Con la participación de más de 1.200 educadoras y educadoras católicas de 19 países de América y dos de Europa, el 28.º Congreso Interamericano de Educación Católica que se celebra en Santo Domingo (República Dominicana), reflexiona entre el 11 y el 13 de enero sobre el imperativo de “educar para un futuro sostenible”
En este sentido, el Secretario General de la Confederación Interamericana de Educación Católica (CIEC), Oscar Pérez Sayago, se refirió a las enormes posibilidades que tiene la escuela católica “como referente de propuestas educativas para la ‘ciudadanía ecológica”.
Estas oportunidades, de acuerdo con los desafiantes planteamientos del Papa Francisco en Laudato si’, pasan el “amor civil y político”, y sugieren “una espiritualidad ecológica y un llamado a la conversión interior profunda, porque es desde el fondo del corazón que puede surgir un cambio en las actitudes, en el criterio para ponderar las consecuencias ecológicas de las decisiones personales y políticas”, aseveró Pérez Sayago durante el acto de apertura.
Generar alternativas
En este sentido, “la educación católica no puede diluir o minimizar la responsabilidad que le toca asumir en el escenario complejo de la actual situación de mundo y, más localmente, en nuestro continente”. Por el contrario, es imperativo apostar por “una escuela, una universidad que forme seres humanos para que vivan otros estilos de vida alternativos a las lógicas de la dominación, del consumo desmedido y depredador, del irrespeto por la vida, de la ambición y del egoísmo destructor”.
La escuela católica de América espera que los cambios que suscite irán propiciando transformaciones culturales que generen otras lógicas sociales, un nuevo comienzo, como afirma el Papa Francisco.
El 28.º Congreso de la CIEC se desarrolla con el apoyo de la Unión Nacional de Escuelas Católicas de la República Dominicana (Unecc), y con el respaldo del Consejo Episcopal Latinomericano y Caribeño (Celam), de la Confederación Latinoamericana y Caribeña de Religiosas y Religiosos (CLAR), así como de las federaciones y la red de miembros y asociados de la CIEC. Entre los ponentes principales se encuentran la Dra. Emilce Cuda, Secretaria de la Pontificia Comisión para América Latina, y el Card. Óscar Rodríguez Maradiaga, arzobispo emérito de Tegucigalpa. También participan Mons. José Amable Durán, obispo auxiliar de Santo Domingo; Mons. Luis Cabrera, arzobispo de Guayaquil y Presidente de la Conferencia Episcopal Ecuatoriana; y Mons. Alberto Lorenzelli, obispo auxiliar de Santiago de Chile, entre otros prelados.
¿Estamos educando a los jóvenes en favor de la Casa Común?
Mensaje del Papa Francisco
Trayendo a la memoria el reciente mensaje del Papa Francisco al cuerpo diplomático acreditado ante la Santa Sede, Emilce Cuda indicó a los 1.200 participantes del evento que “el punto de partida siempre es la realidad” y la tarea de la Iglesia en esta gran comunidad internacional de naciones, es en primer lugar, ser una voz profética. Luego, está su rol de llamar a una verdadera toma de conciencia”.
Al respecto la catedrática advirtió que en este tiempo es imposible no considerar como referencia la existencia de la guerra que pese a desarrollarse en Europa o Medio oriente, es decir, en regiones alejadas de Latinoamérica, plantea un desafío y la necesidad de trabajar por instrumentos claves que permitan alcanzar los objetivos del Desarrollo Sostenible que trazó la Organización de Naciones Unidas (ONU) en 2015.
Una vida amenazada
“El Papa Francisco es muy claro, estamos viviendo una tercera guerra mundial a pedazos y tristemente esa guerra también la estamos viviendo en las calles de América Latina y el Caribe,” afirmó Emilce Cuda.
“Es ahí, donde tenemos que escuchar el llamado de la tierra y los pobres explotados”. Se trata en palabras de la delegada de la Santa Sede de “las víctimas de una economía extractivista que tiene consecuencias terribles en lo social, una guerra que el Papa nos dice, obedece a unos intereses económicos representados por ejemplo en actividades como la venta de armas».
“Una guerra que amenaza la vida” y que de acuerdo con Emilce Cuda debe combatirse con tres elementos fundamentales: diálogo, educación y cuidado”. De hecho, afirma la investigadora “la encíclica Laudato si’ tiene un subtítulo que hace referencia al cuidado de la casa común y este debe ser el rol de la educación.
Formar para cuidar
Para Emilce Cuda es imprescindible “educar a nuestros jóvenes para cuidar, porque quizá estamos formando profesionales en diferentes disciplinas: médicos, ingenieros o físicos, pero hemos de preguntarnos si lo hacemos para que entren en la dinámica de una economía extractivista y de explotación o si por el contrario, estamos educando para que estos profesionales entren en la dinámica del cuidado”.
Una cuestión que surge desde su misión en la Santa Sede y plantea uno de los aspectos de mayor importancia desde el quehacer de maestros y rectores, es decir, el cómo lograrlo o traducirlo a la realidad de la Iglesia católica.
En este sentido Emilce Cuda, recuerda que el Papa Francisco afirma en documentos como la Constitución Praedicate Evangelium que el camino es “tocando la carne sufriente de Cristo en el pueblo,” lo que para la escuela católica implica ir un paso adelante.
Los planes de estudio
“Vamos a los jóvenes, aquellos futuros universitarios, esta es la responsabilidad de todos los educadores en los sectores primarios y secundarios,” afirma, porque considera necesario tomar conciencia para que “nuestros planes de estudio estén atravesados por toda una pastoral. Todas las materias y todas las disciplinas tienen que estar atravesadas por el cuidado de la creación,” señala.
Este es el mensaje del Papa Francisco en sintonía con la agenda 2030 de la ONU que no podemos olvidar hace una advertencia según la cual, de no llevar adelante los Objetivos de Desarrollo Sustentable peligra la vida del planeta. Entonces “urge poner al centro la persona del trabajador, la persona humana y todos los jóvenes y niños de nuestro planeta,” concluye.
Un camino que para los educadores se convierte en una invitación a descubrir y valorar el magisterio social de la Iglesia que a través del Papa Francisco nos lleva a detenernos para responder desde la vocación a la enseñanza que propone Emilce Cuda:
Es posible que las respuestas pasen por la consideración de los derechos de los descartados de este tiempo y el empoderamiento que solo puede garantizar la educación.