«La droga es un suicidio en cuotas»: el crudo testimonio del padre Daniel sobre el drama del consumo y la exclusión en Posadas


En la capital provincial, crece la preocupación por el consumo de drogas entre adolescentes y la falta de respuestas estatales. El padre Daniel Pesce, de la Parroquia San Benito Abad, expuso la grave situación que atraviesan los barrios y el trabajo que realizan desde el Hogar de Cristo.

El párroco en la comunidad San Benito Abad de Posadas, brindó una extensa reflexión sobre el avance del consumo problemático de sustancias en Posadas. En diálogo con “Lo que faltaba” por Radio Tupambaé, aseguró que “el consumo está en alza y preocupa especialmente el ingreso de menores de edad, algunos con apenas 12 o 13 años, al mundo de las drogas”.

A partir del comunicado emitido por la Comisión Ejecutiva del Episcopado Argentino, el sacerdote reafirmó que “la Iglesia tiene los pies en el barro”, y que lo que se expresa en el documento episcopal “no es una postura ideológica, sino una descripción de la realidad que vivimos a diario en los barrios”.

 

“Vemos víctimas que terminan siendo criminalizadas por el sistema”

Desde su experiencia en el Hogar de Cristo de Posadas, el padre Daniel compartió una reflexión desgarradora sobre el consumo de drogas entre los jóvenes y la exclusión social que enfrentan en la actualidad. Con un diagnóstico claro, el sacerdote detalló que muchos de los chicos que llegan al hogar para iniciar un proceso de recuperación comenzaron a consumir a una edad temprana. «No es un fenómeno nuevo, viene de hace años. Y es multifactorial: hay una ausencia del Estado, un abandono de políticas públicas preventivas y una normalización social del consumo, especialmente de la marihuana», expresó.

El sacerdote explicó que, hoy en día, «la droga no está solo en los boliches como en los años 90, sino que circula abiertamente en las calles, plazas y estaciones». Aseguró también que muchos adolescentes creen equivocadamente que «la marihuana es inofensiva o más sana que el cigarrillo».

Sin embargo, advirtió que el mayor riesgo está en las «drogas cocinadas en los barrios», como el Paco, la Pedra o la pasta base, que son económicas pero «extremadamente dañinas». Mencionó, además, el uso de pastillas combinadas con alcohol y la proliferación de un mercado negro de psicofármacos. «Estas sustancias no solo dañan neurológicamente, sino que también afectan la salud física y social del joven, provocando un aislamiento y, en muchos casos, una espiral de delitos para sostener el consumo».

El sacerdote instó a la sociedad a mirar la problemática desde una perspectiva integral: «Como sociedad solo vemos al chico que roba para drogarse, pero no miramos lo que hay detrás. Ese pibe también es una víctima de un sistema que lo excluyó. No se trata de justificar, pero sí de entender las causas profundas para poder actuar con responsabilidad».

Crítica al enfoque punitivo del gobierno nacional

Una de las críticas más fuertes del padre Daniel fue contra la postura del gobierno nacional que propone bajar la edad de imputabilidad como única medida ante el avance del narcotráfico. «¿Qué hacemos con un chico de 12 años en la cárcel? Lo destruís para siempre. No hay políticas reales de reinserción. Si ni siquiera hay trabajo para adultos, menos para alguien con antecedentes», cuestionó el sacerdote.

En contraposición, valoró algunos esfuerzos del Estado provincial: «Aunque hay muchas carencias, hay presencia. Internar a un chico en situación de calle durante 30 días es algo, y eso lo valoro. Es contradictorio que, mientras algunos funcionarios locales votan leyes nacionales que recortan todo, a nivel territorial están con nosotros, acompañando».

Prevención desde la comunidad

El padre Daniel remarcó la importancia del trabajo realizado desde las escuelas y clubes parroquiales como herramientas fundamentales de prevención. «El acompañamiento cercano, educativo y afectivo es esencial para que los chicos puedan imaginarse una vida diferente«, afirmó.

A modo de autocrítica, el sacerdote señaló que, a veces, cuando la Iglesia aborda estos temas, se le acusa de hacer política. Sin embargo, subrayó que «no se puede separar la espiritualidad del compromiso con el dolor del pueblo. Ver a los chicos cantar, festejar un bautismo, celebrar la vida, eso también es fe. Como el Papa Francisco decía, quizás esa alegría desbordante sea el estadio de Dios».

Además, el cura describió sin rodeos la situación crítica de cientos de jóvenes atrapados por las adicciones en los barrios de la capital misionera. Lamentó el aumento de consumo entre chicos cada vez más jóvenes, señalando que ahora se reciben adolescentes de apenas 12 o 13 años ya enganchados. «Cuando les preguntás cuándo empezaron a consumir, te dicen a esa misma edad. No es nuevo, pero sí cada vez más brutal», afirmó. El Padre Daniel detalló con crudeza la situación en los barrios: «Lo que se consume en los barrios es veneno. Son residuos de cocaína cocinados con bicarbonato y virulana. Las pipas las arman con bombillas de mate. Eso les quema la boca, los pulmones y los deja expuestos a enfermedades como la tuberculosis», alertó.

El sacerdote también cuestionó la falta de acompañamiento del Estado nacional a los esfuerzos realizados por organizaciones como el Hogar de Cristo. «Los voluntarios están agotados. Ponen todo lo que tienen y lo que no tienen. Son gente humilde que también sufre las consecuencias del consumo en sus propias familias. Pero el Estado muchas veces se retira y deja todo en manos de estos vecinos», denunció.

Asimismo, criticó la hipocresía social que condena a los chicos por sus delitos sin mirar el trasfondo que los empuja a esas conductas: «Cuando un pibe roba para drogarse, lo queremos meter preso. Pero nadie se pregunta qué lo llevó hasta ahí. Nosotros vemos que ese victimario también es una víctima. Muchos solo conocieron la calle, la droga y la exclusión».

El rol de la Iglesia en la inclusión social

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El padre Daniel destacó que la drogadicción no distingue clases sociales y afecta a todas las capas de la sociedad. Sin embargo, aquellos con recursos pueden acceder a tratamientos privados, lejos de la mirada pública. En contraste, recordó con emoción cómo, en una misa en Luján, una señora expresó que la Virgen debía taparse los oídos por el ruido de los jóvenes, a lo que él respondió que, en realidad, la Virgen estaba aplaudiendo, pues esos mismos chicos, que hace un año se drogaban en las esquinas, ahora estaban en la iglesia.

El Hogar de Cristo en Posadas tiene actualmente cerca de 33 jóvenes en tratamiento entre sus dos sedes. «No somos un centro médico, somos una familia. Un lugar donde se vive con reglas, con consecuencias si se rompe algo, pero sobre todo con amor. Porque lo primero que perdieron los pibes por culpa de la droga fue la familia, y eso es lo que intentamos reconstruir«, dijo el padre Daniel.

La mirada crítica hacia el sistema y la sociedad

Con un mensaje alentador, el sacerdote amplió su testimonio interpelando a la conciencia social y política: «¿Dónde estaría Jesús hoy? Yo no lo veo entre altares de oro. Lo veo en la calle, con los chicos, en los comedores. Hay que dejar de romantizar la pobreza. De mostrar como historias de amor lo que en realidad es gente vendiendo alfajores con 80 años porque no le alcanza la jubilación. Esa es la verdadera tragedia».

Seguidamente, advirtió: «El consumo es un suicidio en cuotas. Y si no hacemos algo hoy, como sociedad, como Estado, como Iglesia, vamos a seguir perdiendo generaciones enteras«.

Cómo colaborar con el Hogar de Cristo

El Hogar de Cristo de la parroquia San Benito Abad se sostiene gracias al esfuerzo de voluntarios y donaciones. «No se pide carnet, ni afiliación, ni religión. Solo voluntad de ayudar«, aseguró el padre Pesce.

Contacto:
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