El Estado Islámico volvió a atacar comunidades cristianas en el noreste de la República Democrática del Congo, asesinando a 121 personas en Lubero y Beni, y destruyendo decenas de hogares en la aldea de Ttuyo. En diálogo con el programa Lo que faltaba de Radio Tupambaé, el padre Agustín Ntumba Mulumba, sacerdote congoleño radicado en Madrid, denunció el olvido internacional frente a las violencias que azotan su país desde hace décadas.
El religioso denunció que la riqueza mineral del Congo alimenta los conflictos armados y la violencia de grupos como la ADF vinculados al Estado Islámico, mientras el Estado y la comunidad internacional permanecen en gran parte indiferentes. Pese a la destrucción de más del 80% de parroquias y conventos y la desaparición de muchos sacerdotes, los cristianos mantienen su fe celebrando misa bajo los árboles. Ntumba también criticó la implicación de multinacionales en la financiación de los rebeldes y pidió oración y solidaridad para visibilizar el sufrimiento de su pueblo.
Minerales y conflicto armado
El padre Ntumba explicó que la riqueza mineral del Congo —cobalto, coltán, cobre y otras reservas estratégicas— es uno de los motores del conflicto. “Los grupos armados, apoyados por intereses extranjeros y multinacionales, operan sin piedad para saquear los recursos a costa de la vida de nuestra gente”, denunció.
Asimismo, recordó que tras el genocidio de Ruanda en 1994, millones de refugiados ingresaron al Congo y algunos grupos terminaron integrándose a facciones armadas que hoy están vinculadas al Estado Islámico. En la actualidad, una de las principales células activas en la región es la ADF (Fuerzas Democráticas Aliadas), considerada una rama local del ISIS.
La responsabilidad del Estado y la Iglesia perseguida

Consultado sobre la respuesta del gobierno, el sacerdote señaló: “El Estado tiene responsabilidad. La integridad y la seguridad del pueblo deberían ser prioridades del presidente, pero muchas veces se mira hacia otro lado”.
La Iglesia católica, mayoritaria en el país (52 a 54% de la población), intenta mediar en los conflictos y denunciar la violencia. Sin embargo, las consecuencias son graves: “Más del 80% de parroquias y conventos en el este fueron destruidos. Muchos sacerdotes siguen desaparecidos. A pesar de todo, la gente celebra misa bajo los árboles, con alegría y fe”, contó Ntumba.
Silencio internacional y denuncia a multinacionales
El sacerdote también criticó la falta de repercusión en los medios europeos y el desinterés de la comunidad internacional. “En España no se habla de Congo. Solo se habla de Gaza, Israel o Ucrania. Nuestro sufrimiento está silenciado”, señaló.
Incluso reveló que la República Democrática del Congo mantiene un juicio contra Apple, acusando a la empresa de beneficiarse con la explotación ilegal de minerales en zonas controladas por guerrillas. “Las armas, los drones y la logística que tienen los rebeldes no serían posibles sin la financiación de multinacionales”, advirtió.
La fe como resistencia
Pese a la violencia, Ntumba destacó la firmeza espiritual del pueblo congoleño: “Ni la muerte ni el sufrimiento pueden separarlos del amor de Cristo. Muchos cristianos, incluso jóvenes y niños, son amenazados de muerte si no reniegan de su fe, pero responden: mándame con Jesús”.
Antes de regresar a su país, el sacerdote pidió oraciones y solidaridad: “Que el mundo sepa que existimos, que sufrimos, pero que seguimos creyendo. Aunque estemos lejos, la oración y la difusión de esta realidad son formas de estar cerca de nuestro pueblo”.

