El Dicasterio para la Doctrina de la Fe (DDF) presentó este martes la nota doctrinal Una Caro. Elogio de la monogamia (“Una sola carne”), en la que reafirma el valor del matrimonio como unión “única y exclusiva” entre un hombre y una mujer, y rechaza expresamente prácticas contemporáneas como el poliamor.
El documento, aprobado por el papa León XIV y firmado por el cardenal Víctor Manuel Fernández, surge —según indica el texto— en un contexto cultural en el que “el valor del amor exclusivo se ve fácilmente oscurecido” por transformaciones sociales, tecnológicas y afectivas.
Respuesta a un contexto global de cambios afectivos
La nota advierte sobre el aumento de “formas públicas de unión no monógama” en Occidente y destaca la necesidad de “una nueva pedagogía” en un mundo marcado por la exposición en redes sociales, la pérdida del pudor y la proliferación de “violencias simbólicas y sexuales”.
El documento subraya que el amor no puede reducirse a un “impulso” ni a un vínculo efímero.
Diálogo con África y el desafío pastoral de la poligamia
El DDF explica que el texto también responde a un proceso de diálogo con obispos africanos sobre la poligamia, impulsado tras la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos (2023-2024). A partir de ese intercambio se creó un grupo de trabajo para profundizar en el discernimiento teológico y pastoral y para acompañar a quienes viven en uniones polígamas y se adhieren a la fe.
El Vaticano señala que estudios sobre las culturas africanas muestran que, incluso en contextos donde la poligamia es tolerada, el primer matrimonio y la figura de la primera esposa gozan de una consideración especial. La práctica polígama, indica la nota, suele surgir de “necesidades de la vida” más que de una preferencia cultural o afectiva.
Monogamia como expresión del amor personal
El documento reitera que prácticas como la poligamia, el adulterio o el poliamor se sostienen en la “ilusión” de que la intensidad afectiva se encuentra en la multiplicidad de relaciones, lo que “dispersa la unidad del impulso amoroso”.
En este sentido, el DDF reconoce una falta de producción teológica reciente sobre la unidad del matrimonio y retoma el pensamiento de Karol Wojtyla (San Juan Pablo II), para quien “la monogamia estricta es una manifestación del orden personalista”.
Libertad, pertenencia y dignidad
La nota insiste en que la “pertenencia recíproca” entre los esposos no implica posesión ni absorción de la identidad del otro. “En la lógica de la dominación, incluso quienes dominan terminan negando su propia dignidad”, afirma el texto, que propone un modelo de matrimonio basado en el respeto, la admiración y la libertad mutua.
Asimismo, rechaza visiones “rígidas” o “maniqueas” de la sexualidad, recordando que el placer no se opone al amor conyugal cuando está integrado en una relación que busca el bien del otro. La fecundidad matrimonial, añade, no se limita a la procreación biológica: las parejas sin hijos mantienen “el pleno valor de la institución”.
Educación afectiva y desafío cultural
Frente a la fragilidad de las relaciones actuales —marcadas por altos índices de divorcio, banalización del adulterio y creciente visibilidad del poliamor— el Vaticano propone recuperar el noviazgo como “tiempo de prueba y maduración”.
La declaración destaca, además, la paradoja cultural contemporánea: mientras ciertas prácticas sociales relativizan la exclusividad afectiva, la mayoría de las narrativas colectivas —novelas, películas, canciones— continúan exaltando el ideal del “gran amor” único.
“La monogamia no es arcaísmo, sino profecía”
El DDF concluye que educar en la monogamia “no constituye una restricción moral”, sino una formación en “la grandeza de un amor que trasciende la inmediatez”. Según el documento, esta forma de vínculo orienta la energía afectiva hacia la duración, la fidelidad y la apertura a lo trascendente.
“La monogamia —afirma la nota doctrinal— no es arcaísmo, sino profecía.”

