En su primera misa como Papa, celebrada esta mañana en la Capilla Sixtina, León XIV exhortó a los cardenales a “dar testimonio de nuestra fe gozosa en Cristo Salvador”, en una homilía profundamente espiritual y cargada de sentido pastoral, apenas un día después de ser elegido como el 267° sucesor de San Pedro.
El nuevo pontífice, de origen estadounidense, comenzó su mensaje en inglés agradeciendo a los cardenales por la confianza depositada en él. “Cantaré un cántico nuevo al Señor, porque ha hecho maravillas”, citó del salmo, destacando que la obra de Dios se manifiesta no sólo en su elección, sino en el caminar conjunto de la Iglesia.
La misa fue concelebrada con los cardenales electores y otros purpurados presentes en Roma, en el mismo lugar donde el jueves por la tarde fue elegido en la cuarta votación del cónclave. Allí, León XIV centró su homilía en la figura de San Pedro y la misión que la fe otorga a quienes siguen a Cristo: “Donde falta la fe, la vida pierde sentido”, advirtió.
Una fe que transforma
El Papa subrayó que la relación con Cristo es un “camino personal de conversión” que debe renovarse cada día. Al reflexionar sobre la confesión de fe de Pedro –“Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo”–, León XIV remarcó que esta verdad, sostenida por la Iglesia durante dos mil años, es un don que exige también compromiso y transformación interior.
“La salvación confiada a la Iglesia no es sólo un regalo, sino un camino”, dijo, y reconoció que el mundo actual ofrece resistencias a este mensaje. “En muchos ambientes la fe cristiana es considerada absurda”, señaló, aludiendo a una sociedad que muchas veces prefiere “el dinero, el poder o el placer” a la verdad del Evangelio.
El desafío de la misión
El Papa León XIV no eludió los desafíos que enfrenta la Iglesia en el presente: “Existen contextos donde no es fácil predicar el Evangelio y los creyentes son despreciados o, en el mejor de los casos, tolerados con condescendencia”. Justamente por eso, afirmó, “estos son los lugares donde nuestra labor misionera es desesperadamente necesaria”.
En un diagnóstico profundo, León XIV vinculó la falta de fe con males sociales actuales: “La pérdida del sentido de la vida, el desprecio por la misericordia, la crisis de la familia, las violaciones de la dignidad humana”, enumeró, advirtiendo contra un “ateísmo práctico” que puede instalarse incluso entre cristianos.
Presidir en la caridad
El Papa cerró su homilía haciendo memoria del testimonio de San Ignacio de Antioquía, quien escribió que sería verdaderamente discípulo de Cristo “cuando el mundo ya no vea mi cuerpo”. Aplicando esa enseñanza a su nueva misión, expresó que “quien ejerce autoridad en la Iglesia debe hacerse a un lado para que Cristo permanezca”.
Finalmente, León XIV encomendó su pontificado a la intercesión de María, Madre de la Iglesia, pidiendo la gracia de ser fiel administrador del Evangelio: “Que Dios me conceda esta gracia, hoy y siempre”, concluyó. Con información de AICA