El Papa celebra la misa de Navidad y denuncia que «el rugir de las armas» impide que Dios encuentre posada en el mundo


El Papa Francisco ha celebrado la Nochebuena junto a unos ocho mil peregrinos en la basílica de San Pedro, en el Vaticano, donde ha presidido la misa del Gallo. Durante su homilía ha evocado «el rugir de las armas» que hoy impide el nacimiento del «príncipe de la paz» en Belén, ha alertado de un modo «meloso» de vivir la Navidad, y ha sorprendido con una cita de John Ronald Reuel Tolkien, autor de la trilogía «El Señor de los Anillos».

Francisco, que tenía buen aspecto y la voz un poco cansada, ha llegado en silla de ruedas minutos antes del inicio de la misa, para asistir al tradicional canto en latín de la ‘Kalenda’, que marca el instante final del tiempo litúrgico del Adviento y el inicio de la Navidad.

Este pregón litúrgico es muy emocionante pues se entona casi a oscuras y sin acompañamiento musical, y recuerda cómo a lo largo de la Historia millones de personas esperaron la venida del Mesías. Menciona algunos episodios bíblicos del Antiguo Testamento, pero también del ámbito griego y romano, como curiosamente que el nacimiento de Jesús coincidió con «la centésima nonagésima cuarta olimpiada», o que era el año «setecientos cincuenta y dos desde la fundación de Roma».

Una vez concluido el canto, han empezado a repicar todas las campanas de la basílica de San Pedro, se han encendido todas las luces de la basílica y un diácono ha alzado el velo que cubría una pequeña estatua del Niño Jesús situada ante el altar.

Según el Papa Francisco, cada Nochebuena debería ser para las personas un recuerdo de cómo «el amor cambia la historia». Por eso, ha rogado a los católicos que se interroguen sobre si confían «en el poder del amor de Dios, que es tan diferente del poder del mundo».

Precisamente en su homilía, el Papa ha alertado de un modo «pagano» de vivir la Navidad, en referencia a quien tiene «la imagen falsa de un dios distante e irritable, que se porta bien con los buenos y se enoja con los malos, un dios hecho a nuestra imagen, útil solamente para resolvernos los problemas y para quitarnos los males». Esa perspectiva incluye imaginarse a Dios como un ser «alejado y controlador, rígido y poderoso, que ayuda a los suyos a imponerse sobre los demás». «Pero no es así, pues Él ha nacido para todos», ha recordado en San Pedro.

El Papa durante la homilía en la Misa de Nochebuena

La escena navideña de un niño recién nacido en un establo no representa a «un dios iracundo que castiga, sino al Dios misericordioso que se encarna, que entra débil en el mundo, precedido del anuncio ‘en la tierra, paz a los hombres’». Tras pronunciar esas palabras, al margen de la homilía, el Papa ha notado que «esta noche nuestro corazón está en Belén, donde el Príncipe de la Paz sigue siendo rechazado por la lógica perdedora de la guerra, con el rugir de las armas que también hoy le impiden encontrar una posada en el mundo».

Frente a aquella visión «pagana» de la Navidad, el relato del nacimiento de Jesús de los Evangelios es la historia de cómo Dios «no irrumpe con un poder sin límites, sino que desciende a nuestros límites; no evita nuestras fragilidades, sino que las asume».

Los pocos elementos del relato de aquella noche en Belén, con las dificultades de María y José para encontrar posada, muestran que Jesús «no usa la varita mágica, no es el dios comercial del ‘todo y ahora mismo’; no nos salva pulsando un botón, sino que se acerca para cambiar la realidad desde dentro»; «que no elimina los problemas de nuestra vida, sino que da a nuestras vidas una esperanza más grande que los problemas».

«Este es el asombro de la Navidad: no una mezcla de afectos melosos y de consuelos mundanos, sino la inaudita ternura de Dios que salva el mundo encarnándose», ha subrayado Francisco. El misterio cristiano de Dios que se encarna, -ha explicado el Papa, significa que «para Dios tú no eres un número, sino un rostro; tu nombre está escrito en su corazón».

Papa ha alertado de un modo «pagano» de vivir la Navidad, en referencia a quien tiene «la imagen falsa de un dios hecho a nuestra imagen, útil solamente para resolvernos los problemas y para quitarnos los males»

Papa Francisco

Como ha hecho otros años en Navidad, en su homilía el Papa ha invitado a los católicos a no reducir su vida de fe a llevar la cuenta de los propios errores y faltas. «Mirando a tu corazón quizás vivas mal esta Navidad, pensando que no estás a la altura, albergando un sentimiento de fracaso y de insatisfacción por tus fragilidades, por tus caídas y tus problemas», ha avisado.

«¿Por qué permaneces en la prisión de tus tristezas? Como los pastores, que dejaron sus rebaños, sal del recinto de tus melancolías y abraza la ternura del Niño Dios. Sin máscaras y sin corazas encomiéndale a Él tus afanes y Él te sostendrá. No espera de ti tus resultados exitosos, sino tu corazón abierto y confiado. Y tú en Él redescubrirás quién eres: un hijo amado de Dios, una hija amada de Dios», ha invitado.

Por otro lado, el Papa ha recordado que «la palabra ‘Belén’ significa ‘casa del pan’», una referencia también a la Eucaristía. Por eso, ha invitado a «redescubrir la adoración, que no es perder el tiempo, sino permitirle a Dios que habite en nuestro tiempo», y que «es interceder, reparar, permitirle a Dios que enderece la historia».

Y ha concluido citando una carta de J.R.R. Tolkien, a quien ha definido «un gran narrador de aventuras épicas». Se trata de una misiva que el escritor británico envió en 1941 a su hijo Michael, cuando éste estaba en el frente luchando con el ejército británico durante la II Guerra Mundial. Refiriéndose a la Eucaristía, le dijo: «Pongo delante de ti lo que hay en la tierra digno de ser amado: el Bendito Sacramento. En él hallarás el romance, la gloria, el honor, la fidelidad y el verdadero camino a todo lo que ames en la tierra».

Durante la ceremonia, se han escuchado lecturas en español e inglés, e intenciones de oración en chino, francés, árabe, portugués y vietnamita. Una vez concluida la misa, diez niños han acompañado al Papa hasta una de las capillas laterales de la basílica, para completar el Nacimiento de la basílica con la pequeña estatua del Niño Jesús.

Esta es una de las pocas ceremonias vaticanas que miles de personas siguen en directo desde fuera de la basílica, en la plaza de San Pedro, a pesar de la baja temperatura del invierno romano. Una costumbre romana a la que se suelen sumar los turistas y peregrinos que no han encontrado invitación para esta misa del Papa.

Festejar sin desperdicios y con quien no tenga compañía

Asimismo, este domingo por la mañana, durante el ángelus desde el Palacio Apostólico, el Pontífice dijo que «como se debe hacer fiesta en Navidad», pero «recomendó» «festejar en la sencillez, sin desperdicios y compartiendo con aquellos a los que le falta lo necesario o les falta compañía».

Propuso imitar la «gentileza de Dios», «que abraza, que da vida, que protege sin violencia y sin herir la libertad». Se trata de «ser delicados entre amigos, prometidos, esposos, padres e hijos», «ser respetuosos y cuidar a los demás con amabilidad». Y como gesto navideño, invitó a pensar a «personas solas y necesitadas» para las que «cada uno de nosotros podría ser una amistad que consuela».

También durante el ángelus, probablemente adelantando los puntos principales de la bendición ‘Urbi et orbi’ que pronunciará este lunes a mediodía, el Papa invitó a estar cerca «de nuestros hermanos y hermanas que sufren por la guerra: pensemos en Palestina, Israel, Ucrania». «Pensemos también en quienes sufren por la miseria, el hambre, la esclavitud», añadió.

Santa Misa de Nochebuena y Natividad del Señor