El cuarteto, el ritmo emblemático de Córdoba que desde hace 80 años impulsa fiestas populares y trasciende fronteras, obtuvo este martes uno de los reconocimientos más importantes de su historia: la UNESCO lo declaró Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. La decisión se tomó durante la vigésima sesión del Comité Intergubernamental del organismo, que se desarrolla en Nueva Delhi, India, y consagra al género como un símbolo identitario central de la cultura argentina.
La candidatura comenzó a gestarse en 2022, impulsada por la entonces gestión municipal de Martín Llaryora y continuada por el actual intendente Daniel Passerini. El expediente fue elaborado en conjunto con la Cancillería y el Ministerio de Cultura de la Nación y reunió un amplio consenso entre especialistas, músicos, historiadores y referentes de la comunidad cuartetera, quienes destacaron el impacto social y cultural del género.
El documento presentado ante la UNESCO, titulado “Cuarteto, Música, Letra y Danza en la Ciudad de Córdoba”, recupera la memoria viva de esta expresión popular y analiza su evolución desde sus orígenes hasta la actualidad. Abarca desde los rituales de baile y su presencia en escenarios de todo el país hasta el valor simbólico del género en los barrios, donde el “tunga-tunga” sigue siendo una seña de identidad.

La definición de Patrimonio Cultural Inmaterial adoptada por la UNESCO en 2003 encaja de manera precisa con el cuarteto: un bien cultural vivo, en constante transformación, transmitido de generación en generación y recreado en función de nuevas experiencias, contextos y vínculos sociales.
Nacido en 1943, el cuarteto surgió para animar bailes populares con un pulso marcado de 2/4 y una sonoridad que combinó raíces criollas con influencias europeas. Con Leonor Marzano como figura fundacional, las primeras orquestas establecieron la estética del género, que con el tiempo sumó elementos caribeños, afrolatinos y secciones de vientos que renovaron su potencia. A pesar de la censura durante la última dictadura, el cuarteto mantuvo su espíritu festivo y cotidiano, y dio lugar a figuras icónicas como La Mona Jiménez y Rodrigo, entre muchos otros artistas que expandieron su alcance.

Hoy, los bailes cuarteteros son una expresión comunitaria que reúne a familias y jóvenes de todos los barrios, con orquestas numerosas, interacción constante con el público y un lenguaje corporal propio. Las señas barriales, las rondas, las parejas tomadas de la mano y el inconfundible “tunga-tunga” configuran una experiencia colectiva que trasciende la música para convertirse en celebración, identidad y pertenencia.
La declaración de la UNESCO reconoce al cuarteto como un patrimonio vivo, capaz de narrar historias, unir generaciones y mantener encendida la alegría popular. Cada acorde, cada baile y cada estribillo que resuena en Córdoba confirma que el género no solo forma parte de su cultura, sino que ahora también pertenece al mundo.

