“No podemos seguir pagando sueldos”, explicó el padre Alejandro Cañete sobre la desvinculación de una secretaria en la parroquia de Apóstoles


En diálogo con Radio Tupambaé, el párroco de la parroquia San Pedro y San Pablo de Apóstoles, padre Alejandro Cañete, aclaró los motivos que llevaron a la desvinculación laboral de una secretaria que se desempeñaba hace 26 años en la institución religiosa. La medida, que generó reclamos en redes sociales y sectores de la comunidad, responde -según explicó el sacerdote- a la crítica situación económica de la parroquia.

“El tema es simple: tenemos un déficit mensual que supera los tres millones de pesos solo en el pago de sueldos”, señaló Cañete. Actualmente, la parroquia abona un salario de aproximadamente 1.600.000 pesos mensuales a una de las trabajadoras y 1.200.000 pesos a otra empleada, lo que resulta “insostenible”, según expresó el sacerdote. “La gente tiene que entender cuál es la realidad económica de la parroquia”, agregó.

Respecto al procedimiento administrativo, el párroco detalló que una de las trabajadoras, de 72 años, ya recibió la notificación para gestionar su jubilación, mientras que en el caso de la secretaria Roxana, desvinculada recientemente, se trató de una decisión tomada “por razones estrictamente económicas”. Aclaró que se respetaron todos sus derechos laborales, incluyendo la indemnización correspondiente, vacaciones y aguinaldo.

“No fue un despido con causa. La señora siempre cumplió su función. Si quisiera seguir colaborando como voluntaria, sin percibir sueldo, tiene las puertas abiertas”, afirmó Cañete, desmintiendo rumores de arbitrariedad o maltrato.

El párroco aclaró que la determinación fue consensuada con el Obispado de Posadas, y remarcó que, como profesor de Derecho Canónico, actuó conforme a los procedimientos establecidos. “No fue una decisión personal ni impulsiva. Se hizo un discernimiento en el tiempo. Nuestra obligación es garantizar el sostenimiento de la parroquia”, insistió.

Cañete también reveló que, ante la falta de recursos, debió solicitar las colectas de las 26 capillas de la jurisdicción para cubrir los gastos mensuales, lo que generó malestar en algunas comunidades. “No podemos seguir funcionando así. Las colectas apenas alcanzan para cubrir una parte del déficit”, lamentó.

Finalmente, el sacerdote pidió comprensión y colaboración a la comunidad: “Dios no está en el caos. Está en la brisa suave. Vamos a esperar con paz que esta situación se entienda y se supere. Seguiremos atendiendo a la gente, como hacen la mayoría de los curas, con el esfuerzo diario y el compromiso pastoral”.