El Papa León XIV llama a la esperanza y a preparar la llegada del Reino de Dios


Durante su reflexión previa al rezo del Ángelus dominical, el papa León XIV enfatizó la necesidad de esperanza en un mundo convulsionado y recordó que “nada es imposible para Dios”, invitando a los fieles a prepararse para la llegada del Reino de Dios.

Desde la ventana del Palacio Apostólico, ante miles de personas reunidas en la Plaza de San Pedro, el pontífice centró su mensaje en la figura de Juan Bautista y su predicación en el desierto de Judea: “Conviértanse, porque el reino de los cielos está cerca”.

El Papa subrayó que, al rezar el Padrenuestro y decir “Venga tu reino”, los creyentes invitan al Reino de Dios a entrar en la historia, recordando que esta no está controlada por los poderosos de la Tierra. “Pongamos nuestros pensamientos y energías al servicio de Dios, que vino no para reinar sobre nosotros, sino para liberarnos”, afirmó.

León XIV destacó que el mensaje de Juan el Bautista, aunque severo, es un llamado a vivir con responsabilidad y a prepararse para “el encuentro con Aquel que no juzga por las apariencias, sino por nuestras obras y las intenciones de nuestro corazón”.

En su reflexión, el Papa también remarcó la primera venida de Jesús, caracterizada por la mansedumbre y la misericordia, comparándola con “el retoño de un tronco aparentemente muerto” del que habló el profeta Isaías. Según León XIV, su venida no buscó poder ni destrucción, sino “renacimiento y renovación”.

Asimismo, vinculó este mensaje con la experiencia del Concilio Vaticano II, que concluyó hace sesenta años, y señaló que la Iglesia continúa renovándose al caminar hacia el Reino de Dios junto a quienes lo acogen y sirven con entusiasmo.

El pontífice aseguró que la llegada del Reino traerá consigo incluso aquello que parecía débil o marginal y concluyó con un llamado enfático: “¡El mundo necesita mucho esta esperanza! Para Dios nada es imposible. Preparémonos para su Reino; démosle la bienvenida”.

Finalmente, invitó a los cristianos a vivir la espiritualidad del Adviento, que describió como “muy luminosa y concreta”, instando a que cada día se transforme en una oportunidad para acercarse a Dios y a los demás.