La reciente controversia entre la vicepresidenta Victoria Villarruel y el presidente Javier Milei ha puesto en evidencia tensiones internas en el gobierno argentino. Villarruel expresó su descontento con el salario que percibe, afirmando: «Mi sueldo está congelado desde hace un año. En breve me pagan dos chirolas y soy vice».
Estas declaraciones surgieron en medio de críticas por los salarios de los senadores, que Villarruel decidió mantener congelados hasta fines de marzo. La vicepresidenta comparó su remuneración con la de otros funcionarios, señalando que incluso un vocero presidencial gana más que ella.
En respuesta, el presidente Milei calificó las declaraciones de Villarruel como «extremadamente desafortunadas» y consideró que reflejan una desconexión con la realidad de los argentinos. Milei recordó que los salarios del Poder Ejecutivo están congelados desde el inicio de su gestión y enfatizó: «Acá vinimos por el bronce, no por el oro».
La controversia ha generado diversas reacciones en la opinión pública, especialmente en un contexto económico donde la mayoría de los ciudadanos enfrenta dificultades financieras. La discusión sobre los salarios de los altos funcionarios resalta la necesidad de una mayor empatía y comprensión de la clase política hacia las realidades que vive la población.