El Jubileo de los Diáconos 2025 ha congregado en Roma a miles de diáconos permanentes y sus familias, en un evento que se desarrolla del 21 al 23 de febrero. Este encuentro, enmarcado en el Año Santo bajo el lema «Peregrinos de esperanza», ha sido una oportunidad para reflexionar sobre el papel esencial de los diáconos en la Iglesia contemporánea.
La culminación del jubileo tuvo lugar el domingo 23 de febrero con una solemne Eucaristía en la Basílica de San Pedro. Aunque el Papa Francisco no pudo presidir la ceremonia debido a su hospitalización por una infección respiratoria, su homilía fue leída por el arzobispo Rino Fisichella, pro-prefecto del Dicasterio para la Evangelización. En su mensaje, el Santo Padre destacó tres pilares fundamentales del ministerio diaconal: el perdón, el servicio desinteresado y la comunión.
«En la celebración eucarística sentimos al Papa Francisco – aunque en la cama de hospital – cercano y presente en medio de nosotros y esto – dijo monseñor Fisichella – nos obliga a hacer aún más fuerte e intensa nuestra oración para que el Señor lo asista en su momento de prueba y enfermedad».
En relación al perdón, el Papa subrayó la importancia de amar incluso a los enemigos, siguiendo el mandato de Jesús: «Amen a sus enemigos» (Lc 6,27). Resaltó que el diácono, en su labor en las periferias del mundo, debe ver en cada persona, incluso en quienes causan sufrimiento, a un hermano o hermana necesitado de reconciliación y ayuda.
Sobre el servicio desinteresado, Francisco recordó las palabras de Cristo: «Hagan el bien y presten sin esperar nada en cambio» (Lc 6,35). Enfatizó que este comportamiento es esencial en la vida del diácono, quien está llamado a ser testigo del rostro misericordioso del Padre y a servir sin buscar reconocimientos, actuando como puente entre el altar y la vida cotidiana de las personas.
Finalmente, el Papa abordó la gratuidad como fuente de comunión, señalando que dar sin esperar nada a cambio fortalece los lazos comunitarios y refleja la esencia del amor cristiano. Animó a los diáconos a promover la unidad y la colaboración dentro de la Iglesia, trabajando en armonía con obispos y presbíteros para construir una comunidad más solidaria y fraterna.
Este Jubileo de los Diáconos ha sido una ocasión propicia para renovar el compromiso de estos servidores en su misión evangelizadora, recordando que, a través del perdón, el servicio desinteresado y la promoción de la comunión, se convierten en auténticos «peregrinos de esperanza» en el mundo actual.