A pesar del calor y la lluvia, miles de jóvenes y familias de todo el país participaron de la 51ª Peregrinación Juvenil a Luján bajo el lema “Madre, danos amor para caminar con esperanza”. El arzobispo de Buenos Aires presidió la misa central y alentó a mantener viva la fe y el compromiso con un país más justo.
Miles de jóvenes y familias desafiaron las inclemencias del tiempo para llegar a los pies de la Virgen de Luján en la 51ª Peregrinación Juvenil, que tuvo como lema “Madre, danos amor para caminar con esperanza”. La caminata partió desde el santuario de San Cayetano, en Liniers, y recorrió más de 60 kilómetros hasta la basílica mariana, en un clima de profunda fe y emoción.
El arzobispo de Buenos Aires, monseñor Jorge García Cuerva, presidió la misa central ante una multitud que desbordó el templo y sus alrededores. En su homilía, el arzobispo destacó el amor maternal de María, “ese amor que cura, que no juzga, que nos levanta y nos anima en la esperanza”, y pidió confiar en su mirada tierna y compasiva, capaz de sostener en medio de las cruces personales, los dolores y las tristezas.
“Con una Madre así, y a pesar de tantas cruces pesadas que carga nuestro pueblo, seguimos caminando; no aflojamos y nos comprometemos a no abandonar los sueños”, expresó García Cuerva, animando a los fieles a vivir la esperanza como confianza, gratitud y fortaleza frente a la adversidad.
Durante su mensaje, el arzobispo también recordó a quienes sufren en silencio: “Hay muchos hermanos en nuestro país que ya no tienen fuerzas para seguir, no encuentran sentido al camino de sus vidas y han detenido su marcha. Les pesa demasiado la pobreza, las consecuencias del narcotráfico, las enfermedades, la soledad”. En ese sentido, subrayó que los peregrinos “traen en la mochila del alma” a todos aquellos que no pudieron caminar, para no ser “un pueblo indiferente ante tanto dolor”.
Finalmente, García Cuerva invitó a los fieles a llevar el espíritu de la peregrinación a la vida cotidiana: “Podremos detener nuestros pies para descansar, pero no detendremos el corazón, porque estos corazones volverán a sus hogares movilizados por el amor de una Madre que nunca nos deja solos y nos anima a caminar con esperanza”.
Al concluir la misa, el arzobispo pidió un cálido aplauso para los peregrinos y voluntarios que acompañaron el trayecto, en una nueva demostración de fe y unidad del pueblo argentino bajo la mirada de la Virgen de Luján.

