver esta situación tan apremiante para tantísimas familias que se debaten en el día a día cómo sobrevivir. El trabajo humano es la vocación recibida de Dios y nos hace semejantes a Él ya que nos enseña Nuestro Señor Jesús que su Padre trabaja siempre. Por lo tanto, una justa compensación por dicha actividad humana ha de ser tenida en cuenta en todos los órdenes de la vida social.
Es verdad que estamos transitando una coyuntura económica particular pero cabría preguntarnos ¿afecta a todos por igual o solo a los más vulnerables y frágiles? En una sociedad no existe peor pobreza que aquella que priva del trabajo, de la dignidad del trabajo y del salario justo a cualquiera de sus miembros. “No raras veces se observa el contraste de que mientras se fijan retribuciones altas, e incluso altísimas, por prestaciones de poca importancia o de valor discutible, al trabajo, en cambio, asiduo y provechoso de categorías enteras de ciudadanos honrados y diligentes se les retribuye con salarios demasiado bajos, insuficientes para las necesidades de la vida, o en todo caso, inferiores a lo que la justicia exige” (San Juan XXIII Mater et Magistra nº 70). Es necesario comenzar a tomar en consideración el modo en que determinado trabajo aporta al bien común de la sociedad al momento de fijar su compensación salarial, además de tener en cuenta que “los trabajadores cobren un salario cuyo importe les permita mantener un nivel de vida verdaderamente humano y hacer frente con dignidad a sus obligaciones familiares” (San Juan XXIII Mater et Magistra nº 71).
El trabajo humano no es una mercancía, es una acción que procede de la misma persona humana y por ende ha de ser visto y valorado desde esa realidad, con su trabajo cada uno de nosotros aportamos al bien común de la sociedad, al progreso del pueblo y al bien de nuestras familias. Sólo un salario que haga justicia al trabajador, y a la realidad familiar de toda persona, merece el apelativo de justo.