“La mies es mucha de verdad y necesitamos reforzar las vocaciones”, Mons. Martínez en “Radio Ars”.


De esta manera se refirió en el programa del sábado en el Seminario, el obispo de la Diócesis de Posadas,  Juan Rubén Martínez, acerca del crecimiento poblacional de las comunidades, que no solo se da en Posadas y en Garupá, sino también en otras localidades de la provincia de Misiones, y cómo esto genera la necesidad de más vocaciones sacerdotales. De esta forma, Monseñor, comentó en “Radio Ars”, las consecuencias que genera esta situación de ampliación y crecimiento, y cómo repercute en las iglesias, por la falta de “operarios” de la fe.

En este sentido el obispo diocesano instó a todas las comunidades, a rezar por los sacerdotes y a pedir especialmente, por “la aparición de más vocaciones», para poder atender todas las necesidades del pueblo. «Tenemos la gracia de que tenemos algunos jóvenes que están experimentando el llamado y que están respondiendo”, aseguró Martínez, y a su vez aclaró: “Pero obviamente, necesitamos muchos más”.

Posteriormente, y a pesar del pedido de reforzar las vocaciones, Monseñor brindó un mensaje de aliento para todos: “Caminamos con mucha esperanza y de pie, a pesar de las cruces, de las situaciones tan adversas, porque tenemos la certeza que el Espíritu Santo, nos acompaña”.

En este contexto, el Obispo de la Diócesis de Posadas, comenzó diciendo en la entrevista del sábado en “Radio Ars” que sentía mucha alegría, de poder participar en esta fiesta, que comenzó con “una especie de triduo, porque el viernes, estuvimos celebrando con los sacerdotes, y estuvimos los tres obispos de la provincia. Fueron muchos los curas que estuvieron en el Seminario, celebrando. A su vez, estuvieron presentes, ex alumnos del seminario”.

Sobre el programa de radio que una vez al año realiza el seminario expresó: “Hoy (por el sábado) tenemos la fiesta de la comunicación (Radio Ars), y mañana (por el domingo) tenemos un encuentro con el pueblo de Dios, con la Misa de las 11 de la mañana y un almuerzo comunitario. Estamos viviendo la fiesta del Patrono del Seminario “Santo Cura de Ars”, Patrono de los sacerdotes, con el plus de estos 60 años fomentando las vocaciones, como dice el lema, y 20 años formando sacerdotes”.

Acerca del significado del Lema en este 2023, “60 años promoviendo vocaciones, 20 años formando sacerdotes”, Monseñor Martínez se refirió: “Por una parte, los 60 años promoviendo vocaciones, como una clave, que tuvo desde que se creó la diócesis, y que la profesora María Angélica Amable estuvo explicando anteriormente. Cuando se fundó la diócesis, era toda la provincia de Misiones, y se fomentaba las vocaciones en la provincia, con distintas realidades que tuvo a lo largo del tiempo. A mí, me tocó los 20 años, directamente formando sacerdotes porque llegué a la diócesis de Posadas, como cuarto obispo en marzo de 2001”.

En esta misma línea agregó: “En el 2002, junto con el obispo de Iguazú, tuvimos la apertura de nuestro Seminario Mayor, e hicimos la propuesta. Por lo pronto, en ese momento, para toda la Etapa de la Filosofía, que al tener el profesorado en el Instituto Montoya, y sabiendo que la provincia de Misiones tenía una realidad  de necesidad, del armado de la diócesis con sacerdotes incardinados y que eran muy pocos; entonces surgió esta iniciativa de la apertura del seminario”.

“Sin embargo”, contó Martínez, que “conocía toda esta situación por aquel entonces, porque desde el año 1985 con otros dos sacerdotes, (eran tres), abrimos un seminario para la región del Nordeste en Resistencia. Allí se inauguró el Seminario Mayor en 1985, y yo, fui el primer Rector de ese seminario durante nueve años. Entonces conocía Misiones, las problemáticas, las características de una provincia que tenía -con la gracia de Dios- una fuerte presencia de sacerdotes religiosos, sobretodo de los padres verbitas, pero había muy poco clero diocesano”, indicó.

 

La llegada de Juan Rubén Martínez a la Diócesis de Posadas

Sobre su llegada a Posadas, Mons. contó que estuvo desde el año 1985 al año 1994 como Rector, en el Seminario de Resistencia. Y que en 1994, lo ordenaron obispo en Reconquista. “En esta localidad, estuve hasta el año 2001, cuando el Papa Juan Pablo II me pidió que viniera a Posadas. Y el Nuncio cuando me habló me dijo: Mire que va a ir a un lugar donde necesita que se fomente el clero diocesano”.

Al mismo tiempo amplió: “El nuncio apostólico que teníamos en  la Argentina, en ese tiempo, era un español de apellido Abril y Castelló. Y Monseñor  Abril y Castelló me dijo que en Posadas, venían, con un gran retraso del clero diocesano, entonces me dijo: `usted que trabajó en el seminario con las vocaciones, es clave para Misiones que haya más sacerdotes` y yo dije: `bueno, espero. Porque las vocaciones las manda Dios; espero que Dios me ayude, y así me vine para Posadas”.

“Me puse a rezar, siendo obispo electo de Posadas y empecé a pedir por la reapertura del seminario. De alguna manera, acá en el seminario era pre-seminario, es decir, un Seminario Menor, pero en realidad era una casa de vocaciones, porque aquí no vivían seminaristas, sino que vivían tres sacerdotes, que tenían un encuentro al mes”.

“Entonces pensé que, como aquí ya había experiencia de vida del seminario, a partir de la oración, podríamos comenzar a trabajar. Obviamente que en los  60 años, hubo etapas y algunas veces había seminaristas viviendo en esta casa. Ya me encontraba orando y pidiendo para reabrir el pre-seminario para que haya seminaristas viviendo acá. Pero además, había que arreglar la casa, y adecuarla” expuso Monseñor Martínez.

Sobre su intención de reapertura en la época que llegó a la capital provincial, Monseñor Juan Rubén Martínez detalló: “Cuando vine a Posadas, vine con la intención de la reapertura. Y la idea, no solamente era que vengan una vez al mes a hacer un encuentro, sino que la idea era que vengan a instalarse. Porque no hay nada mejor para favorecer las vocaciones que tener seminaristas viviendo en este lugar”.

“Tenía la responsabilidad como obispo de toda la tarea pastoral, pero el Nuncio me acentuó el tema de las vocaciones y de los sacerdotes de la diócesis. Así que, tenía esa consigna. Eso seguramente ayudó a que no mucho tiempo después, estuviésemos abriendo el Seminario Mayor en relación, en un primer momento, con la etapa filosófica.

 

Los desafíos con los que actualmente conviven los seminaristas y sacerdotes

“Los seminaristas van teniendo una formación, con toda una preparación durante los años de seminario, para vivir este llamado del sacerdocio en un tiempo no muy fácil, que digamos; uno tiene que decirlo así. Sin embargo, ningún tiempo fue fácil. Porque uno puede decir, `nuestro tiempo es el más complejo`. No sé, si uno puede llegar a decir eso. Porque cada época en la historia tuvo sus tiempos terribles. En la historia, en los 2000 años de la Iglesia, fueron pasando por diferentes momentos”.

Sobre este tema, el obispo de la Diócesis preguntó: “¿Y por qué seguimos caminando en esos diferentes momentos? Asimismo respondió: “Porque somos instrumentos, y quién nos ayuda es el Espíritu Santo. La Iglesia cuenta con eso a favor, que no es poca cosa”, reflexionó.

“El Espíritu Santo es quien nos abre los caminos en los diferentes momentos de la historia. Y en este momento también tenemos que decirlo, no es fácil lo que nos toca. Pero caminamos con mucha esperanza y de pie, a pesar de las cruces, de las situaciones tan adversas, porque tenemos la certeza de que el Espíritu Santo nos acompaña”.

 

La misión del Seminario Diocesano “Santo Cura de Ars”

Respecto de la misión, el obispo de la diócesis de Posadas mencionó: “La clave del seminario, tiene que ver con que haya vocaciones, porque la mies es mucha y acá que en Misiones, sabemos que es impresionante el crecimiento poblacional. Obviamente en Posadas – Garupá, es sorprendente, pero no solamente acá, sino en toda la provincia, que por su crecimiento poblacional, presenta una gran demanda”.

“Por ejemplo, la comunidad de Jesús Misericordioso, en Itaembe Mini, que tiene entre 70.000 y 80.000 habitantes en ese conglomerado de personas. O las parroquias que van creciendo, y los barrios como Itaembe Guazú, que en este momento tiene más de 40 mil habitantes.  Además de las demás parroquias que son muy abundantes en el interior, y en todos los lugares. El caso de Cerro Azul, que fue creciendo en barrios, y que de hecho, ha abierto capillas. Y así en toda la provincia”, añadió.

“Entonces la mies es mucha de verdad y necesitamos reforzar las vocaciones. Tenemos la gracia de que tenemos algunos jóvenes que están experimentando el llamado y que están respondiendo, pero obviamente necesitamos muchos más”.

Respecto a las próximas ordenaciones desde el Seminario Diocesano, Mons. Martínez pronunció: “Tenemos tres diáconos que están encaminándose  a la ordenación sacerdotal y eso es una gracia de Dios muy grande. Este año, ordené a tres: dos de la vida religiosa y uno para la diócesis; es una gracia de Dios inmensa. Y están en camino dos al diaconado, también en el seminario, así que eso es bueno”.

Al respecto mencionó que, “hay que fomentar también, porque hay muchos jóvenes que tienen el llamado, y las comunidades tienen que orar,  tienen que ser muy conscientes de esto. Tienen que rezar mucho por las vocaciones, pidiéndole a Dios que envíe operarios a su mies y de todos lados”.

 

Cómo atender al llamado de Dios, a la vocación.

Al respecto Monseñor dijo: “Dios llama, después hay que experimentar el llamado y responder con simplicidad. Y es un llamado en donde experimentamos que Dios nos ama, y que es un llamado al amor de Dios”.

Al referirse a las vocaciones explicó que “la vocación, es un llamado, que fundamentalmente es, como algo que experimentamos en nuestro interior. Esa constante que va reapareciendo, y diciendo: ¿Esto no será lo tuyo? Dios va obrando de esa manera, no es que viene un ángel, nos llama y nos dice: `vos tenes que ser`, ¡no! Sino que es algo que está dentro de nosotros, que vamos sintiendo esa inquietud interiormente que aparece y reaparece” aseguró Martínez.

En relación a cómo actuar frente al llamado de Dios, el obispo diocesano reveló: “Es bueno, poder hablar sobre esto. Pero no es bueno hablar de vocación así, con todos. Sino que es una plantita que hay que cuidar. Si está esa semilla y esa plantita, hay que cuidarla y acompañarla. Por eso es bueno que quien tenga una inquietud, se acerque a hablar con el sacerdote de la parroquia más próxima y que le pueda plantear al Padre qué es lo que está sintiendo”.

A su vez instó a que “es bueno, si tiene alguna cercanía con el seminario, que también se acerque y pueda hablar con algunos de los sacerdotes, porque no hay edad para atender ese llamado, puesto que Dios llama cuando quiere. La lógica humana en el plan de Dios, no existe casi. Esa es la realidad.

 

“Dios obra al revés”

“Siempre digo esta expresión”, recordó Martínez, “Dios obra como quiere, y el llamado no es el llamado que la gente ve y dice: `Ay, este muchacho tiene que ser sacerdote`. No sé, tal vez el que menos lo haya pensado, capaz que Dios llama al que quiere, como pasó con Pedro, que era pescador. Pedro, no era un niño. Pero él, cuando Jesús lo llamó, Pedro le dijo: `Apártate de mí que soy pecador`. Él se reconocía diciendo: ¿cómo me vas a decir a mí? si soy pecador”.

“Y  Jesús le dijo: `Pedro sígueme`, porque en el fondo es Él, es Dios el que llama. Es su amor, y los caminos son totalmente variables. Hay algunos ejes de la vocación, como ese, que Dios es quien llama, pero luego la manera va variando en cada uno. Por ese motivo, es bueno comunicar bien, cuando se tiene esta inquietud, hay que acercarse a alguien que sepa escuchar, porque si es algo de Dios, tiene que ser algo interno y es algo que hay que cuidar”, subrayó.

“La vocación es algo muy lindo, es una experiencia muy profunda, y hay que ponerla al acompañamiento de quienes pueden acompañar en realidad  algo tan importante como una vocación”, completó.

 

Una “pequeña parte” de la historia del actual obispo de la Diócesis de Posadas.

Sobre su historia personal, Monseñor Juan Rubén Martínez contó: “Ingresé a los 22 años al Seminario. Estaba estudiando abogacía en la UBA en Buenos Aires y era una época muy diferente. Cuando hablamos de los años 70, era una época con muchos ideales, con muchos jóvenes con búsquedas muy variadas y muchas veces erradas, lo debo decir. Eran búsquedas que eran por política”.

“Obviamente que la política es algo valioso, pero en ese momento había opciones, también por la violencia, idealizando, buscando soluciones, a veces con métodos violentos, y en ese contexto, hubo mucha búsqueda. En medio de esa averiguación, también estaba Dios evidentemente. De hecho, percibí opciones por caminos violentos, y mi búsqueda me mostró claramente que no estaba allí”, recordó.

Del mismo modo rememoró que tuvo un acercamiento en esos años, “a la figura de San Francisco de Asís, que a través de un libro que me habían regalado, y de una película biográfica  de Francisco de Asís, que se llama  “Hermano Sol, hermana Luna”, dirigida por Franco Zeffirelli en 1972, que la vi como seis o siete veces; me fueron haciendo mucho bien”.

“Fue así que además de esto, hablando con un amigo en ese tiempo en Recoleta, luego de salir  de clases de la Facultad de Derecho y estar un sábado a la noche, que había unos ancianos que cruzaban hacia el asilo y un auto, que pasó por ahí, que se dirigía a La Biela, casi los atropella. Nuestra reflexión esa noche fue decir: ¿Qué te hace más feliz en la vida?: ¿Esto, que hace esta gente que vive en la “chacota”, o ir a ayudar a estos abuelos a cruzar la calle para ir al lugar en donde viven?”

“Siento que fue a partir de ahí, que Dios fue obrando a través de esas “chispitas” que iban provocando el darme cuenta que lo que Dios pedía era todo, en la vida de uno”.

 

La reacción de la familia de Juan Rubén, luego de que optara por la vida clerical

En relación a cómo reaccionó su familia cuando tomó la decisión de ingresar al seminario, Mons. expresó: “Yo lo iba caminando  a esto. De hecho después ingresé en un grupo de una parroquia que era de la Pastoral Universitaria y estaba allí, compartiendo con los jóvenes que uno de ellos ingresó al seminario, también”.

“Recuerdo que me acerqué al seminario para hablar, y que de hecho, entré tarde, porque me costó tomar la decisión. Cuando en marzo habían ingresado todos mis compañeros, yo aún no lo había hecho. Estaba con frenos e interrogantes. Hasta que en Semana Santa de ese año y en la Misa de la Vigilia Pascual, me pidieron que leyera una lectura en la parroquia, ahí tomé la decisión de entrar al Seminario”.

“Entonces fui a hablar con el obispo de San Isidro, Mons. Aguirre, y me dijo `sí bueno, pero tiene que ser ahora, porque ya están todos`. En aquel momento, lo tuve que anunciar en casa: mi mamá se lo tomó bien, mi papá, yo no sabía cómo se lo iba a tomar. Por eso le dije antes a mi hermana que si mi papá se enojaba mucho, que yo me iba a ir a la casa de ella. Pero se lo tomaron bastante bien, y me fueron acompañando en la vocación”.

En referencia a cómo se sintió a la hora de comunicar esta decisión, Mons. puntualizó: “El tener que decir esto, obviamente que no es fácil.  Mi papá, sobre todo, había pensado que yo iba a ser abogado. Yo, estaba en cuarto año de Derecho, entonces para él, pensaba, que podía haber sido difícil. Sin embargo, fue muy respetuoso y mamá también. Así que no puedo decir que no fui acompañado, aún cuando fue algo tan fuerte, sentí que ellos respetaron mi decisión”, aseveró.

 

El recuerdo de la ordenación sacerdotal de Juan Rubén Martínez

“La mío fue bastante rápido en el seminario, porque no había introductorio como tenemos ahora. Tenía 26 años, e iba a cumplir 27, pero estuve 5 años en el seminario. Y en mi quinto año, fui ordenado sacerdote, estando terminando el tercer año de Teología. Me faltaba el cuarto, y ese último, lo hice ya como sacerdote, porque ya me dejaron en el seminario”.

“El último año era para acompañar a los nuevos que iban entrando. Entonces se adelantaron mi ordenación, para que en mi cuarto año de Teología, mientras cursaba, como sacerdote, acompañara a los muchachos que ingresaban”.

 

Los desafíos de quienes son recién ordenados

 Al hablar de los desafíos de los sacerdotes, cuando recién se ordenan, Mons. Martínez se acordó que: “De repente te encontrás con situaciones que la gente te presenta sus necesidades y te hace discernir. Hay que decir que en primer lugar, para algunos es difícil, pero está la gracia de Dios. Ese componente es un componente impresionante, como nos va ayudando en la misión, que tenemos. Dios, nos envía una tarea, y uno se puede sentir débil, con fragilidades, pero también va acompañado de la gracia de Dios”.

Sobre el primer contacto con la gente luego de ser ordenado sacerdote, se refirió: “Hay algo que es como una clave, que es un compuesto que está en los años de formación, y eso es parte de la vocación, que es querer. Es como esa identificación con Jesús, que decimos, tener los mismos sentimientos que Jesucristo y sentir compasión. Desde la experiencia del amor de Dios, también sentir compasión por la gente”.

“Así que también es un disfrute estar con la gente y participar como una gran familia, como una parroquia, porque ahí están las alegrías y los dolores. Y la gente te participa de todo eso y se forma una familia. Todo eso hace que nuestra vida y el llamado estén cargados de sentido”.

Además Monseñor, analizó el accionar de la Iglesia frente a la difícil realidad del país. En este contexto comentó: “Nuestras reuniones, que por ejemplo, son dos muy importantes que tenemos de las Plenarias, en donde estamos todos los obispos de Argentina. En donde, participamos y comentamos todas nuestras preocupaciones, y obviamente dentro de estas, aparece la preocupación de nuestra gente, y las situaciones de marginalidad y sufrimiento que percibimos en las diócesis”.

“Cada obispo expresa, manifiesta los dolores y los sufrimientos, en sus propias realidades, que tocan el corazón de uno, el corazón del pastor. Entonces eso nos hace bien porque compartimos y eso nos lleva a discernir juntos y expresarnos juntos, por ahí a través de un texto, pero también a través de nuestras pastorales, nuestras opciones. Porque a partir de lo que discernimos, luego lo expresamos en nuestra realidad pastoral”.

 

El agradecimiento y pedido de Mons. Martínez a la comunidad

Para finalizar el obispo de la Diócesis de Posadas, agradeció a todo el equipo del Seminario y a todos los medios de comunicación que cubrieron esta cuarta edición de «Radio Ars». Además pidió que “recen mucho por el seminario, por las vocaciones, porque las necesitamos”, concluyó.

 

 

 

Monseñor Juan Rubén Martínez

Nació el 20 de enero de 1953 en Olivos, Buenos Aires, hijo de don Juan Felipe Martínez y de doña Amalia Gaiser. Estudió Abogacía en la Universidad de Bs.As. A los 22 años, ingresó al Seminario San Agustín de San Isidro. Se graduó como Licenciado en Teología por la Pontificia Universidad Católica. Fue ordenado Presbítero el 22 de diciembre de 1979. En su primer destino pastoral fue Vicario Parroquial en la Catedral de San Isidro. Formador, Director Espiritual y vicerrector en el Seminario. En 1985, junto con otros sacerdotes, fundó el Seminario Interdiocesano “La Encarnación” del NEA en Resistencia, Chaco, a la vez que se desempeñó como Rector en los inicios de dicho Seminario.

En la Arquidiócesis de Resistencia fue, al mismo tiempo, Vicario de la Parroquia de Charadai Barberán, Asesor de la Pastoral Diocesana de Juventud y Miembro del Consejo de Presbiterio de la Arquidiócesis. El 12 de febrero de 1994, el Papa San Juan Pablo II lo nombró Obispo de Reconquista. Su consagración Episcopal fue el 19 de marzo de 1994 en la Iglesia Catedral de Reconquista de manos de Monseñor Casaretto, y como co-consagrantes, los Arzobispos Juan J. Iriarte y Carmelo Juan Giaquinta.

El 25 de noviembre de 2000, el Papa San Juan Pablo II lo nombró Obispo Diocesano de Posadas, Misiones. Tomó posesión de su sede el 10 de marzo de 2001.