La mitad de las personas con hepatitis no sabe que tiene la enfermedad


El Ministerio de Salud advirtió sobre la importancia de realizarse el test para poder acceder a los tratamientos y de esta manera evitar la transmisión. “Se trata de una enfermedad silenciosa y las persona consultan cuando tienen síntomas; entonces es importante ‘ir a buscar’ el virus”, señaló Sebastián Ferretti, presidente de la Sociedad Argentina de Hepatología.

El 50% de las personas con hepatitis crónica desconoce su diagnóstico según estimaciones del Ministerio de Salud, que junto a especialistas y organizaciones de la sociedad civil advirtieron la importancia de realizarse el test para poder acceder a los tratamientos y de esta manera evitar la transmisión del virus así como complicaciones que pueden llevar a la cirrosis o el trasplante hepático.

“El gran problema de la hepatitis crónica es que se trata de una enfermedad silenciosa y las persona consultan cuando tienen síntomas; entonces es importante ‘ir a buscar’ el virus, sobre todo en el caso de la hepatitis C, que tiene un 30% de posibilidad de evolucionar a cirrosis”, señaló a Télam Sebastián Ferretti, presidente de la Sociedad Argentina de Hepatología (SAHE), en el marco del Día Mundial de esta enfermedad.

Hepatitis significa inflamación del hígado; en la mayoría de los casos es provocada por un virus y hay tres que son los que más frecuentemente llevan a esta situación: A, B y C.

“Hasta 2005 la hepatitis más prevalente era la A; desde entonces, gracias a la vacunación y a las mejorías en las cloacas, el nivel de casos es muy bajo, no más de 10 al año. Actualmente las más comunes son la B y la C”, describió Ferretti.

Hepatitis A

La hepatitis A se contagia principalmente por ingerir agua o alimentos contaminados, aunque también puede darse por sexo anal con penetración o sexo anal-oral (contacto boca-ano); los síntomas son aparición repentina de náuseas, vómitos y falta de apetito, fiebre, y en los primeros días la orina puede tornarse oscura y las heces pálidas; con el correr de las semanas la persona puede ponerse amarilla.

Esta hepatitis no tiene un tratamiento específico, suele autolimitarse y no evoluciona a formas crónicas, pero en algunos casos puede evolucionar a cuadros graves.

“Desde que se incorporó la vacuna contra la hepatitis A en el Calendario, con una dosis única al año de edad (una estrategia argentina que fue reconocida mundialmente) hubo un marcado descenso de casos con la desaparición de los brotes epidémicos y complicaciones asociadas como la hepatitis fulminante y el trasplante hepático”, dijo el Subsecretario de Estrategias Sanitarias en Ministerio de Salud, Juan Manuel Castelli.

En la actualidad, las tasas de notificación de hepatitis A aguda tienen una incidencia que va de 0,02 a 0,19 casos cada 100 mil habitantes, según el año.

Hepatitis B

La hepatitis B se transmite principalmente por contacto directo con fluidos corporales como semen, secreciones vaginales o sangre, y no se transmite por saliva, sudor, lágrimas ni por leche materna, pero sí se puede hacerlo durante la gestación, por lo que es vital el control durante el embarazo y la vacunación al momento del nacimiento.

Para esta hepatitis existe una vacuna que en Argentina se aplica a recién nacidos/as dentro de las 12 horas de vida, y otras dosis junto con las vacunas del Calendario a los 2, 4 y 6 meses de vida; también se da a otros grupos específicos como trabajadores de salud, personas en tratamiento de hemodiálisis y politransfundidas, entre otras.

Esta hepatitis puede cronificarse y existen tratamientos altamente efectivos para estos casos que previenen la necesidad de trasplante, el desarrollo de cirrosis y cáncer de hígado y disminuye la mortalidad global.

La tasas de hepatitis B en los últimos cuatro años presentan un promedio de 1,26 por cien mil habitantes.

Hepatitis C

En el caso de la hepatitis C no hay vacuna pero sí hay tratamientos recientes (que duran entre 8 y 12 semanas) que permiten la cura.

Aunque se puede presentar como una infección aguda, lo más frecuente es que se desarrolle de forma asintomática, evolucionando a una enfermedad crónica (persistente) que con el tiempo puede conducir a cirrosis, cáncer de hígado y múltiples complicaciones fuera del hígado.

La forma de transmisión es por contacto con sangre infectada al compartir agujas, jeringas o elementos cortopunzantes.

La principal estrategia para reducir la cantidad de personas que desconocen que tienen hepatitis es el testeo universal, por lo que al menos una vez en la vida todos los mayores de 18 años y personas gestantes de cualquier edad deberían testearse. Para esto, desde el Ministerio hemos simplificado el diagnóstico a través del uso de pruebas rápidas y diagnóstico en un sólo paso (test reflejo)”, indicó Castelli.

Y añadió que “durante 2020 y 2021 impulsamos el tratamiento universal independientemente del grado de fibrosis hepática, eso es central y ha sido un punto de inflexión en el acceso”.

Por su parte, María Eugenia De Feo Moyano, presidente de la Fundación HCV sin Fronteras, señaló que “Argentina está muy bien posicionada en la región porque el acceso al diagnóstico y tratamiento para las hepatitis virales son absolutamente gratuitos en todos los subsistemas de salud”.

“Los centros de salud públicos, obras sociales y prepagas lo cubren integralmente y si hasta el año pasado quizás había dificultades o retrasos para acceder en obras sociales y prepagas, desde que logramos la Ley 27.675 (de Respuesta Integral al VIH las hepatitis Virales, ITS y Tuberculosis) se ha solucionado totalmente”, indicó.

En cuanto a los desafíos, De Feo Moyano, referente de la temática de la sociedad civil, señaló que “como en Argentina más de 300 mil personas pueden tener hepatitis B o C y la mitad no lo sabe, es imprescindible aumentar el diagnóstico; otro punto es la información a la comunidad y efectores de salud”.

Desde la SAHE, enfatizaron que “por prejuicio o desinformación muchas personas creen que no estuvieron expuestas al virus o que están protegidas por las vacunas, pero la hepatitis C no es de las hepatitis que pueden prevenirse con vacuna (esas son la A y la B) y ésta se transmite por contacto con sangre contaminada”.

“Durante muchos años, este virus circuló pero no se lo conocía, y además no existía la conciencia actual sobre las medidas de esterilización de instrumental. Por lo tanto, miles de personas contrajeron hepatitis C -sin saberlo- en tratamientos odontológicos o de belleza, cirugías, al realizarse tatuajes, piercings, al recibir transfusiones o compartiendo jeringas”.