José “Pepe” Mujica, ex presidente de Uruguay (2010-2015) y figura emblemática de la izquierda latinoamericana, falleció este lunes a los 89 años en su chacra de Rincón del Cerro, a las afueras de Montevideo, tras una larga lucha contra el cáncer de esófago. La noticia fue confirmada por el presidente Yamandú Orsi, su discípulo político y actual jefe de Estado.
“Con profundo dolor comunicamos que falleció nuestro compañero Pepe Mujica. Presidente, militante, referente y conductor. Te vamos a extrañar mucho, Viejo querido. Gracias por todo lo que nos diste y por tu profundo amor por tu pueblo”, expresó Orsi a través de sus redes sociales.
Mujica, conocido mundialmente como “el presidente más pobre del mundo” por su estilo de vida austero y su coherencia ideológica, anunció públicamente en abril de 2024 que padecía un cáncer. Aunque entonces respondió positivamente a 32 sesiones de radioterapia, en enero de este año confirmó que la enfermedad había hecho metástasis y decidió retirarse de la vida pública: “Hasta acá llegué”, dijo entonces en una entrevista.
A pesar del deterioro de su salud, Mujica continuó recibiendo visitas de dirigentes, periodistas y artistas en su chacra, participó de actos políticos y asistió a la asunción del nuevo Parlamento. Su último deseo fue ser enterrado en su tierra, junto a su perra de tres patas, Manuela, símbolo entrañable de su figura.
De la guerrilla al Parlamento
La vida de Mujica fue marcada por la lucha. Hijo de una familia humilde de Paso de la Arena, comenzó su militancia en el Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros (MLN) en los años 60. Fue detenido en varias oportunidades por acciones vinculadas a la guerrilla, y en 1970 recibió seis disparos durante un enfrentamiento. Pasó 14 años en prisión, la mayoría durante la dictadura militar (1973-1985), gran parte de ese tiempo en condiciones infrahumanas.
“Me volví loco en la cárcel. Hablaba con las hormigas”, recordó alguna vez con crudeza. Pero también relató que fue en el Hospital Militar, cuando le permitieron leer y escribir, que recuperó el rumbo y comenzó a reconstruir su vida.
Con la vuelta de la democracia, Mujica se incorporó al Frente Amplio. En 1995 llegó al Parlamento en moto y con su clásico estilo descontracturado. Su sector, el Movimiento de Participación Popular (MPP), se convirtió en el más votado desde entonces.
Un presidente distinto
Fue ministro de Ganadería en el primer gobierno de Tabaré Vázquez y en 2010 asumió la Presidencia de Uruguay. Su estilo sencillo, su discurso directo y su enfoque filosófico lo convirtieron en un líder atípico. Promovió y centró su discurso en la lucha contra el consumismo, la defensa del medio ambiente y la necesidad de una educación transformadora. Terminó encabezando un gobierno que combinó reformas progresistas con sensibilidad social, y se ganó el respeto de propios y extraños.
Legado y despedida
En su última etapa, Mujica habló de su vida como “una novela” y dejó un mensaje de paz: “No acompaño el camino del odio, ni aun hacia aquellos que tuvieron bajezas con nosotros. El odio no construye”, dijo en una de sus recordadas arengas.
Murió como vivió: en su chacra, rodeado de plantas y afectos, fiel a sus principios. Su legado trasciende las fronteras de Uruguay y deja una huella profunda en la política regional y mundial.
Su esposa, la exvicepresidente Lucía Topolansky, confirmó que sus restos serán enterrados en su propiedad, tal como él lo deseó.
Con la partida de Mujica, Uruguay despide a un líder irrepetible, forjado en la adversidad, transformado por la democracia y recordado por su humanidad. Infobae