“La mayoría se enfrenta a la difícil decisión de elegir al menos malo”


En exclusiva con Radio TupaMbaé, Vicente Palermo, politólogo y miembro del Club Político Argentino, ofreció un análisis exhaustivo del debate televisivo de los candidatos a vicepresidentes, protagonizado por Agustín Rossi (Unión por la Patria) y Victoria Villarruel (La Libertad Avanza) en la noche del miércoles.

Palermo compartió sus reflexiones y aportó su mirada específica, técnica y profesional sobre el actual escenario político argentino. Su análisis no solo se centró en el debate en sí, sino que también abordó posibles escenarios de cara al próximo enfrentamiento televisivo entre los candidatos a presidentes programado para el domingo 12 del corriente.

Durante el debate, los aspirantes a la vicepresidencia se vieron envueltos en intensos cruces, sirviendo como preludio al próximo enfrentamiento entre los candidatos presidenciales. Los temas discutidos abarcaron cuatro ejes temáticos fundamentales: “Economía y trabajo”, “Seguridad y defensa”, “Salud, educación y políticas sociales”, y “Justicia, derechos humanos y transparencia”.

En este contexto, Vicente Palermo, politólogo y miembro del Club Político Argentino, profundizó en su análisis sobre los procesos políticos actuales en Argentina, centrándose en los debates y compartiendo su visión crítica respecto a la estructura de los mismos. Al respecto señaló que, al diseñarse de manera similar a los debates presidenciales, “obligan a los participantes a adoptar un tono frenético y responder a toda costa”. Describió este formato como un “ping-pong” que dificulta seguir argumentos con claridad y permite poco espacio para la reflexión.

En contraste con sus críticas al diseño del debate, Palermo reconoció un aspecto positivo del debate, al destacar el intento de jerarquizar el papel de la vicepresidencia. Expresó la importancia emergente de comprender que el vicepresidente “puede desempeñar un papel significativo y positivo en el panorama político argentino”.

Además, subrayó la paradoja de la vicepresidencia en el sistema presidencialista argentino, donde, a pesar de tener una importancia potencial considerable, el vicepresidente carece de poder en situaciones normales. Sin embargo, señaló la posibilidad de que el vicepresidente asuma funciones más relevantes si estas son claramente concedidas por el presidente, una práctica que difiere de la tradición argentina, marcada por la desconfianza y la tendencia a mantener al vicepresidente alejado de responsabilidades significativas.

En referencia al debate de la noche anterior, Palermo contextualizó la discusión al mencionar la excepcionalidad de situaciones en las que el vicepresidente desempeña un papel clave, como el voto de desempate en el Senado, un ejemplo notable siendo el caso de Julio Cobos con la resolución 125. Este hecho histórico sirvió como marco para entender la dinámica del debate reciente.

Posteriormente, Vicente Palermo detalló que el debate, “estuvo marcado por un frenesí constante de anticipación y desestabilización entre los candidatos, acompañado por una considerable cantidad de chicanas”. Al abordar la dinámica del enfrentamiento, destacó la situación en la que Agustín Rossi, representante del gobierno, se encontraba expuesto a vulnerabilidades considerables debido a las numerosas deficiencias y graves problemas de la gestión.

Por otro lado, señaló la agresividad notable de Victoria Villarruel, candidata a vicepresidenta por La Libertad Avanza, destacando que parecía estar investida por una fuerte determinación de impedir que el otro candidato expresara sus ideas. Palermo encontró esto peculiar, ya que Rossi, a su juicio, enfrentaba desafíos más objetivos, y Villarruel, aunque no exenta de responsabilidades por sus palabras, se encontraba en una posición más favorable.

En cuanto al comportamiento específico de Villarruel durante el debate, Palermo expresó: “Sistemáticamente no permitió que Rossi hablara y lo acusó de mentiroso constantemente”. Calificó el debate como bastante malo o incluso muy malo, resaltando la ausencia de diálogo, exposiciones claras y argumentadas ante los oyentes, añadiendo que no hubo momentos significativos.

Palermo ilustró su punto con ejemplos específicos, como el momento en el que Rossi estaba argumentando sobre la importancia de mantener relaciones políticas con socios comerciales como China. En este contexto, destacó la interrupción por parte de Villarruel, impidiendo que Rossi concluyera su argumento y señalando que la candidata no respondió de manera efectiva. Esta situación, según Palermo, creó la paradoja de que el candidato con mayores dificultades objetivas, perteneciente a un gobierno que él considera muy deficiente, intentara argumentar con calma y aplomo.

En relación al formato del debate televisivo, el politólogo, expresó: “Se podría decir que la decisión estratégica del debate es que se peleen como gladiadores y que salte la sangre, que el público los vea como las gotas de sangre o las manchas de sangre se van cubriendo a los candidatos a medida que pasa el tiempo, porque eso es lo que se busca”.

Sin embargo, manifestó su desacuerdo con esta perspectiva, sugiriendo que existen diseños más efectivos para un diálogo intenso, donde cada participante busca demostrar que la posición del otro es equivocada o que, en algún tema, está mintiendo. Opinó que no es necesario que se traten como enemigos mortales, lanzándose ataques precipitados y vertiginosos sin argumentos sólidos.

Un modelo de debate “más dialogado, con libertad y sin interrupciones”

Asimismo,Vicente Palermo, politólogo y miembro del Club Político Argentino, propuso un modelo de debate más dialogado, donde los participantes se sienten alrededor de una mesa con dos moderadores, teniendo la libertad de pedir la palabra sin interrupciones, pero con un tiempo máximo establecido. Destacó la importancia de fomentar un clima de confrontación dominado por el diálogo, en lugar de la acusación y el grito e indicó que el moderador tendría la responsabilidad de evitar caer en acusaciones personales recurrentes, interrumpiendo estas transgresiones a las reglas.

Al abordar las discusiones y la falta de explicaciones concretas durante los debates, el politólogo reconoció la dificultad de explicar un plan de gobierno minuto a minuto en el lenguaje televisivo. No obstante, señaló la posibilidad de exponer las etiquetas de dicho plan y plantear objeciones y defensas. Destacó la importancia de basar estas argumentaciones en hechos concretos, evitando recurrir a chicanas, insultos o un uso pícaro del lenguaje.

Además, recordó un momento específico del debate, donde Victoria Villarruel enumeró una lista de acciones irresponsables del gobierno de Fernández. Palermo mencionó que Agustín Rossi no respondió a esta lista, lo cual consideró como una oportunidad perdida y sugirió que Rossi podría haber replicado destacando las inconsistencias extremas o posiciones ilusorias de La Libertad Avanza sobre varios temas, utilizando un enfoque argumentativo en lugar de dejar pasar la oportunidad.

Frente a la pregunta sobre si los cuatro ejes temáticos del debate presidencial contienen las respuestas anheladas por Argentina, y si se anticipa que el debate del domingo será productivo o una repetición de lo observado en el debate de vicepresidentes, Vicente Palermo expresó su escepticismo sobre la utilidad de los debates en general. Argumentó que, según estudios sobre opinión pública y electoral, el impacto de los debates es mínimo y marginal, y la gente tiende a tener ya decidido su voto sin que los debates influyan significativamente.

El “menos peor”

Para concluir, Palermo reconoció la necesidad de debates como oportunidades de contraste y diálogo entre candidatos, pero no se ilusiona con su efectividad para orientar al votante.En cuanto a la definición del electorado entre las dos opciones predominantes, descartó la tercera alternativa y diversas variantes de “no voto”. Afirmó que la característica distintiva de esta elección es la elección del “menos peor”, ya que ambos candidatos son percibidos como poco favorables.

Señaló que, aunque existen excepciones, como los peronistas que pueden optar por el voto peronista o los seguidores de Milei que respaldarían a su candidato, estos no son los votos más característicos. En su opinión, la mayoría de los votantes se enfrenta a la difícil decisión de elegir al “menos malo” entre las dos opciones presentadas.