Francisco llama a los sacerdotes a renovar la esperanza y pide rezar por su alegría


Durante la Misa Crismal celebrada este Jueves Santo en la Basílica de San Pedro, el Papa Francisco instó a los sacerdotes a redescubrir la alegría de su vocación a través de la oración, la lectura de la Palabra y el servicio humilde al prójimo. Aunque no presidió la ceremonia debido a su convalecencia en la Casa de Santa Marta, el pontífice hizo llegar su homilía, que fue leída por el cardenal Domenico Calcagno, presidente emérito de la Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica.

Con la participación de casi mil sacerdotes y alrededor de 2.500 fieles, la Misa Crismal marcó el inicio de las celebraciones litúrgicas del Triduo Pascual. En su mensaje, Francisco invitó a los presbíteros a renovar las promesas de ordenación y a ver su historia personal y ministerial reflejada en la vida de Jesús de Nazaret. «Cuando nos dejamos instruir por Él —afirmó— nuestro ministerio se convierte en un ministerio de esperanza».

El Papa subrayó que el sacerdocio es un llamado a “ayudar a los demás a encontrar las páginas de su vida”, tanto en momentos de alegría como en circunstancias de dolor, como la pérdida de un ser querido. Animó a los pastores a vivir con coherencia, dejando que las palabras se hagan obras concretas, visibles en el servicio y en la cercanía al pueblo de Dios.

Francisco destacó que el Espíritu Santo es el verdadero protagonista del ministerio sacerdotal, y exhortó a dejarse llevar por la “alegría del Reino”, capaz de dar sentido y fuerza incluso en medio de las dificultades. Recordó que los más vulnerables —los pobres, los niños, los jóvenes, las mujeres y quienes han sido heridos por la Iglesia— tienen una sensibilidad especial para reconocer la autenticidad del anuncio evangélico.

En ese sentido, hizo un fuerte llamado a la humildad y a rechazar el clericalismo, insistiendo en que el Año Jubilar es una ocasión privilegiada para los sacerdotes: “Un tiempo para recomenzar bajo el signo de la conversión, como peregrinos de la esperanza y heraldos de la Buena Nueva”.

Finalmente, el Santo Padre pidió a los fieles orar “por la alegría de los sacerdotes”, sosteniendo que esa alegría es signo del Evangelio vivido y fuente de esperanza para el pueblo de Dios. “Muchos temores nos habitan y terribles injusticias nos rodean —expresó—, pero un mundo nuevo ya ha amanecido. Dios amó tanto al mundo que nos dio a su Hijo, Jesús. Él unge nuestras heridas y seca nuestras lágrimas”.

Francisco permanece en reposo desde el 23 de marzo por indicación médica, y ha delegado la presidencia de las principales celebraciones de Semana Santa, aunque continúa presente espiritualmente a través de sus mensajes y oraciones.