En su tradicional espacio de reflexión en Radio Tupa Mbae, el obispo de la diócesis de Posadas, monseñor Juan Rubén Martínez, dialogó sobre el profundo sentido espiritual de la Semana Santa, la masiva participación en el Domingo de Ramos, la importancia del encuentro con educadores en Loreto, y abordó además la dura realidad social y económica que atraviesan muchas comunidades, especialmente los sectores más vulnerables. También reflexionó sobre la figura de Jesús desde una mirada histórica y profética, criticó la indiferencia social, el individualismo creciente y advirtió sobre los peligros de una sociedad cada vez más desigual.
En los estudios de La Creíble FM 105.9, Mons. Martínez, destacó: «La verdad que, como en la vida, a veces hay muchos sufrimientos y situaciones complejas, pero también muchas ‘caricias de Dios’. Quiero subrayar una de ellas, que vivimos el viernes pasado por la mañana en Loreto: se trató de un retiro anual que realizamos con los docentes, siempre el viernes previo a la Semana Santa», comentó, sobre la jornada que reunió a 160 educadores en el Santuario de Loreto.
«Compartimos una mañana hermosa, se notó el lindo ambiente. Yo justamente hablé de eso: cuando hay un buen ambiente, ya tenés un 50 % del partido ganado», valoró.
Sobre el inicio de la Semana Santa, Martínez resaltó la gran participación del pueblo en el Domingo de Ramos. «Impresiona la participación. En la Plaza San Martín, en la Catedral y en todas las ciudades, eran miles y miles de personas con sus ramos. Un sacerdote me decía: ‘vino tanta gente a la mañana que pensé que a la tarde serían menos, pero hubo más aún’. La verdad, es un signo de esperanza».
Durante su reflexión, también abordó el significado profundo de la figura de Jesús desde una mirada histórica. «Había leído un artículo de un cineasta que estudió a Jesús desde la antropología. Mencionaba a Flavio Josefo, un historiador judío que hablaba de Jesús sin ser cristiano, y a Tácito, senador romano que lo describe como un sedicioso. Sorprende cómo los cristianos describen un Dios que no vino con poder, sino al revés: se hizo hombre, vivió entre nosotros, murió condenado y resucitó. Eso celebramos en Pascua».
El obispo invitó a no vivir estas celebraciones como espectadores, sino como participantes activos del misterio de la fe. «Que no sea un espectáculo. Que el Via crucis, la Última Cena, nos lleven a pensar en Jesús. Todos tenemos cosas que cambiar. Que podamos vivir como hijos de Dios, aún en medio de sufrimientos o calumnias».
Crítica social y mirada pastoral
El Obispo también hizo un fuerte llamado de atención sobre la realidad económica y social del país, con énfasis en las desigualdades crecientes. «Es triste cuando nuestros gobernantes viven en una burbuja, dicen ‘vamos a estar mejor’ sin entender cómo está hoy la gente. A veces se parte de estadísticas y no de la vida real».
Consultado sobre la falta de diálogo social y el individualismo imperante, fue contundente: «Ese es el gran flagelo. Hoy lo que escuchamos es un planteo absolutamente individualista: que cada uno se las arregle como pueda. Se dice que si alguien está mal es porque quiere, pero nadie elige nacer en la pobreza, sin acceso a la educación o a una alimentación adecuada«.
En esa línea, compartió una experiencia reciente en Garupá, donde fue a conocer barrios de alta vulnerabilidad. «Me metí por una calle larguísima, embarrada, entre monte, y una señora me advirtió del mal estado. Cuando le dije que era el obispo, me miró sorprendida. ¡Qué desafíos que tenemos! El crecimiento poblacional, las realidades humanas… Todo esto es un desafío con amor«.
El obispo fue claro al subrayar que negar a Jesús en los pobres es fallar en lo esencial del Evangelio: «No reconocer a Jesús en el hermano que está mal, sea en lo económico o emocional, es mirar para otro lado. Hay mucha indiferencia ante el sufrimiento humano».
También criticó duramente las recientes decisiones económicas que afectan a los pequeños productores, en especial a los yerbateros. «La liberación de precios sin regulación daña gravemente a quienes trabajan la tierra. Estas decisiones benefician sólo a los grandes. Sabía que se le iba a acercar una carta al Papa sobre esto, y la verdad que nos preocupa mucho».
En ese sentido, advirtió: «No queremos una sociedad donde unos pocos vivan con súper bienestar y la mayoría apenas sobreviva. En Argentina siempre hubo clase media, ojalá no desaparezca«.
Un llamado a vivir la fe desde lo colectivo
El obispo volvió a insistir en que la fe cristiana no puede vivirse de manera aislada. «La dimensión social de la fe es esencial. No es sólo entre Dios y yo: se da en comunidad, en pueblo de Dios. Si no incluimos a los demás, si miramos para otro lado, no es fe cristiana«.
Y añadió: «Jesús fue visto como sedicioso porque andaba entre la gente, se compadecía, sanaba. Para algunos sectores, esa mirada compasiva incomoda. Hoy más que nunca, quizás, los cristianos estemos llamados a ser sediciosos».
Entre otras cosas, monseñor mencionó la película Los Juegos del Hambre, que vio con los seminaristas, y comparó su trama con los riesgos actuales de construir una sociedad profundamente desigual. Al respecto, reflexionó: «Dios no quiera que caminemos hacia una estructura donde unos concentren todo y el resto viva en ciudades del hambre. Debemos discernir y pensar».
Invitaciones para esta Semana Santa
Finalmente, Mons. Martínez invitó a la comunidad a participar de los próximos eventos litúrgicos. «Los esperamos mañana a la Misa Crismal a las 9:00 en Jardín América y a la Misa Popular de las Misiones en San Ignacio a las 20:00, que será una celebración muy especial, con músicos populares, letras compuestas para la ocasión, y la participación de Roxana Carabajal. Van miles con sus silletas, unas 15.000 personas. Estamos para vivir estos días hacia la Pascua».
«Tenemos esperanza —concluyó—. A pesar de todo, la vida siempre triunfa sobre la muerte«.