En el marco del Jubileo de los Obispos celebrado en la Basílica de San Pedro, el papa León XIV ofreció una profunda meditación sobre la misión episcopal, convocando a los pastores de la Iglesia a una renovación espiritual que fortalezca su servicio y los convierta en auténticos testigos de la esperanza cristiana.
Ante la presencia de numerosos obispos de todo el mundo, el Santo Padre recordó que todo obispo, antes que pastor, es una oveja del rebaño de Cristo. Por eso, los invitó a atravesar la Puerta Santa como gesto de conversión, reafirmando su identidad en el seguimiento del Buen Pastor.
“Para guiar a la Iglesia confiada a nuestro cuidado, debemos dejarnos renovar profundamente por Él, para asemejarnos plenamente a su Corazón y a su misterio de amor”, exhortó León XIV.
La esperanza, don que no defrauda
Reflexionando sobre el lema del Año Jubilar, el Papa destacó que los obispos están llamados a custodiar y transmitir la esperanza al Pueblo de Dios, especialmente en contextos de sufrimiento. “El pastor es testigo de la esperanza mediante el ejemplo de una vida firmemente arraigada en Dios y totalmente dedicada al servicio de la Iglesia”, aseguró.
León XIV alentó a los obispos a ser “hombres de vida teologal”, dóciles a la acción del Espíritu Santo, cultivando la fe, la esperanza y la caridad como llamas encendidas en medio de los desafíos contemporáneos.
Unidad, fe y cercanía
En su meditación, el Papa subrayó tres rasgos esenciales del ministerio episcopal: ser principio de unidad en la Iglesia particular, ser hombres de fe profunda y vivir la esperanza a través de la cercanía concreta al pueblo.
En ese sentido, mencionó que el obispo debe estar junto a las familias que sufren, a los jóvenes desencantados, a los ancianos olvidados y a las personas con discapacidad. “No con soluciones prefabricadas, sino con la experiencia viva de una comunidad que encarna el Evangelio”, precisó.
Amor pastoral y prudencia
León XIV definió el ministerio del obispo como un acto constante de caridad pastoral. Desde la predicación hasta las decisiones administrativas, todo debe estar animado por el amor de Cristo. A ello sumó la importancia de la prudencia pastoral como guía en el ejercicio de la autoridad, promoviendo el diálogo y la sinodalidad.
Asimismo, insistió en que el obispo debe ser promotor de nuevos caminos pastorales sin descuidar las tradiciones de su diócesis.
Pobreza evangélica y castidad
El Papa también hizo hincapié en el testimonio de pobreza y castidad del obispo, indicando que su vida debe ser sencilla y solidaria, libre del apego a los bienes materiales y entregada totalmente al Reino de Dios. Remarcó que esta vivencia incluye una firme actitud frente a situaciones que puedan provocar escándalo, en particular, en casos de abuso.
Virtudes humanas al servicio del Evangelio
Finalmente, León XIV exhortó a los obispos a cultivar virtudes humanas fundamentales: lealtad, generosidad, paciencia, dominio propio y capacidad de escucha. “Estas virtudes —afirmó— son necesarias para asemejarse a Cristo y servir con autenticidad al Pueblo de Dios”.
El Jubileo de los Obispos, enmarcado dentro del gran Jubileo de la Esperanza, busca fortalecer el espíritu de comunión, renovación y misión de los sucesores de los apóstoles, en tiempos donde el testimonio de fe resulta más necesario que nunca.