Apenas cuatro meses después de su elección, el Papa León XIV ofreció su primera entrevista como Pontífice, publicada en el libro «León XIV: Ciudadano del mundo, misionero del siglo XXI». La conversación con la periodista Elise Ann Allen, corresponsal de Crux, permitió vislumbrar no solo su manera de comprender el papado, sino también las prioridades que marcarán su pontificado: la centralidad del Evangelio, la unidad de la Iglesia, la defensa de la familia, el cuidado de la verdad frente a los avances tecnológicos y la necesidad de tender puentes en un mundo marcado por la división.
La misión del Papa
El Pontífice recordó con sencillez el momento de su elección: “¿Cómo fui elegido para este cargo, para este ministerio? Por mi fe, por lo que he vivido, por mi comprensión de Jesucristo y del Evangelio”. A esa llamada respondió con decisión: “Dije que sí, estoy aquí. Espero ser capaz de confirmar a otros en su fe, porque ese es el papel fundamental que tiene el sucesor de Pedro”.
Para León XIV, la función del Papa hoy no es la de convertirse en un solucionador universal, sino la de ser un anunciador constante: “No veo que mi papel principal sea el de tratar de ser el solucionador de los problemas del mundo. El papel del Papa hoy, en este tiempo, es principalmente el de anunciar la Buena Nueva, predicar el Evangelio”.
Matrimonio homosexual y familia
El Papa no rehuyó los asuntos polémicos. Respecto al movimiento LGBTIQ+, mostró cautela: “No tengo un plan en este momento”, reconociendo que se trata de un asunto polarizante. Aun así, fijó un límite doctrinal: “Me parece muy improbable, ciertamente en un futuro cercano, que la doctrina de la Iglesia cambie en términos de lo que enseña sobre la sexualidad y el matrimonio”.
Defendió con convicción el modelo de familia: “La familia es un hombre y una mujer en un compromiso solemne, bendecidos en el sacramento del matrimonio”. Y lo vinculó a su propia historia: “Yo soy quien soy porque tuve una relación maravillosa con mi padre y mi madre. Tuvieron una vida matrimonial muy feliz durante más de cuarenta años”.
Sobre la ordenación de mujeres diaconisas, aclaró que no piensa modificar la doctrina, aunque está abierto a escuchar los estudios en curso.
Sobre la sinodalidad, dejó claro que no debe confundirse con democracia: “No se trata de intentar transformar la Iglesia en una especie de Gobierno democrático”. La definió más bien como “una actitud, una apertura, una voluntad de entender”, capaz de fortalecer la comunión.
Conflictos y política internacional
Consultado sobre la guerra en Ucrania, el Santo Padre estableció un matiz claro: “Yo haría una distinción entre la voz de la Santa Sede que aboga por la paz y un papel como mediador, que creo que es muy diferente y no es tan realista como lo primero”. Su visión es la de una Iglesia que se alza en nombre del Evangelio, ofreciendo una voz moral antes que convertirse en árbitro de la geopolítica.
Sobre el conflicto en Gaza, mostró preocupación por la catástrofe humanitaria: “Además de resolver el urgente problema de la hambruna, existe el reto de llevar la asistencia médica a una situación que ha sido descrita por distintas organizaciones internacionales como genocidio”. Reconoció que la Santa Sede no tiene una declaración oficial prevista, pero insistió en que la presión internacional, especialmente desde Estados Unidos, es clave.
Al referirse al liderazgo en su país natal, fue categórico: “Creo que sería mucho más apropiado que el liderazgo de la Iglesia en Estados Unidos se comprometiera con él, muy seriamente”, en alusión a un eventual encuentro con el presidente Donald Trump.
Un Papa estadounidense con mirada latinoamericana
El hecho de ser el primer Papa estadounidense genera expectativas. Él mismo lo reconoció: “Espero que a la larga marque una diferencia con los obispos de Estados Unidos… El hecho de que yo sea estadounidense significa, entre otras cosas, que la gente no puede decir, como lo hicieron con Francisco, ‘él no entiende a Estados Unidos, simplemente no ve lo que está pasando’”.
Se definió como “plenamente estadounidense”, confeso aficionado de los White Sox, pero con un amor profundo por Perú, país donde desarrolló buena parte de su ministerio. Esa doble pertenencia, admite, le otorga una sensibilidad particular hacia la Iglesia en América Latina.
La misa en latín
Al responder sobre las cartas recibidas acerca de la misa tridentina, el Papa habló con naturalidad: “Bueno, se puede decir misa en latín ahora mismo. Si es el rito del Vaticano II, no hay problema. Obviamente, entre la misa tridentina y la misa del Vaticano II, la misa de Pablo VI, no estoy seguro de hacia dónde va a ir eso. Es obviamente muy complicado”. Reconoció que el tema ha adquirido un tono ideológico y expresó su deseo de diálogo con quienes defienden el rito antiguo, siempre en clave de comunión.
Finanzas y reformas internas
El Santo Padre también se refirió a los problemas financieros del Vaticano, recordando el escándalo inmobiliario de Londres: “Tenemos que evitar las malas decisiones que se tomaron en los últimos años. Se le dio gran publicidad a la compra de este edificio en Sloane Avenue, y cuántos millones se perdieron por eso”.
Aunque admitió que “varias unidades financieras de la Santa Sede están funcionando bien”, subrayó la necesidad de cambiar la narrativa para recuperar la confianza de los donantes: “El Vaticano a menudo ha dado el mensaje equivocado”. Su próxima reforma, dijo, apuntará a mejorar la comunicación entre dicasterios, para que trabajen en cooperación.
Ecumenismo y unidad de los cristianos
Con fuerza ecuménica, declaró: “Una de las heridas más profundas en la vida de la Iglesia actualmente es el hecho de que como cristianos estamos divididos”. Confirmó su interés en participar a fines de noviembre en la conmemoración de los 1700 años del Concilio de Nicea: “Yo estoy muy interesado en esto y, con suerte, iré a Nicea a finales de noviembre”.
Su deseo es extender la invitación a “líderes de muchas diferentes religiones o comunidades cristianas” y avanzar en otro de sus grandes sueños: “encontrar una fecha común para la Pascua”.
Inteligencia artificial y el riesgo de la falsedad
El Papa abordó el fenómeno tecnológico con prudencia. “Va a ser muy difícil descubrir la presencia de Dios en la IA”, reconoció, aunque celebró sus aportes en medicina. Lo que más le preocupa es el riesgo de sustituir la verdad: “Si no alzamos la voz, la Iglesia se convertirá en un peón más”.
Incluso relató haber sido víctima de un deepfake: “Había un vídeo en alguna parte donde habían creado un Papa artificial, a mí, cayendo por un tramo de unas escaleras mientras caminaba, y aparentemente era tan bueno que pensaron que era yo”.
La identidad del nuevo Pontífice
Al hablar de su vida personal, el Papa León XIV no ocultó lo que ha significado asumir el cargo: “Francamente, no es nada fácil renunciar a todo lo que eras y tenías en el pasado y asumir un rol que es de veinticuatro horas al día, básicamente, y tan público”. Lo describió como una peregrinación entre “la muerte y la vida”.
La entrevista concluyó con una frase que refleja la serenidad con la que vive esta misión: “Duermo bien, siento mucho la presencia del Señor, el Espíritu Santo está conmigo”.
Con información de Revista Omnes