“El que busca encuentra: ¡Vengan y vean!”


Cuenta nuestro amigo Juan, El Evangelista, que Jesús al ver que lo seguían y al ser interrogado categóricamente con la pregunta “¿Dónde vives?”, respondió en el acto: ¡Vengan y Vean!”. (Jn. 35,51)

Aquellos hombres iban en busca de muchas respuestas; se atrevieron, buscaron, preguntaron, ¡Se lanzaron!, “Lesiguieron… Jesús atrajo a algunas personas que comenzaron a caminar con Él un camino de Fe y de transformación.

Hoy, muchos hemos iniciado esa búsqueda que despierta en el ser un modo diferente y “auténtico” de vivir la vida.

La búsqueda, queridos lectores, es un proceso largo, que nos sumerge en el desarrollo del plan de Dios y nos direcciona libremente hacia la senda del AMOR verdadero. No se trata de un ideal, de una doctrina, mucho menos de una ilusión pasajera, estamos hablando de un plan de Vida Eterna, -gestado desde ya- y que la dureza del mundo intenta socavar.

¡Vengan y vean!, es un eco sonoro también orientado a nosotros y que poco a poco nos va llevando a profundizar en el misterio, desde una relación personal con Él. Un encuentro traducido en amistad,  que se hace cada vez mas humano y cotidiano.

Y hoy me pregunto con marcada vehemencia: ¿Qué es lo que realmente queremos para nuestras vidas? ¿Qué buscamos? ¿Estamos verdaderamente preparados para creer?

Porque Jesús nos sigue convocando pedagógicamente, desde la otra orilla, para multiplicar los 5 panes y los 2 peces que llevamos en nuestras mochilas, sólo si nos atrevemos a buscarle de verdad. El que busca encuentra Su presencia en diálogo y revelación.

¡Vengan y vean! lo que Él puede hacer con tan solo 5 panes y 2 peces. Es la experiencia   de ir y verle” cara a cara y (sin dobleces); una realidad personalísima que no se discute, se VIVE.

El Documento de Aparecida rememora vivamente la importancia de promover el encuentro con Cristo Camino, Verdad y VIDA, siendo la Fe el fruto de tal experiencia.

Cita además, el documento, que la Eucaristía es el centro de la Vida Cristiana (Aparecida 248) y que el Mesías ha multiplicado sus rostros en la comunidad y en nosotros mismos.

Qué lindo resulta entonces avivar esta verdad, a sabiendas de que si buscamos vamos a encontrar.

¡Vale la pena!

 

 

 

 

 

 

Isabella Orellana

Locutora Católica, esposa y mamá