Noches de Misericordia, un gesto más profundo que darle de comer a la gente: llevan fe, esperanza y contención a familias en hospitales de Posadas


En diálogo telefónico con el programa Caminando Juntos por Radio Tupambaé, Marisa Cañete compartió su experiencia de vida comunitaria en la Parroquia Inmaculada Concepción de Villa Urquiza, donde sirve desde 1999 en la Catequesis Familiar y actualmente coordina este espacio pastoral. Además, desde hace un año y medio acompaña la iniciativa franciscana Noches de Misericordia, que brinda alimento y contención espiritual a familias que atraviesan momentos de angustia en el Hospital de Pediatría Dr. Fernando Barreyro y en el Hospital Escuela de Agudos Dr. Ramón Madariaga, del Parque de la Salud, y que complementa su labor con personas en situación de calle.

“Empecé acompañando la catequesis de mi hija y encontré en la parroquia un lugar de acogida. Sentí que, aun con mis problemas y dificultades, era parte de la Iglesia. Allí descubrí que todos estamos invitados, que la Iglesia es casa para todos”, expresó con emoción.

 

Noches de Misericordia: fe, servicio y acompañamiento

La propuesta nació como una experiencia familiar impulsada por la coordinadora parroquial Erika De Piano y creció hasta transformarse en un servicio sostenido por la comunidad entera. Cada sábado, desde las 17, voluntarios cocinan y distribuyen entre 130 y 140 porciones de comida caliente en el Hospital Pediátrico, el Materno Neonatal y el Hospital de Agudos.

No es solo una bandeja de comida, es hacer sentir que el Señor está presente, que no están solos en su dolor ni en su espera”, explicó Cañete. En esta tarea participan distintos grupos parroquiales en forma rotativa: jóvenes, scouts, catequistas y familias, aportando tanto trabajo como insumos.

La organización depende de recursos solidarios, desde verduras aportadas por feriantes hasta donaciones de familias que se suman con alimentos o aportes económicos. “Muchas veces nos ha faltado algo y, en el mismo día, alguien llega con lo que necesitábamos. Son señales de que el Señor acompaña esta misión”, subrayó.

Una Iglesia que escucha y acompaña

El servicio no se limita a lo material: el grupo franciscano acompaña con el ministerio de la escucha, brindando tiempo, oración y contención a familiares de pacientes hospitalizados. “Vivimos en una sociedad donde todo parece conectado, pero falta el diálogo cara a cara. Escuchar, sostener una mano, rezar con alguien en su dolor, es parte esencial de esta misión”, destacó.

Una experiencia de fe que transforma

Además de su compromiso parroquial, Marisa es Licenciada en Enfermería y trabaja en el Ministerio de Salud, combinando su vocación profesional con el servicio comunitario. Para ella, la fe y el compromiso van de la mano: “La familia se ha desintegrado mucho en estos años y la Iglesia tiene que ser un lugar de apoyo, donde todos puedan encontrar un espacio y sentirse contenidos”.

Finalmente, invitó a la comunidad a sumarse a este camino de fe y servicio: “Cada sábado nos vamos llenos de bendiciones. Quien quiera colaborar puede acercarse a la parroquia o contactarnos por redes sociales. La Virgen María nos acompaña en cada paso de esta misión”.