Modo porno en IA: un riesgo que no podemos ignorar


El avance de la inteligencia artificial (IA) y la tecnología digital ha traído numerosos beneficios a la sociedad. Sin embargo, no podemos ignorar la crisis silenciosa que este avance también provoca en la mente y el alma de las nuevas generaciones. La Psiquiatra Católica Marian Rojas Estapé habla de una “drogodependencia emocional” derivada del uso desmedido y poco regulado de estas herramientas.

La drogo-dependencia emocional digital

“Históricamente las drogas eran por vena, nariz o boca; ahora entran por los ojos”, dice Rojas Estapé. Esta frase nos invita a reflexionar sobre cómo las redes sociales e IA manipulan nuestros sistemas neuroquímicos, provocando una búsqueda incontrolada de gratificación instantánea. Este mecanismo altera la forma en que sentimos dolor, placer y sufrimiento. La consecuencia es la pérdida de la tolerancia a la frustración, barriendo con la concentración, la voluntad y la salud emocional. Aparece la apatía, la ansiedad y un vacío profundo que deteriora el desarrollo afectivo.

La ética y el llamado del Vaticano

El documento Antiqua et nova señala con claridad que la inteligencia artificial debe estar al servicio del bien común y la dignidad humana, no convertirse en un vehículo para la mercantilización ni para fomentar conductas adictivas. Cuando la IA reduce a la persona a un dato o consumidor, traiciona su verdadera finalidad y el valor sagrado de la vida humana.

El Papa Francisco remarca: “La tecnología debe beneficiar a todos, nunca debe esclavizar ni fomentar la cultura del descarte”. Detrás de cada pantalla está una persona con alma y corazón, que puede ser cuidada o dañada. Esa conciencia debe guiar el desarrollo y uso de toda herramienta digital, especialmente la IA.

La tragedia oculta del acceso temprano y masivo a la pornografía

Rojas Estapé lanza una advertencia contundente a padres y educadores: “Actualmente llevamos un cine porno en el bolsillo”. La accesibilidad desde móviles y plataformas inteligentes ha normalizado el consumo precoz de pornografía, que resulta en una adicción devastadora para el cerebro en formación. Esta exposición distorsiona la visión de la sexualidad y las relaciones humanas.

La pornografía no es inocua. Modifica los sistemas de recompensa cerebral, fomenta modelos narcisistas y hedonistas, y destruye la tolerancia a la frustración. No es una cuestión privada o individual: existen estudios que vinculan directamente la pornografía con el aumento de la violencia sexual entre jóvenes. Su consumo promueve la cosificación, destruye la empatía y trivializa el sentido profundo de la sexualidad humana.

ChatGPT y el “modo erótico” que se implementaría

OpenAI, la empresa detrás de ChatGPT, anunció que a partir de diciembre de 2025 permitirá contenido erótico para usuarios adultos que verifiquen su edad. Según Sam Altman, CEO de OpenAI, esta medida busca “tratar a los usuarios adultos como adultos”, ofreciendo un acceso restringido y solo a solicitud explícita del usuario. La compañía implementará sistemas de verificación rigurosos para proteger a los más vulnerables.

Esta decisión ha generado un fuerte debate. Por un lado, representa un giro en la política de contenido restrictivo de ChatGPT; por otro, expone la tensión entre la libertad adulta y la responsabilidad ética. Mientras OpenAI intenta equilibrar estos aspectos con herramientas mejoradas y controles parentales, la sociedad debe cuestionar con seriedad las consecuencias que este tipo de contenidos puedan tener en la salud mental y emocional, especialmente en un entorno digital que ya enfrenta retos profundos con la adicción y la explotación emocional de las nuevas generaciones.

Un llamado a la responsabilidad social

La pregunta que queda en el aire es si realmente estamos dispuestos a aceptar un precio tan alto por el desenfreno digital. El inmenso poder tecnológico debe ir acompañado de un compromiso ético firme, que proteja la humanidad y promueva vínculos genuinos y saludables.

Por último, es fundamental recordar que detrás del avance tecnológico no puede perderse la mirada compasiva y respetuosa hacia la persona. Nuestra responsabilidad como sociedad es proteger la memoria, la conciencia y la capacidad de amar de las futuras generaciones. Solo así, haciendo de la tecnología un aliado para el crecimiento humano, podremos construir un verdadero progreso que honre la dignidad de cada ser humano.