Ayer, la Ciudad de las Cataratas fue testigo de un hito significativo en su desarrollo educativo. Con la colocación de la piedra fundacional y la bendición de la obra, se dio inicio a la construcción del jardín de infantes «Niño Jesús de Belén», perteneciente al Instituto Nuestra Señora de Belén. La ceremonia estuvo a cargo del obispo de la Diócesis de Iguazú, Nicolás Baisi, y contó con la presencia de autoridades eclesiásticas y educativas, así como miembros de la comunidad.
El proyecto, liderado por el sacerdote y arquitecto Pablo Arroyo, quien dirige la parroquia Nuestra Señora de Belén y San José Esposo, tiene como objetivo no solo la creación de un jardín de infantes, sino la futura expansión hacia una escuela primaria, secundaria y eventualmente un instituto terciario. «El objetivo es que los niños puedan crecer y completar sus estudios en el mismo lugar», comentó Arroyo.
Detalles de la construcción
En esta primera etapa, se construirán las salas de nivel inicial, equipadas con sanitarios dentro de cada aula, así como oficinas administrativas necesarias para el funcionamiento del jardín. «Contamos con un terreno de 16 mil metros cuadrados, propiedad del Obispado, lo que nos permite soñar con un proyecto educativo de gran envergadura», explicó Arroyo. También destacó la importancia de ofrecer una educación que permita a los niños desarrollar sus vocaciones y alejarse de los vicios prevalentes en el barrio.
El financiamiento inicial para la construcción del jardín de infantes provino de una donación anónima, suficiente para cubrir esta primera fase. No obstante, la Diócesis de Puerto Iguazú deberá recaudar fondos adicionales para completar las etapas futuras del proyecto. «Esperamos culminar la obra del jardín en febrero de 2025 y comenzar las clases en marzo del mismo año, iniciando las inscripciones en diciembre», agregó Arroyo.
Compromiso con la comunidad
Ubicado en un barrio con una alta densidad de niños y desafortunadamente marcado por la venta de drogas, el nuevo jardín de infantes busca proporcionar un entorno seguro y educativo para los pequeños. «La educación es clave para prevenir que los niños caigan en los flagelos que destruyen familias como la droga y el alcohol», subrayó Arroyo.
La ceremonia de ayer no solo marcó el inicio de una nueva infraestructura educativa, sino que también simbolizó el compromiso de la comunidad eclesiástica y educativa de Puerto Iguazú con el futuro de sus jóvenes. Con esta iniciativa, la Diócesis de Puerto Iguazú reafirma su dedicación a formar ciudadanos íntegros y comprometidos con su comunidad. Corresponsalía de Puerto Iguazú de El Territorio y fotografía de Norma Devechi