Mons. Martínez: “Que seamos sal y luz en medio de las sombras”, el llamado en la Fiesta Patronal de Jesús Misericordioso


La Fiesta de la Divina Misericordia en la Parroquia Jesús Misericordioso de Posadas este segundo domingo de Pascua atrajo a cientos de fieles fervorosos, quienes comenzaron el día con una solemne procesión desde la Parroquia San Alberto Magno hasta la Parroquia de Jesús Misericordioso. Inspirada en Santa Faustina Kowalska, esta celebración resalta la disposición divina al perdón, fortaleciendo los lazos espirituales de la comunidad católica.

A pesar de la amenaza de lluvia, la parroquia se llenó de fervor y devoción para celebrar el Domingo de la Misericordia, con el obispo Monseñor Juan Rubén Martínez presidiendo la misa central a las 9 de la mañana, marcando el inicio de una jornada llena de actividades litúrgicas en honor a la misericordia divina.

 

Mons. Martínez, en su homilía, destacó la trascendencia de esta celebración en el contexto de las festividades patronales, afirmando con emotividad: “Con una especialísima alegría estamos celebrando en esta mañana, este Domingo de la Misericordia. Qué bueno es poder celebrarlo aquí, en la parroquia Jesús Misericordioso, que está celebrando sus fiestas patronales”.

El obispo no escatimó en agradecimientos, reconociendo el papel fundamental de los medios de comunicación y la presencia de autoridades locales. “Y también agradecidos porque los medios de comunicación también nos ayudan. Está transmitiendo Radio Tupa Mbae, el Canal 2 y otros. Agradecidos por la presencia del vicegobernador de Misiones Lucas Romero Spinelli, de la Sub Secretaria de Culto, Rossana Barrios y otras personas más. Qué bueno que puedan estar acompañándonos”, expresó con gratitud.

Mons. Martínez profundizó en el trasfondo histórico de la devoción a la Divina Misericordia, resaltando el papel de Santa Faustina y su canonización por Juan Pablo II. Explicó cómo esta devoción se expandió tras la Segunda Guerra Mundial, especialmente en Misiones, “influenciada por la presencia de sacerdotes polacos”, lo que llevó a “la creación de una capilla dedicada a Santa Faustina en Jesús Misericordioso”.

Con énfasis, destacó: “Esto que después Juan Pablo II, siendo Papa, la Providencia en el 2000, cuando la canonizara, pidió poner el segundo domingo de Pascua: el Domingo de la Divina Misericordia”.

No obstante, la homilía del obispo fue más allá de la mera historia religiosa, incitando a una reflexión profunda sobre el significado de la misericordia en la vida cotidiana. Destacó la necesidad de que la devoción trascienda los rituales y se convierta en un compromiso activo con el amor y la compasión hacia los demás. Afirmó con convicción: “Qué lindo es que cuando crece la devoción, porque hay muchos que rezan la Coronilla y amén, eso todo está muy bueno. Pero que la devoción no sea meramente un ritual al que nos acostumbramos, sino que nos llevemos a preguntarnos cómo internalizamos el amor de Dios en nuestras vidas”.

“Es como una clave, si Él fue misericordioso en nuestra experiencia espiritual, chamigo, ¡tenemos que ser misericordiosos con los demás! Es como que tenemos que ser un puente de la misericordia, o si no, sería un concepto”, reflexionó Mons. Martínez, resaltando la importancia de vivir la misericordia en nuestras acciones diarias.

Por otra parte, el obispo criticó la tendencia individualista y materialista de la sociedad actual, instando a la comunidad a reflexionar sobre su responsabilidad hacia los menos privilegiados y marginados. En este sentido, resaltó la prevalencia de un enfoque de “sálvese quien pueda” en medio de situaciones de adversidad, evidenciando “la importancia de mantener un corazón solidario y compasivo en un mundo marcado por el individualismo”.

A su vez, resaltó la singularidad de parroquias como Jesús Misericordioso, las cuales reflejan la diversidad tanto urbana como rural. En este contexto, animó a los fieles a examinar su compromiso con un amor y una misericordia auténticos hacia los demás y preguntó: “¿poseemos un corazón individualista o uno compasivo y solidario?”. Esto subraya la importancia de que las comunidades religiosas se concentren en “atender las necesidades de aquellos que las rodean”.

También, Mons. Martínez abordó con franqueza las realidades sociales y económicas del momento, instando a la comunidad a no ser indiferente ante el sufrimiento ajeno. De esta forma subrayó: “Todos sabemos que es un momento difícil y duro en la Argentina. Más allá de que esté bien o esté mal, objetivamente la coyuntura hace que sea difícil en el momento. Desde nuestra parte tendremos que por lo menos activarnos en la solidaridad y la misericordia”.

Con referencia a lo anterior, destacó la importancia de la solidaridad y la caridad en estos tiempos difíciles que atraviesa el país, mencionando la presencia de merenderos y la creciente necesidad de acompañamiento a los más vulnerables. Asimismo, señaló el problema de la soledad y la importancia de la cercanía y el apoyo mutuo en las comunidades.

Posteriormente, y en un llamado ferviente, Martínez exhortó a las comunidades a ser más que meros cumplidores de rituales, enfatizando que la esencia del cristianismo radica en el amor y la caridad hacia el prójimo. “Nuestras comunidades tienen que ser hoy más que nunca comunidades misioneras y samaritanas”, subrayó con determinación.

En esta línea, resaltó la importancia de estar presentes y disponibles para aquellos que necesitan ayuda y aliento, haciendo referencia a la parábola del Buen Samaritano como ejemplo a seguir.

En un cierre emotivo, Mons. Martínez invitó a todos los presentes a ser agentes de luz y esperanza en un mundo marcado por la oscuridad, recordando que la verdadera esencia del cristianismo radica en el amor y la misericordia hacia el prójimo. Concluyó con un ferviente llamado: “Pidamos a Dios en este día de la Misericordia, pidamos esto tan sencillo aquí en la sede de la parroquia Jesús Misericordioso: que los cristianos más que nunca seamos sal y luz, en medio de muchas sombras, sal y luz, siendo misericordiosos”.

Fotografías: Pastoral de Comunicación