Este sábado por la tarde, la Diócesis de Posadas celebró con gran fervor la Fiesta del Corpus Christi en la cancha de Guaraní Antonio Franco, convocando a miles de fieles bajo el lema “Denles ustedes de comer”. La jornada, que reunió a parroquias, colegios e instituciones de la ciudad y alrededores, incluyó actividades de animación y una obra teatral. La Santa Misa, presidida por el obispo Juan Rubén Martínez, culminó con una procesión hasta la Plaza 9 de Julio, donde se impartió la bendición solemne.
En su homilía, monseñor Martínez destacó el valor central de la Eucaristía en la vida cristiana, invitando a los fieles a profundizar en su significado más allá del ritual, enfatizando su vínculo con la caridad y la solidaridad. Recordó las tradiciones del Corpus en las reducciones jesuíticas guaraníes como un ejemplo de fe encarnada y llamó a “eucaristizarse”, es decir, a traducir la celebración en acciones concretas de amor hacia el prójimo. Rechazó una fe individualista, subrayando que la verdadera fe debe ser comunitaria y misionera, con un compromiso hacia los más necesitados. Finalmente, instó a vivir el Corpus con esperanza, enfocándose en una fe que fomente la justicia social y la solidaridad.
En el inicio de su reflexión, monseñor Martínez destacó el valor central de la Eucaristía en la vida de la Iglesia y llamó a profundizar su sentido más profundo: “Celebramos al Señor que quiso encarnarse, estar cerca nuestro. Un Dios que nos ama y que se nos entrega como Pan compartido”. El obispo recordó la importancia histórica de esta festividad en nuestra región, evocando las celebraciones populares del Corpus en tiempos de las reducciones jesuíticas guaraníes, como un ejemplo de fe encarnada en el pueblo.
“El Corpus nos permite reflexionar sobre el misterio de la Eucaristía”, afirmó. Y agregó que su vivencia no debe limitarse al culto, sino traducirse en acciones concretas de caridad: “Cuando celebramos la última cena, celebramos la noche de la caridad. Hoy más que nunca tenemos que celebrar la Eucaristía con todo lo que implica. Porque nuestro tiempo está invadido por el individualismo y el mercantilismo, donde el otro no cuenta. Nosotros los cristianos celebramos el amor, el darnos a los demás”.
En este sentido, monseñor invitó a los fieles a “eucaristizarse”, es decir, a que la celebración de la Misa no se limite al ritual, sino que transforme la vida diaria. “Solo cuando amamos nos plenificamos como personas. El egoísmo y la avaricia nos deshumanizan. La Misa es sacrificio, entrega, justicia, solidaridad y equidad”.
Asimismo, el obispo advirtió sobre una forma de fe que puede volverse individualista si no incluye la dimensión comunitaria y misionera: “En la legítima búsqueda de Dios observo que la fe de muchos está teñida de cierto individualismo. Pero el encuentro con Dios debe tener una dimensión samaritana. No podemos adorarlo sin tender puentes de misericordia hacia los demás”.
Citando a los Padres de la Iglesia, como san Juan Crisóstomo, san Ambrosio y san Basilio, Mons. Martínez reafirmó que no se puede concebir un cristianismo que ignore a los más necesitados. “El pan que te sobra pertenece al hambriento”, citó de san Basilio, para luego denunciar la creciente inequidad social: “Seguimos viviendo en un mundo donde se concentran las riquezas en pocos y donde grandes mayorías no acceden a bienes básicos como la salud, la educación o el alimento”.
«La misa no es solo un momento solemne y litúrgico, sino que debe impulsarnos a ser, como discípulas y discípulos, instrumentos de caridad», subrayó el obispo. «¿Cómo podemos entender una Iglesia que no ame al que está al costado, al pobre, al que sufre?», preguntó.
Finalmente, monseñor Juan Rubén Martínez llamó a vivir esta festividad con esperanza: “La esperanza nos permite tener bien claro hacia dónde vamos. La Eucaristía nos convoca a ser un pueblo de Dios misionero, que ame como el buen samaritano. En este Corpus, pidamos esa gracia: tener una fe en la que siempre estén los otros, especialmente los más necesitados”.