Desde la Basílica de San Pedro, en una emotiva homilía para conmemorar la solemnidad de Pentecostés este domingo, el Papa Francisco resaltó la presencia constante del Espíritu Santo en nuestras vidas. Enfatizó cómo el Espíritu Santo brinda ayuda, inspiración y sostén tanto en momentos de adversidad como en la cotidianidad.
“Incluso en los momentos más difíciles o en medio de las luchas del día a día, el Espíritu Santo y sus dones nos permiten perseverar”, afirmó el Sumo Pontífice, reconfortando a los fieles congregados en la Basílica durante la celebración eucarística.
El Papa basó su reflexión en el relato de Pentecostés presente en los Hechos de los Apóstoles, destacando la acción transformadora y reconfortante del Espíritu Santo en la Iglesia, tanto en la vida de los creyentes como en su misión, caracterizada por su poder y gentileza.
Francisco subrayó que esta experiencia no es exclusiva de los apóstoles, sino que todos los bautizados y confirmados reciben el don del Espíritu Santo, siendo también enviados a proclamar el Evangelio con humildad y fidelidad, “sin arrogancias ni imposiciones, sino con la energía que nace de la verdad que el Espíritu enseña en los corazones”.
El Santo Padre instó a no desanimarse, sino a proclamar incansablemente la paz, el perdón, la vida y la solidaridad, convirtiéndonos en instrumentos de la obra transformadora del Espíritu Santo en el mundo. Subrayó que “El Espíritu Santo, si se lo permitimos, nos inspira, nos ayuda y sostiene en este esfuerzo”, enfatizando así la importancia de abrirnos a la acción del Espíritu Santo en nuestras vidas.
En esta misma línea, destacó que para vencer el mal y los deseos de la carne hay que entregarse al Espíritu Santo para que “nuestros momentos de lucha se conviertan en ocasiones de crecimiento, en crisis saludables de las que podamos salir mejores, más fuertes y capaces de amar a los demás con mayor libertad”.
Al concluir su homilía, el Papa invitó a renovar la fe en la presencia del Espíritu Santo, quien “ilumina nuestras mentes, llena de gracia nuestros corazones, guía nuestros pasos y concede la paz al mundo”.
La celebración de Pentecostés no solo marca un momento litúrgico importante en el calendario cristiano, sino que también es un recordatorio poderoso de que, con la ayuda del Espíritu Santo, “nunca estamos solos en nuestro camino de fe y servicio al prójimo”, afirmó Francisco al finalizar su discurso. Con información de AICA y fotografías de Vatican Media