En esta jornada, los fieles reviven los momentos culminantes de la Pasión y Muerte de Jesús, el Redentor, sumergiéndose en una profunda reflexión espiritual.
Desde el arresto en el Huerto de los Olivos hasta la crucifixión y muerte de Jesús en el Calvario, cada etapa de este día sagrado ofrece una oportunidad para meditar sobre el sacrificio supremo hecho por la humanidad según la fe cristiana. La coronación de espinas, la flagelación, la condena a muerte y el recorrido doloroso cargando la Cruz son episodios que invitan a los creyentes a acompañar a Jesús en su camino hacia la redención.
El Viernes Santo es también un día de ayuno y abstinencia, marcado por la observancia de prácticas penitenciales. Según las prescripciones de la Iglesia, los fieles mayores de 21 años hasta los 60 están llamados al ayuno, consistente en realizar una sola comida importante durante el día, ya sea al mediodía o por la noche. Además, se practica la abstinencia de carne, así como actos de misericordia y piedad.
Estas prácticas de penitencia no solo son un recordatorio del sufrimiento de Jesús, sino también una oportunidad para profundizar en la fe y renovar el compromiso espiritual. En el Viernes Santo, la comunidad cristiana se une en oración y reflexión, buscando la gracia y la redención que trae consigo la Pasión de Cristo.