Este domingo, la Parroquia Sagrado Corazón de Jesús de Miguel Lanús celebró su Fiesta Patronal con una emotiva procesión con velas que comenzó a las 19:30 horas desde Ruta 12 y Av. Juan Perón, dirigiéndose hacia la sede parroquial. A las 20:00 horas, se llevó a cabo la Misa Central con una notable participación de fieles. La Santa Eucaristía fue presidida por el obispo de la diócesis de Posadas, monseñor Juan Rubén Martínez.
En su homilía, Mons. Martínez resaltó la importancia de la Eucaristía en honor al Sagrado Corazón de Jesús, instando a la gratitud hacia Dios y a ser puentes de amor y solidaridad. Destacó la necesidad de servir a los demás, especialmente a los más necesitados, y llamó a rechazar el individualismo, promoviendo una cultura de solidaridad y justicia. Asimismo, exhortó a mantener la esperanza y a ser una iglesia misionera y samaritana.
Juan Rubén Martínez resaltó la alegría de celebrar esta Eucaristía, haciendo hincapié en que el Sagrado Corazón de Jesús es una “fiesta cristológica”, y destacando la importancia de la acción de gracias en la comunidad parroquial. “Queremos en esta acción de gracias, agradecer a Dios, pero también a tanta gente que en la cotidianidad del año, ponen su corazón: al padre Federico, a los ministros que ayudan y a tantos de ustedes laicos que en las comunidades van poniendo su corazón en la catequesis, en la liturgia, en la caridad”, expresó.
Durante su sermón, Mons. Martínez profundizó sobre el significado del amor cristiano y su reflejo en la vida cotidiana. Resaltó que al hablar del corazón, se alude al amor, una conexión que solemos expresar al añadir un corazón para demostrar cariño. Sin embargo, subrayó que según la palabra de Dios, “el corazón está profundamente ligado al amor”.
En este sentido, el obispo destacó que al hablar de Jesús, se busca que se experimente en la vida cotidiana la vivencia del amor y la caridad, aspectos profundamente significativos que a menudo en la sociedad actual se trivializan. Afirmó que se utiliza con frecuencia la palabra “amor” sin comprender realmente su magnitud y su esencia. Enfatizó que Cristo enseña con claridad lo que significa amar y cómo vivir en consonancia con este concepto.
El prelado también habló sobre el desafío de ser puentes de amor en la comunidad: “Todos los bautizados estamos llamados a ser así: como Él dio su vida por nosotros para salvarnos, también nosotros estamos llamados a ser puentes de su amor”.
Por otra parte, en su mensaje, también instó a la comunidad a reflexionar sobre la verdadera felicidad y el papel del amor en la vida cotidiana, destacando la diferencia entre el egoísmo y la generosidad: “El amor sana. El amor salva. El amor rompe los muros del egoísmo. Cuando tenemos a los otros en nuestro corazón, empezamos a ser felices”, remarcó.
A su vez, Martínez insistió en la necesidad de vivir el amor en la acción diaria: “Amar es dar la vida, amar es respetar profundamente al otro y a todos los otros, hasta el más despreciable porque es profundamente digno, porque es persona. Eso es amar, tener al otro como sujeto. Cómo nos pasa en este mundo y lo vemos por tantas cosas que la gente usa uno al otro como un objeto y nada más”.
Casi en el cierre de su homilía, Martínez recordó la próxima asamblea diocesana y la importancia de una Iglesia comprometida con los pobres: “Vamos a tener una asamblea diocesana, seguramente la parroquia están preparando quiénes van a ir… Esta vez en la Asamblea vamos a trabajar este tema: Una iglesia pobre para los pobres, inspirada en las palabras del Papa Francisco”, adelantó.
En esta línea, el obispo de Posadas subrayó la necesidad de reflexionar sobre cómo encarnar el amor de Jesús en un mundo marcado por la desigualdad y la marginalización. Enfatizó que la caridad es un componente esencial del cristianismo, instando a amar y preocuparse por quienes sufren y nos rodean, especialmente aquellos que nacen en condiciones desfavorables. En este sentido, resaltó la responsabilidad de los cristianos de “promover una cultura de solidaridad, amor, justicia y honestidad, que implique un compromiso activo en favor de los demás”.
Finalmente, Mons. Martínez exhortó a los fieles a ser una iglesia misionera y samaritana: “Ojalá que tengamos el alimento del Corazón de Jesús y que amemos, esta es nuestra respuesta. Porque donde hay amor, hay justicia, honestidad, respeto por el prójimo y fraternidad. Es en este espacio donde podemos crecer y encontrar esperanza, no dejemos que la desesperanza nos venza. Cuando tenemos esta certeza, encontramos la fuerza para mantenernos firmes”.
“Pidámosle al Sagrado Corazón, que así como somos amados por Él, nosotros también seamos puentes suyos y amemos a todos con misericordia, siendo una iglesia misionera y cada vez más samaritana”, concluyó el obispo de la diócesis de Posadas.