En el primer día sin cepo cambiario, el Gobierno celebró con entusiasmo una nueva etapa de su plan económico. Tras meses de turbulencia, el presidente Javier Milei se mostró exultante y respaldado por señales positivas del mercado, el aval del Fondo Monetario Internacional y el apoyo explícito del secretario del Tesoro de Estados Unidos, Scott Bessent. Sin embargo, en paralelo a los festejos, en la Casa Rosada crece la preocupación por el impacto real que las medidas puedan tener en los precios y en el humor social en plena campaña electoral.
El día comenzó con un ambiente de euforia en el Ministerio de Economía, donde se compartieron incluso cánticos burlones en tono de victoria. Por la noche, Milei profundizó su optimismo en una extensa entrevista con Alejandro Fantino en la que aseguró que el dólar oficial se estabilizará por debajo de los $1.230 y anticipó una acumulación de reservas de al menos USD 4.000 millones. Además, desafió a los formadores de precios: “O bajan los precios o quiebran, es su decisión”.
Con el dólar libre contenido y un tipo de cambio oficial dentro de la banda prevista, el Ejecutivo intenta capitalizar el alivio económico como parte de una estrategia comunicacional intensa. El asesor presidencial Santiago Caputo lidera este operativo, con la premisa de “inundar la zona” con anuncios, reformas y gestos de poder, una táctica que remite a la estrategia mediática popularizada por Steve Bannon.
Este cambio de clima, tras la fatiga acumulada por el caso $LIBRA y los vaivenes del verano, devuelve al Gobierno el control de la agenda pública. La inflación de marzo, que cerró en 3,7% según el INDEC, fue minimizada por el viceministro José Luis Daza, quien pronosticó una baja sostenida en los próximos meses.
El frente político: tensiones internas y provinciales
Mientras se fortalece la narrativa económica, el Gobierno enfrenta un escenario político más complejo. La elección local en Santa Fe dejó una participación por debajo del 60% y confirmó al radical Maximiliano Pullaro como la figura más relevante de la provincia. La Libertad Avanza tuvo una performance discreta, con un buen resultado en Rosario, pero sin lograr consolidar una fuerza provincial competitiva. La estrategia de competir con listas separadas —encabezadas por Nicolás Mayoraz y Amalia Granata— dejó al partido libertario dividido y sin una victoria clara.
En paralelo, se intensifica el conflicto con el expresidente Mauricio Macri y su entorno. Las tensiones se trasladan al distrito porteño, donde Karina Milei impulsa la candidatura de Manuel Adorni con el objetivo de disputar el bastión histórico del PRO. El presidente llegó a calificar a la Ciudad de Buenos Aires como el “reducto” de los Macri y acusó al jefe de Gobierno, Jorge Macri, de romper los acuerdos políticos vigentes.
La disputa alcanzó un nuevo nivel con la revocación de la residencia del consultor catalán Antoni Gutiérrez-Rubí, vinculado al círculo macrista y acusado por Milei de haber trabajado en campañas de desprestigio en 2023. Hoy, los abogados del asesor se presentarán ante Migraciones para solicitar la reconsideración de la medida.
Mientras tanto, desde el PRO, Mauricio Macri respondió con dureza. Aunque respaldó públicamente el levantamiento del cepo, advirtió que “devaluación va a haber, obviamente”. En privado, el exmandatario dejó trascender su malestar con la familia presidencial y negó avances en acuerdos bonaerenses, como había insinuado el propio Milei.
Elecciones clave y desafíos en el conurbano
El calendario electoral se acelera y el próximo gran desafío será la provincia de Buenos Aires, donde el gobernador Axel Kicillof decidió adelantar los comicios a septiembre. La región, especialmente el conurbano, representa un territorio adverso para el oficialismo libertario, no solo por la hegemonía del peronismo K, sino también por los efectos más visibles de la crisis económica.
En ese terreno, los armados políticos avanzan con cautela. Algunos dirigentes del PRO, como Diego Santilli y Guillermo Montenegro, ya se muestran dispuestos a trabajar en una eventual alianza con La Libertad Avanza, una posibilidad que aún genera tensiones dentro del partido fundado por Macri.
El Gobierno se juega mucho más que una victoria simbólica: necesita consolidar su base política en los principales distritos del país para sostener su programa económico y garantizar la gobernabilidad hacia 2027.
Así, entre la celebración por el nuevo rumbo económico y las internas políticas cada vez más expuestas, el oficialismo ingresa en una etapa de alto voltaje, donde cada anuncio económico también será leído en clave electoral. Infobae