León XIV advierte sobre la idolatría del dinero y llama a redescubrir el corazón humano


Durante la audiencia general de este miércoles en la Plaza de San Pedro, el papa León XIV ofreció una fuerte crítica a los sistemas económicos que priorizan el beneficio por encima de la vida humana y llamó a redescubrir la centralidad del corazón, la dimensión espiritual y las relaciones humanas como el verdadero tesoro del hombre.

Ante miles de peregrinos, el Pontífice advirtió sobre el riesgo de que las personas se conviertan en “máquinas”, atrapadas en un torbellino de actividades que no colman el sentido profundo de la existencia. “No somos máquinas, tenemos un corazón; más aún, podríamos decir que somos un corazón”, afirmó.

Al reflexionar sobre el pasaje del Evangelio de san Mateo —“Donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón”—, León XIV denunció la creciente concentración de la riqueza financiera. “El verdadero tesoro no está en las arcas de la tierra, no está en las grandes inversiones financieras, nunca tan temeraria e injustamente concentradas como hoy, idolatradas a costa sangrienta de millones de vidas humanas y de la devastación de la creación de Dios”, sostuvo.

El Papa reconoció que la vida humana implica asumir responsabilidades, resolver problemas y afrontar dificultades, recordando que Jesús mismo se comprometió plenamente con la realidad humana. Sin embargo, alertó que la hiperactividad puede convertirse en un “torbellino vertiginoso” que roba la paz interior y deja a las personas vacías al final del camino.

En ese contexto, explicó que la sensación de vacío surge cuando se olvida la naturaleza profunda del ser humano. “No somos máquinas, sino que tenemos un corazón”, reiteró, subrayando que es allí donde se custodia el verdadero tesoro.

Inspirado en san Agustín, León XIV describió al corazón humano como “inquieto”, una inquietud que —lejos de ser negativa— indica que la persona está orientada hacia su destino último. “Nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en Dios”, recordó, señalando que esa búsqueda no es caótica, sino un camino de regreso “a casa”.

El Pontífice insistió en que el verdadero refugio del corazón no se encuentra en la acumulación de bienes, sino en el amor de Dios. Ese amor, precisó, se experimenta concretamente en el encuentro con el prójimo. “El tesoro se encuentra amando a los hermanos y hermanas de carne y hueso que encontramos en el camino, cuya presencia nos invita a reducir el ritmo, mirarlos a los ojos y, a veces, incluso a cambiar de planes o de rumbo”, expresó.

Finalmente, León XIV subrayó que el corazón humano no puede vivir sin esperanza ni sin la certeza de haber sido creado para la plenitud. “Este corazón no se decepcionará —concluyó— si entra en el dinamismo del amor para el que fue creado”.