Miércoles de Ceniza: “¿Cuánto necesitamos la presencia cristiana en un mundo necesitado de luz y sal?”, Homilía de Mons. Martínez


El 14 de febrero marcó el inicio de la Cuaresma en el año 2024 con la venerada liturgia del Miércoles de Ceniza, una de las tradiciones más sagradas en la Iglesia Católica. Este momento trascendental fue conmemorado con misas celebradas en distintas parroquias alrededor del mundo.

En la ciudad de Posadas, específicamente en la Iglesia Catedral San José, el obispo Monseñor Juan Rubén Martínez presidió la Santa Eucaristía acompañado por el párroco Jorge Luis Benchaski. Durante la homilía, Monseñor Martínez compartió reflexiones profundas sobre el significado de este tiempo litúrgico, enfatizando su importancia como preparación para la celebración central de la fe cristiana: la Pascua.

“En esta misa del miércoles de Ceniza, como la llamamos, iniciamos este tiempo litúrgico de la Cuaresma para prepararnos a celebrar el Misterio más importante y profundo de los cristianos que es la celebración de la Pascua”, comenzó Monseñor Martínez.

Luego, el obispo de la Diócesis de Posadas hizo mención a la Carta Pastoral de Cuaresma que escribió para esta ocasión, titulada “Ser cristianos todo el tiempo”, destacando la importancia de comprender el valor de los tiempos litúrgicos como una fuente vital de espiritualidad para los creyentes.

En la Carta, Mons. Martínez aborda la relevancia de vivir la caridad como un aspecto esencial de la fe cristiana, basándose en el versículo del Evangelio que señala: “Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo”. El obispo de Posadas subrayó la necesidad de reflexionar sobre cómo la caridad puede manifestarse en lo personal, familiar y comunitario, especialmente en el compromiso con los más pobres y necesitados.

Asimismo, hizo referencia a la importancia de la sinodalidad dentro de la Iglesia, resaltando la necesidad de salir de la comodidad y dirigirse hacia las periferias, tanto geográficas como existenciales, para encontrarse con aquellos que más lo necesitan.

La homilía concluyó con un mensaje de esperanza, recordando que el tiempo cuaresmal ofrece la oportunidad de volver a Dios con la certeza de ser recibidos con amor paternal, permitiendo a los creyentes convertirse en testigos vivos de la Pascua y la esperanza que ella representa.

 

La Homilía completa de Monseñor Martínez en la misa del Miércoles de Ceniza

“En esta misa del Miércoles de Ceniza, damos inicio al tiempo litúrgico de la Cuaresma, preparándonos para celebrar el Misterio más importante y profundo para los cristianos: la Pascua. Es un motivo de gratitud hacia Dios poder celebrar esta misa en todas las comunidades hoy. Es notable la gran participación en todas las parroquias y comunidades durante las misas de este miércoles de ceniza. Recientemente le expresaba al Padre Jorge, nuestro párroco, cuánto me alegra ver este hecho. Las misas del Miércoles de Ceniza y del Domingo de Ramos son las más concurridas, siendo un signo claro de nuestro deseo de iniciar sinceramente este tiempo litúrgico. El acto de imponer las cenizas representa nuestro compromiso de recorrer este camino de preparación para celebrar la Pascua.

Continuando, deseo hacer algunas reflexiones. En cada Miércoles de Ceniza, para el inicio de la Cuaresma, suelo escribir una carta pastoral. Este año, el título de la carta es “Ser cristianos todo el tiempo”, inspirado en un pasaje del Evangelio que dice: “Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo”.

En esta carta, destaco la importancia de comprender que la liturgia es la fuente principal de espiritualidad para los cristianos. Es en las celebraciones litúrgicas donde nos alimentamos espiritualmente, siendo la Eucaristía la mayor celebración. Los tiempos litúrgicos, como la Cuaresma, son momentos cruciales para nuestro crecimiento espiritual, no solo por las devociones personales, sino también porque nos permiten discernir nuestra condición cristiana y la necesidad de conversión en nuestras vidas.

En la Cuaresma, reflexionamos sobre la caridad y nuestro compromiso con los más pobres, recordando las palabras de Jesús en Mateo 25:35-40. La caridad es un componente esencial de nuestra espiritualidad cristiana, junto con la fe y la esperanza. Amar es dar la vida por los demás, especialmente por los más necesitados, y esto está arraigado en el corazón mismo del ser cristiano.

Este año, en nuestra diócesis, reflexionaremos sobre cómo llegar a los más pobres y marginados como comunidad cristiana. Muchas veces nos centramos demasiado en nuestras propias preocupaciones y nos olvidamos de las necesidades de los demás. Es esencial que como pueblo de Dios, nos preguntemos cómo vivimos la caridad en nuestras vidas cotidianas y en nuestras comunidades.

La sinodalidad, la colaboración y participación de todos los miembros de la Iglesia en la toma de decisiones, es fundamental para abordar estos desafíos. Es necesario que como Iglesia nos comprometamos a salir al encuentro de los más necesitados y a trabajar juntos por el bien común.

La Cuaresma nos brinda la oportunidad de examinarnos a nosotros mismos desde el amor de Dios, con la certeza de que si nos volvemos a Él, seremos recibidos con amor como el hijo pródigo. Abrazados por su amor, podemos ser testigos de la Pascua y de la esperanza para el mundo”.